Desde que la guerra entre Rusia y Ucrania estalló, decenas de ciudadanos provenientes de esa región del mundo han estado arribando a Baja California para solicitar asilo humanitario a Estados Unidos, principalmente al puerto fronterizo de Tijuana-San Ysidro, frontera reconocida cómo la más transitada del mundo.
Los migrantes siguen negándose a la ayuda de los albergues y autoridades mexicanas, la mayoría decidió rentar habitaciones en hoteles de la ciudad de Tijuana.
En el podcast hablamos de las investigaciones por corrupción contra Jaime Bonilla, de los homicidios de Andrés Manuel López Obrador que ya superaron los de Felipe Calderón y sobre la migración a Tijuana de Ucrania y Rusia.
La desinformación e ignorancia de lo que sucede en Europa es enorme. Sabemos que los cárteles están expulsando a miles de mexicanos de zonas de guerra en Michoacán, Tamaulipas, etc., que son zonas de guerra con territorios dominados por los criminales abastecidos por las armas del vecino del norte. Mientras, las fuerzas de seguridad pública son infiltradas, insuficientes o incapaces de contener la violencia.
Luego del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el barco “La Datcha” valorado en 110 millones de dólares, propiedad del multimillonario ruso Oleg Tinkov, llegó a los astilleros de Ensenada para trabajos de reparación.
Desde que la guerra entre Rusia y Ucrania estalló llegan a Baja California alrededor de 20 personas al día para solicitar asilo humanitario a Estados Unidos, a través de su frontera con las ciudades de Tijuana y Mexicali.
Legisladores del Congreso de Estados Unidos prometieron el sábado desbloquear 10.000 millones de dólares de ayuda para Ucrania, la mitad destinada al área militar, en una reunión virtual con el presidente Volodymyr Zelensky.
La tergiversación de la realidad y las mentiras con que bombardean cotidianamente los medios masivos de comunicación (en su mayoría), manipula el consciente e inconsciente de los individuos transformándolos en consumidores compulsivos de chatarra ideológica y material, es decir, en personas que difícilmente pueden distinguir la ficción de la realidad.