Han pasado los años, y recuerdo con cariño la preciosa hospitalidad brindada por la familia Rosenfelt hacia mí y la amistad que siempre me ha unido con mi amigo Jorge. Algunos de los personajes de esta historia, que tiene resabios de lo acontecido en la funesta Segunda Guerra Mundial, ya han fallecido.
El reconocimiento de los derechos humanos en las normas vigentes ha implicado un cambio de paradigma en las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados, para constituir una garantía legal que asegura la dignidad de las personas.
Agosto de 1946. Mis padres, mi hermano y yo llegamos de la Ciudad de México a Tijuana por ferrocarril en un tórrido verano. El viaje dura cinco días, y en el último se echa a perder la comida que traíamos para el recorrido y simplemente ayunamos.
