Jake Gyllenhaal es el salvador de esta película recientemente anexada al catálogo de Netflix. Como la versión americana de un estupendo thriller sueco que data a 2018, la cinta tiene que construirse en torno a este talentoso actor, porque en realidad a los demás miembros del elenco uno más bien los escucha, no los ve.
Pablo Larraín es un director tan superior que es capaz de hacernos sentir empatía por los agresores y antipatía por la víctima. Al menos hasta que la película se acerca a su fin y la “x” se despeja en este thriller que se construye hasta ser justo lo que se propuso: una joya del cine chileno contemporáneo.
Dev Patel lleva el peso de esta excelente película dirigida por David Lowery. En el rol de Sir Gawain, que quiere ser un caballero a toda costa para ganarse el respeto de su tío, el Rey Arturo (Sean Harris), el actor británico con ascendencia hindú demuestra todo el talento que ya se había visto desde “Quiero ser millonario”.
Aunque originalmente basado en el cuento “The Forbidden”, de Clive Barker, que ubicaba los macabros hechos en Liverpool, cuando Bernard Rose trasladó esta historia a Chicago dejó cabos sueltos, que tuvo a bien Nia DaCosta para retomar en esta secuela que tal vez no sea tan terrorífica como la original, pero agrega más elementos a la narrativa, que definitivamente no salen sobrando.
Es un thriller al que le falta adrenalina, y no es tan grave como podría suponerse por dos factores: un estupendo elenco y la cinematografía, apoyada en los hermosos paisajes de Grecia, lugar donde comienza la pesadilla de Beckett (John David Washington), un turista americano que estando de vacaciones con su novia April (Alicia Vikander), sufre un accidente automovilístico.