Tras la masacre en La Mora, Bavispe, Sonora, los encargados de la seguridad se han hipersensibilizado, al ser asesinados seis menores, sus tías y madres.
Es común observar en esos municipios cercanos a Galeana, Chihuahua, simultáneamente más de 12 patrullas de la Policía Estatal de Chihuahua, estacionadas por horas en algún restaurante de mariscos. Da miedo y vergüenza llegar a comer a esos lugares. Como muchas personas, incluso cuando a un restaurante llegan a comer agentes de seguridad -como la Policía Federal- es mejor retirarse, porque con temor pensamos que podrían llegar gentes del crimen organizado a ejecutarlos y aumentar la lista de muertes colaterales.
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A unos amigos que este martes -un día después de la masacre- han pasado por Galeana, como lo hacen continuamente por su trabajo, les hacía ver que es una temeridad que en camionetas Suburban, mujeres manejando transiten por esos caminos desolados. En las infografías reproducidas en México y Estados Unidos, dibujan hasta la raya central y acotamientos de las carreteras donde fue la masacre, cuando Julián LeBarón -testigo de los hechos- expresa que para nada; son caminos abandonados y de terracería, pero en las infografías chafas nos quieren hacer creer que son highways, que en USA son mejores que nuestras carreteras de cuota.
La masacre de los hermanos mormones en La Mora, Bavispe, Sonora, fue en caminos abandonados, de terracería. Los que sí han pavimentado son los caminos que llevan al rancho de la gobernadora Pavlovich en Sonora, así como a los viñedos del inefable “Kiko” Vega en Valle de Guadalupe.
Durante el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, fue asesinada en esos lugares de Chihuahua la periodista corresponsal de La Jornada y Proceso, Miroslava Brecht. Otros miembros de la familia LeBarón también fueron ejecutados, pese a ser parte del grupo de Justicia y Paz del poeta Javier Sicilia; los LeBarón se unieron a la misión de reconciliación por la paz y la justicia tras el crimen en Morelos del hijo de Sicilia. Ahora hace su aparición en Bavispe, el secretario Marcelo Ebrard.
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Como en el caso del crimen de la periodista Miroslava, “este crimen no quedará impune”. Como el de Colosio, Ruiz Massieu, Blake Mora y Alfredo Jiménez, sin tener en cuenta los cientos de miles de asesinados y desaparecidos en todo el país.
La verdad es que en muchas oficinas del Ministerio Público Federal, desde hace décadas, lo que funciona y motiva al crimen organizado es que ellos pagan, ellos ordenan; como dice Julián LeBarón, activista chihuahuense, ni la Fiscalía de Chihuahua ni la de Sonora actúan. Por miedo, por cobardes o porque protegen a los criminales. Esto ante la impotencia de la masacre, y claro, ante lo intricado y lejano de los caminos entre Galeana y Bavispe; sin señal telefónica. Además, los agentes policiacos estarían conviviendo relajadamente en algún lugar de comida. Qué les va a preocupar.
Todos estos crímenes no son algo nuevo. En 1696 (sí, 1696), durante el siglo XVII, relata en sus Favores Celestiales el jesuita misionero Eusebio Kino sobre quiénes fueron los que masacraron al padre siciliano Francisco Xavier Saeta en Caborca, Sonora: desde Janos, Chihuahua (cerca de Galeana-Bavispe), se unieron -como los cárteles- apaches, janos, tubutamas y jocones, salvajes de Sonora y Chihuaha, para matar al misionero Xavier Saeta y luego incendiar la misión y a las gentes locales.
Históricamente la región donde ha ocurrido este 4 de noviembre de 2019 la masacre de los hermanos mormones, sigue como hace siglos: siendo una región salvaje. Ellos -como los misioneros- han pedido oraciones para encontrar a sus niños y sobrellevar la tragedia de esta salvajada.
Tendría que llegar al gobierno de Chihuahua o Sonora, o a la Presidencia de la República, algún político de Bavispe o de Galeana para -como al Jefe Diego Fernández de Ceballos- que le manden hacer (como en Arandas, Jalisco) una carretera (autopista del “Amor”) a la Miss Jalisco que se agenció como mujer de “El Barbas”.
En alguna ocasión, como lo ha expresado uno de los hermanos mormones LeBarón, el jesuita Charles W. Polzer, experto en el Padre Kino, expresaba que el jesuita Kino, ante las atrocidades (siglo XVII-XVIII) cometidas por los janos (de Janos, Chihuahua), los apaches y los tubutamas (Sonora), les urgía a los pápagos, pimas yumas, cucapás y gilas, que antes se unieran -como así lo hicieron- para someter, por la guerra y por la fuerza, a los entonces enemigos de la cristiandad.
Los apaches, jocomes, janos y tubutamas robaban, violaban, quemaban y destruían no solo las misiones, sino las personas, los pueblos. El padre Polzer (ya fallecido), de la Universidad de Arizona, decía que así como los buenos cristianos de las misiones, hoy es como si todos nos uniéramos para enfrentar al crimen organizado.
Por eso los LeBarón enfatizan: “El Gobierno Federal no hace algo, no es posible que no haga algo”.
Los primeros que estuvieron en La Mora, desde Galeana, fueron los LeBarón, armados -un niño caminó 10 millas para avisar a la familia-; ellos fueron los que primero estuvieron en la escena del crimen. Seguramente los policías estaban comiendo o descansando; no patrullan los caminos por cobardes o porque están arreglados con el crimen organizado. No tanto los que ejecutaron a los niños y mujeres, sino los que o quieren causarle un problema mayor al Presidente AMLO y al Gobierno Federal; como hace décadas, es y continúa siendo una temeridad transitar esos caminos de día y de noche.
Hace unos años viajaba por esos caminos entre Chihuahua y Sonora, entre ellos el Obispo Lira Rugarcía (Matamoros), y al bajar una cuesta en carro con otros sacerdotes, estuvieron a punto de ejecutarlos en un bloqueo tipo “ratén” (retén) del crimen organizado; no ocurrió una tragedia, como con los hermanos.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com
