Vivimos los estertores de un sexenio en que el culto al Presidente ha rebasado los niveles que antes criticaban los que precisamente hoy detentan el poder. Muchos han comprado la versión que confunde la popularidad con la eficacia para gobernar.
Hay que aclarar y explicar que se trata de la “política partidista”. Porque propiamente hay una teología política que recorre el Antiguo y Nuevo Testamento, y El Corán. Lo fundamental es Amar a Dios y al Prójimo como a uno mismo.
En cambio, del éxito de su gobierno no podemos hablar, pues la estrategia de seguridad definitivamente no ha funcionado. Cada víctima del crimen, organizado o no, debería ser motivo suficiente para dar un giro de 180 grados al timón. Pero no. Eso no es popular.
Cárdenas, en la práctica, fue el primer presidente que gobernó durante seis años. El penúltimo militar, antes de Manuel Ávila Camacho, nacido en Puebla, el reformador que daría su identidad definitiva al partido tricolor. Con Miguel Alemán Valdés comenzaría el periodo de los gobernantes civiles.
Imaginemos el momento en que Winston Churchill es electo primer ministro de Inglaterra cuando los ingleses estaban siendo atacados por la bestial fuerza del nacismo, que bombardeaba inclemente la ciudad de Londres pensando que podría doblegar al León Británico. Pero no ocurrió. La fuerza y el espíritu de los ingleses finalmente ayudo a derrotar a Hitler.
Para lograr esos tres pilares que caracterizan y dan razón a la política, se han creado diversas formas de gobierno en el mundo. A lo largo del tiempo, con experiencias gratas y otras no tanto, ha quedado de manifiesto cuáles han resultado más convenientes para la sociedad.
A pesar de toda la propaganda mediática que pretende hacer parecer al agresor como la víctima; mientras el pueblo palestino siga siendo aislado, acosado, agredido y asesinado por hacer valer el derecho a defender su territorio y a las libertades democráticas que el Estado israelí le ha arrebatado, le asiste el derecho a la rebelión, a pasar de la resistencia a la ofensiva, aun cuando la correlación de fuerzas no les favorezca.
El Senado fue una figura emblemática para los romanos, desde el siglo VIII antes de Cristo hasta el siglo VI de la nueva era. Atravesando distintas formas de gobierno: imperio, república, alto imperio y bajo imperio.
Prometieron transparencia, pero lo que dieron fueron casas blancas, acteales, atencos, nochistlanes, ayotzinapas, guerras del narcotráfico por todo el territorio nacional.
Nuestra más grande responsabilidad legal y moral, desde la más discreta hasta la más pública de las trincheras, es continuar preparándonos para la elección de 2024, cada vez con más ímpetu y menos pifias.