Parlamento
En las últimas cuatro semanas, el régimen autoritario y trasgresor de la Constitución -es decir, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, autor de lo que yo llamaría las mayores deformaciones de la época democrática de México- nos ha recetado una doble dosis de aberraciones jurídicas.
La primera es el intento -fallido- hasta ayer jueves 22 de septiembre de 2022, de reforma constitucional para ampliar la presencia del ejército en las calles hasta el 2028. La segunda es la reforma a leyes administrativas para someter formalmente y adscribir orgánicamente, una policía civil (Guardia Nacional) a la Secretaría de la Defensa Nacional. Esta maniobra es un doblete como en el béisbol. Una jugada rápida con dos efectos en proyectos que se complementan y que, en esencia, tratan de garantizar la estrategia básica de López Obrador: militarizar el país de cara a las elecciones de 2024.
En la otra pista del circo ubicado en Palacio Nacional, Andrés Manuel nos receta otra dosis de sus habilidades: doblegar a otros poderes y/o actores políticos. Tal fue el caso de la Suprema Corte, renunciando al atrevido proyecto de declarar inconstitucional el uso excesivo de la prisión preventiva oficiosa, y, no se diga, la “doblegada” que le pegaron al indefendible Alito”. Contorsión de antología.
En el tema del “doblete”, resulta muy importante advertir que la muy peligrosa reforma constitucional no nos debe distraer de la reforma legal, la cual -cuando esto escribo- ya cumple casi dos semanas de haberse publicado. Hay que recordar que cuando no le resultan sus reformas constitucionales, la estrategia de AMLO es hacer una versión de lo mismo, a nivel de Ley Ordinaria. El propósito es que, si no pasa la reforma constitucional, la ley ordinaria si pasa, aunque viciada de inconstitucionalidad. Empero, Andrés sabe que si la impugna la oposición mediante acción de inconstitucionalidad, se requiere el voto de 8 ministros de 11 para anularla… y Andrés Manuel tiende a controlar a 4. Haga usted la cuenta.
Entonces, en una de las mayores perversiones jamás vistas antes, AMLO juega a aprobar leyes inconstitucionales, a sabiendas de que es altamente probable que no serán anuladas, aunque violen la constitución, porque tiene posibilidades de doblar a 4 ministros de la Corte en ese nivel de asuntos. Al no anularse con efectos generales esa ley, se obliga a cada ciudadano, empresa u organización, a ampararse individualmente (la vía de los amparos colectivos tiene la misma suerte que las acciones de inconstitucionalidad). Ahí en los amparos, los particulares ganan, pero el amparo solo beneficia a quien lo pide y lo gana. Para esto no se requieren el voto solo de 6 ministros. Entonces, tendremos amparos ganables, con efectos individuales, pero la acción de inconstitucionalidad con efectos generales de anulación, es difícilmente ganable. Vaya escenario. Sí, igualito que con la reforma eléctrica.
Empero, yo digo que además de los amparos, hay que intentar la acción de inconstitucionalidad. Aspirar a que AMLO no pueda doblar a 4. Está corriendo el tiempo para que la minoría de una de las Cámaras, impugne la reforma ya publicada que adscribió la Guardia Nacional a la Sedena. Pero, ¿por qué deberían impugnarla? Porque el artículo 129 constitucional lo prohíbe.
Veamos: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá Comandancias Militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que dependan inmediatamente del Gobierno de la Unión; o en los campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de las tropas”.
Por tanto, cuidado con el doblete legislativo. No basta bloquear la reforma constitucional. Hay que derribar la reforma legal que somete la Guardia Nacional a la Sedena. Y, en el tema de las dobleces, debemos rechazar la genuflexa y obviamente corrupta acción del menguado líder de lo que queda del PRI, “Alito”, regalando una versión de la reforma constitucional militarista del régimen, claramente a cambio de un salvoconducto o patente de impunidad.
Sí, los dobletes crean un poco de confusión en el Juego. Las dobleces simplemente crean decepción y náusea. Qué pena. Qué asco.
El autor es maestro en Derecho y fue diputado federal de la LVII Legislatura (1997-2000), ex cónsul general de México en Estados Unidos, subsecretario de Gobernación y ex magistrado del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.
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