Ahora resulta que el caos y el temor que se ha vivido desde hace por lo menos una semana en Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Chihuahua y Baja California es obra de quienes “manipulan” y “exageran” las cosas con tal de hacer quedar mal al gobierno del Presidente López Obrador.
Hubiera preferido referirme a las películas del cine mexicano, o al gran comediante que fue Cantinflas, pero no es así; el título de este texto hace alusión al camino abreviado que ha escogido el Presidente López Obrador para llevar a cabo -sí o sí- sus obras y planes porque siente que el tiempo se le acaba.
Aquí en Baja California, la salud sigue siendo un ejemplo de corrupción, de pretender que no pasa nada y de cómo no hacer las cosas; como si la vida de los gobernados no estuviera en riesgo y el respeto a las leyes tampoco fuera una obligación para los que gobiernan.
Ni por asomo pensé algún día comentar acerca de las corcholatas, y menos para decir que se trata de sendos aspirantes a la presidencia del país por el partido gobernante que andan desatados, contraviniendo la Ley, en campaña prematura, pero con la “bendición” y la aprobación del mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Gobierno y Municipios del Estado de Baja California (Issstecali), es un claro ejemplo de cómo la mala administración y el saqueo constante e impune de gobernantes y funcionarios, puede hundir a una institución en una grave crisis económica y de servicios habiendo sido antes modelo en servicio y atención.
Mis padres con mis hermanos y hermanas llegaron a Tijuana hace 70 años... y ya no se fueron. Mi padre, militar, fue destacado en El Ciprés, y mi madre con su prole se quedó en esta ciudad de la que, como familia, ya no se movieron.
Entre otros ofrecimientos del candidato AMLO figuraron también el instaurar una verdadera democracia, acabar con los fraudes electorales y aseguró que en adelante las elecciones serían limpias y libres. Pero del “dicho al hecho...”.
Cada junio es un mes de contrastes en mis emociones; por una parte, recuerdo con alegría a todas las generaciones de egresados de la escuela donde laboré por más de treinta años, pero al mismo tiempo, rememoro con tristeza y rabia el junio de 2004: no asistí a la celebración de la fiesta escolar tradicional.