Carl Von Clausewitz en su libro De la Guerra, escribió: “La Guerra es la continuación de la política por otros medios”. Los líderes del ahora llamado “Occidente Colectivo”: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la mayoría de los países de la Unión Europea pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), dejaron la política y desenvainaron la espada cuando soltaron a “sión”, su perro rabioso para atacar a Gaza. Unilateralmente, decidieron por toda la humanidad que es el tiempo de la guerra.
La filosofía política y social “nazi-sionista” del gabinete de Netanyahu, se ve plasmada al escuchar las declaraciones públicas y desvergonzadas de algunos de sus funcionarios:
1.- Revital Gotliv, ministro de la Defensa: “Los palestinos son bestias, no son humanos… los destruiremos con armas apocalípticas sin miedo a nuestros enemigos”.
2.- Ben Ganz, jefe de Gabinete (dirigió las acciones en Gaza): “La siguiente ronda de violencia será peor, veré que el sufrimiento se incremente”.
3.- Yariv Lebin, ministro de Justicia: “Todos los palestinos son combatientes enemigos, incluyendo a las madres de los mártires; deben incluir a sus hijos, deben ser abandonados los hogares en donde se crearon las serpientes, de lo contrario, más serpientes serán creadas ahí”.
4.- Secretario de Educación (¿?): “Nunca habrá un tratado de paz con los palestinos, haré todo lo que esté en mi poder para que no se haga. Si atrapan a un terrorista, simplemente tienen que matarlo, he matado a muchos árabes en mi vida y no hay problema con eso;
5.- C.P. Hukly, ministro de Relaciones Exteriores: “Mi posición es que entre el mar y el Río Jordán debe haber… sólo un Estado, el de Israel. No hay lugar para ningún acuerdo de ninguna clase en que se discuta la soberanía de Palestina sobre las tierras conquistadas en 1967”. (Tomado de: Richard Boyd Barrett, “Alianza para la Ayuda Humanitaria”, 13 de octubre de 2023). La historia nos muestra una de sus ironías.
“La guerra, en su significado real, es sinónimo de combate, porque únicamente el combate es el principio válido en la actividad múltiple que llamamos en un sentido amplio guerra”. (Clausewitz, op.cit)
¿En dónde está el ejército enemigo que combate Israel en Gaza? ¿Son acaso las madres de los mártires las serpientes que hay que eliminar? ¿Son sus hijos y sus hogares que hay que arrasar para que no sean cuna de serpientes? Esto no es combatir en la guerra, sino un genocidio; así lo definió claramente la Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948: “Es la eliminación parcial o total de un grupo humano por nacionalidad, etnia, raza o religión. El genocidio es un crimen horrible que tiene un impacto devastador en las víctimas y sus familias”.
¿Por qué no buscan y combaten a los militantes de Hamas que cometieron los crímenes en Israel? Entonces sí podrían decir que están combatiendo al enemigo. ¿Y dónde están los Cuerpos de Paz de la ONU y el Consejo de Seguridad?
En los siete días que llevan los bombardeos israelíes a la Franja de Gaza, han muerto más de mil niños y cantidades similares de mujeres y ancianos; los heridos se cuentan multiplicando el número de muertos por cuatro o cinco veces. En 300 kilómetros cuadrados viven 2.3 millones de palestinos hacinados y bombardeados indiscriminadamente.
Arrasando por parejo edificios, infraestructura y vidas humanas, Israel canceló todos los servicios: agua, energía eléctrica, combustible y suministro de alimentos. Caín lapidó a Abel (Génesis 2-12, C. 4); Netanyahu lo está haciendo con “armas apocalípticas”: aviones, cohetes, bombas de fosforo y metralla. Netanyahu, al igual que Hitler, ¿busca una solución final al problema palestino?
Cristianos, musulmanes y judíos permanecieron en Palestina durante más de dos mil años, vivieron en paz hasta el nacimiento del movimiento Sionista fundado por Theodor Herzl a finales del siglo XIX con el fundamento Bíblico e ideológico de que “el pueblo judío tiene el derecho histórico a la Tierra de Israel” (Eretz Israel), es decir, el derecho a “la tierra prometida a los descendientes de Abraham”.
¿Convicción? ¿Oportunismo? ¿Proyecto neocolonial de las potencias occidentales en Medio Oriente? Lo que sea. Multimillonarios de la diáspora judía en el mundo, como los “Rotchild”, bajo la protección de la Enmienda “Balfour”, que acordaron las potencias vencedoras en la Ira Guerra Mundial, comenzaron a comprar tierras palestinas y a formar “Kibutz” con “campesinos” armados con entrenamiento militar. Comenzaron así, a asesinar campesinos palestinos, a arrebatarles sus tierras milenarias, sus hogares y, por último, a expulsarlos.
Son esos palestinos, sus hijos y sus nietos, los que ahora llenan las calles de Gaza, de Líbano, de Siria y Egipto, y quienes aún guardan celosamente las llaves de sus casas arrebatadas, con la esperanza de algún día poder regresar. Y son los militantes de Hamas quienes en su ataque combatieron a los habitantes de los Kibutz que rodean a Gaza y cuyos colonos son también los hijos y nietos de aquellos “soldados campesinos” que vigilan la muralla y los han mantenido oprimidos durante más de 70 años en el campo de concentración que es Gaza.
Después del Holocausto judío en Europa, al final de la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Británico abandonó Palestina -que era su protectorado- y “prometió” al pueblo judío de la Diáspora un Estado en Palestina. Con la Resolución 181, la ONU determinó la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, omitiendo un pequeño detalle: ¡La total oposición del mundo árabe!, pues vieron en tal “resolución”, un peligro inminente para sus soberanías e identidades. En efecto, a partir de ella se desató la discordia, la violencia y las constantes tensiones: Guerra de los seis días (1967); Guerra del Yom Kipur (1973); Guerra de los Refugiados (2014); y el actual genocidio en Gaza. ¿Y el Estado Palestino que debió formarse junto al de Israel? No lo han dejado nacer.
Netanyahu y su gabinete deben acudir al psiquiátrico para eliminar el “síndrome de niño castigado” que cargan a cuestas, pues con ese trauma histórico han tomado el papel de sus verdugos, y aplican en otros los castigos que han recibido en su larga Diáspora por el mundo y la historia: bajo los Imperios Asirio y Babilónico y bajo el régimen nazi.
Para que erradiquen el odio, el racismo y la xenofobia contra el pueblo palestino de Gaza, su hermano semita, les pediría igualmente, que así como encontraron en la Biblia la justificación para crear el Estado de Israel, leyeran el Libro de Josué, capítulo 6: “…los israelitas, liderados por Josué, marcharon alrededor de la ciudad durante seis días, tocando trompetas y gritando. Al séptimo día, marcharon alrededor de la ciudad siete veces, y al sonar las trompetas, las murallas de la ciudad se derrumbaron”.
Han sido siete días de bombardeos en Gaza, pero no para derribar las murallas y liberar a los sitiados, sino para asesinar a sus hermanos.
No creo en las profecías ni en las coincidencias, pero ellas muestran la naturaleza humana metafóricamente. En el Apocalipsis, Libro 6, del Nuevo Testamento, se advierte: “Los jinetes del Apocalipsis cabalgan nuevamente sobre la Tierra: ‘La peste’, ‘el hambre’, ‘la guerra’ y el que ‘derrama sangre’”. (En colaboración con Fidel Fuentes)
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com