Recuerdo que no hace muchos años la única fuente importante de recursos de la ciudad era el hipódromo. Si por alguna razón se cerraba (huelga, festivo, etc.), la ciudad quedaba prácticamente desolada, pues muchos de los mejores sueldos de Tijuana provenían del hipódromo.
Recuerdo también con añoranza el jolgorio de las corridas de toros que atraían turistas, quienes al terminar el encuentro taurino iban al motel La Sierra, donde corría la alegría con música del Tijuana Brass y terminaba en una divertida bacanal colectiva.
Hoy día Tijuana tiene diversas fuentes de recursos que le permiten una mayor estabilidad; para empezar, la gente que todos los días cruza la frontera que va a trabajar a Estados Unidos y que viven aquí porque el poder adquisitivo de sus ingresos se multiplica. Como ya señalamos la vez pasada, el condado de San Diego está compuesto por 18 ciudades (Coronado, National City, Bonita, etc.), pero la segunda ciudad con más americanos de toda el área es Tijuana.
La segunda fuente de ingresos son las maquiladoras, que tienen que pagar sueldos competitivos para retener a un obrero que sabe que su mano de obra es solicitada y puede acudir a otras fuentes de trabajo si no está satisfecho, y donde deberá encontrar condiciones de confort y sueldos decorosos. Además, muchas universidades de la región preparan ingenieros de calidad, que son muy solicitados en las sofisticadas empresas manufactureras, lo que va creando una sólida clase media.
Nos sorprende la tercera fuente de ingresos que crece cada vez más, que es lo que llamamos el turismo médico. En este momento se están haciendo cinco hospitales nuevos que vienen a sumarse a la estructura que forman el Hospital del Prado, Medical Plaza, Hospital Ángeles, Hospital Excel y varios más. Un ejemplo extraordinario es el Hospital Simnsa, que tiene más de 500 médicos y que acaba de estrenar una clínica para aquellos que quieren curar o cuidar a perros y gatos que, debido a la nueva moda universal de tener mascotas, los aseguran. El éxito de partida de este hospital canino y felino ha sido sensacional.
La construcción privada en la ciudad no para; vemos que todos los días aparece una estructura de edificios, apartamentos y oficinas que van cambiando el perfil de la urbe y nos vemos como una Tijuana próspero y activo. Si la mano de obra, el acero o el cemento suben con la inflación, no es obstáculo para que sigan surgiendo como hongos edificios bien diseñados.
La quinta fuente de ingresos y de inversión es que muchos tijuanenses han absorbido e invertido en el Valle de Guadalupe; desde luego los Cetto, Pancho Rubio, Magoni y Lyle, hasta Guakil (que nos asombra con su dinamismo y capacidad de construir), pero particularmente que tiene un empuje asombroso.
Uno de los habitantes del valle es el maestro Virgilio Muñoz, quien goza de un delicioso viñedo junto con un excelente restaurante y que premia a sus invitados con una sabrosa conversación, que en Tijuana añoramos. Los más conocidos y admirados chef Javier Plascencia, Miguel Ángel Guerrero y Ruffo Ibarra tienen sendos restaurantes. El Valle se ha convertido en espacio de recreo y de interés de los tijuanenses, y de turistas americanos y mexicanos.
Hace 10 años cuando amigos venían de México a Tijuana, lo primero que nos pedían es “llévanos de shopping a San Diego”; hoy día cuando llegan turistas de México, nos piden “llévanos al Valle”.
No podemos dejar de comentar el crecimiento de la cerveza artesanal, de la que hoy día Tijuana obtiene primeros lugares por su calidad.
A pesar de rumores, el narco no es una razón de ingresos para Tijuana porque las ganancias se las llevan al lugar de sus dirigentes; y para fortuna de esta ciudad, poco o nada intervienen en la economía formal.
Una de las vocaciones de la ciudad y obsesión de los tijuanenses debiera ser la exportación; tenemos un diferencial gramático por los sueldos del “otro lado”. Aquí el salario minino es de 15 dólares, en San Diego también de 15 dólares… solo que aquí es por día y allá es por hora. Esta desventaja debiéramos convertirla en ventaja y toda la ciudad debiera volcarse a vender productos a Estados Unidos, nos debiéramos convertir en una ciudad exportadora; que de alguna manera lo somos, pues los 200 millones de dólares que exporta diario la maquiladora son exportaciones, pero pocas son realizadas por tijuanenses. Hemos solicitado a las cámaras empresariales y a quien nos quiera escuchar, crear una cultura de exportación que mejoraría formidablemente la economía local.
Pienso que el futuro, inevitablemente, por el peso de la diferencia de salarios, nos convertirá más y más en exportadores.
No cabe duda que las fuentes de ingresos se han diversificado y que Tijuana no depende de un solo rubro por lo que se avizoran tiempos buenos para la ciudad y para sus activos habitantes.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.