Trotsky, el creador del Ejército Rojo, el gran ideólogo de la Revolución Comunista, huye de Rusia temiendo por su vida; se viene a vivir a la casa de Diego Riviera y de Frida Kahlo, legendarios pintores que centraban la vida cultural de México.
En nuestro país el encarcelamiento prácticamente automático de las personas a las que no se les ha probado que cometieron algún delito se ha convertido ya en una regla y no en un asunto de excepción.
A 340 años de aquella fundación, es providencial y admirable que un californiano de Ensenada, Carlos Lazcano Sahagún, presente su libro Kino en California en el villorrio natal del jesuita italiano: Segno, en el museo que los Chinni (Kino) sostienen en su memoria.
Las personas impartidoras de justicia, sin mayor distinción, tienen la facultad discrecional para allegarse de oficio -sin que sea solicitado- de las pruebas necesarias para conocer la verdad sobre los hechos bajo su jurisdicción.
Los emigrantes en Estados Unidos envían 70 mil millones de dólares al año a México. Generalmente lo polvorean por todo el país, pues tienen parientes, sobre todo padres y hermanos a los que apoyan sin cesar.
En Ensenada es común ver a individuos homosexuales llevar de la mano a menores de edad. Igual que en Rosarito, Tecate, Mexicali y San Luis Río Colorado. Abunda la prostitución, y no se diga todas las drogas; antes iban de paso, ahora son parte de la guerra territorial de todos contra todos.
El delincuente público y los mismos funcionarios se pasan la ley por el arco del triunfo. El primero arrebata al débil o lo que está mal puesto, porque quiere o piensa que lo necesita.
Para quienes hemos vivido muchos años, resulta sorprendente cómo al paso del tiempo se han ido dejando en manos “del gobierno” muchas antiguas responsabilidades.
La responsabilidad de las personas juzgadoras para cuestionar los hechos y valorar las pruebas, desechando cualquier estereotipo o prejuicio de género, se fundamenta en la obligación general de garantizar el derecho a la justicia, a la igualdad y a la no discriminación.
Un 20 de julio del mismo 1937, morirán accidentados 11 obreros en el kilómetro 76. El acta de defunción, firmada por el médico Francisco Dueñas, refiere 23 heridos y 11 fallecidos. Los 15 murieron por México, ubicando y construyendo las vías para el ferrocarril Sonora-Baja California, para unir esta región mexicana con la Nación.