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martes, febrero 20, 2024
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Por qué no prenden las campañas

Política Breve y de Emergencia

 


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A quince días de la elección para cambiar a los 5 alcaldes y 25 diputados de Baja California y aún dicen algunos “como que las campañas no prenden”; o más bien ya no prendieron porque la posibilidad de lograr algo verdaderamente extraordinario que cambie el rumbo electoral y por ende el resultado del 5 de junio es casi imposible.


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Revisando los factores que directamente inciden en el transcurrir de una campaña política, en el primer e irrefutable lugar en esta ocasión es el hecho de que son solo cincuenta días los que la ley contempla como válidos para hacer trabajo proselitista. Lo que implica que en ese lapso una persona debe presentarse como candidato, proponer su plan de trabajo y lograr que los ciudadanos le apoyen con su voto. Y aquí la realidad es que de no ser por el posicionamiento del partido que le presente o que efectivamente haya sido muy conocido o conocida, no se ve por dónde.

El segundo factor es sin lugar a dudas el que los medios masivos de comunicación tienen la estricta limitación de que solo el Instituto Nacional Electoral (INE) es quien contrata los espacios para que se promuevan los partidos y sus candidaturas. En la intención legal de equilibrio buscada para todos los competidores y que en este proceso por primera vez haya hasta doce participantes por cargo, los spots de radio y televisión presentados por bloque en los medios, se convirtieron en verdaderos mazacotes a los que nadie pone atención sin importar su calidad.

Un tercer factor en definitiva positivo para el medio ambiente y la imagen urbana, pero fatal para las campañas políticas mexicanas es la prohibición de propaganda en zonas y vías públicas. Es legalmente más posible que un artista grupero ocupe la plaza pública a que un aspirante a gobernar le comunique a la población su pretensión de servir a la sociedad, eso sumado a los topes legales de gasto de campaña también complica severamente el trabajo proselitista.

El cuarto factor es asunto muy delicado, son los topes de campaña, es decir lo que puede gastar un persona en su proyecto de elección; los montos se establecieron por puesto de elección y ahora hasta por el origen de la candidatura (de partido o sin partido) y aquí la realidad es que el INE en su mandato de fiscalizar los recursos de manera que se impida el ingreso de dinero ilícito a las campañas, se desfasó de la realidad y los topes son auténticas camisas de fuerza para los candidatos, sobre todo para los denominados independientes.

Un quinto y último factor que para algunos es la representación de la civilidad política, es la prohibición de hacer o promover campañas negras o de contraste. En el supuesto afán de proteger al ciudadano de informaciones dolosas y de mentiras, nadie puede (salvo en las redes sociales donde aún todo se vale) exhibir particularidades que puedan considerarse ofensivas o tendenciosas en contra de sus competidores; ya no hay derecho a conocer nada negativo de ningún aspirante.

Si las campañas no prenden, es porque les falta creatividad a los realizadores en cada equipo dicen algunos, sin embargo ahora que casi concluye el proceso 2016 hemos podido ver piezas de mercadotecnia política verdaderamente dignas de premios por su realización, y según las encuestas, los candidatos que las han presentado no rebasan siquiera los 10 puntos porcentuales de expectativa de votación.

Es una pena que con todo el dinero del gasto público y la inversión en miles de funcionarios electorales pagados, la organización (ahora hasta permanente en años no electorales) de las elecciones no pueda estimular al ciudadano y llevarlo a votar el día de la jornada electoral. Porque con tantas prohibiciones y tantos candados impuestos o autoimpuestos a los partidos políticos, la tarea de llevar a la gente a votar no se les puede responsabilizar a los candidatos y sus campañas. 35 por ciento de participación en las elecciones en promedio, es una cifra que nos debiera dar cívicamente vergüenza.

Urgentemente nuestro sistema electoral necesita un “diseño base cero”, que busque fortalecer la participación ciudadana, la legitimidad de las autoridades electas, la honorabilidad de las organizaciones políticas y la formación social de una autentica vida democrática. Hoy ya solo tenemos un sistema perverso que ya no sabe cómo llegó hasta aquí.

Que la historia lo registre.- En los años 70’s la organización del PAN vivía una crisis, el final de los 60’s lo había debilitado; de pronto una excelente candidatura “prende a la población”. A unos días de la elección se reunieron los dirigentes: ¿y si ganamos qué vamos a hacer?

Botón rojo.- Es cierto que hay crisis económica, pero los partidos políticos no pueden ser negocios de intenciones particulares de camarillas.

Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas. Correo: smriubi@yahoo.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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