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jueves, febrero 15, 2024
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Tras el sismo, la infamia del gobierno

Una semana después del terremoto, las autoridades continuaron rebasadas por la tragedia, en los campamentos que afloran por el colapso del edificio 286 de Álvaro Obregón, las familias de los desaparecidos no solo sufren la ausencia de un consanguíneo; también la negligencia e indolencia de los gobiernos capitalinos y federal

Ciudad de México.- Para Silvia Filomeno Manuel no se puede hablar de su prima Nohemí en tiempo pasado. “No tenía 21 años, tiene 21 años; no sé cómo, pero ella está luchando entre los escombros”, dice.


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Es martes 26 de septiembre. Los rescatistas continúan sus labores sobre los restos del edificio 286 de la Avenida Álvaro Obregón de la colonia Roma Norte, entre la incertidumbre de las familias que acampan en los costados. Una semana después de los derrumbes, por lo menos en dos ocasiones se han negado a que el gobierno meta maquinaria pesada para remover los escombros. Parece que tienen prisa por terminar el trabajo.

“Si no son basura, son seres humanos los que hay allí”, defienden las familias. “Aunque fuera el caso de que ya no estuvieran con vida, no dejaremos que metan maquinaria”, aseguran.

Nohemí Manuel García es una de las mujeres atrapadas. A estas horas no se sabe con exactitud cuántas personas continúan bajo el amasijo de cemento y acero. Las familias dicen sentir la infamia del gobierno de no tener claro nada, ni cuántos sobrevivientes hay, cuántos rescataron con vida y cuántos muertos.


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Expresan su enojo gritándole improperios al subsecretario de Gobernación, Roberto Campa Cifrián, quien acudió a platicar con ellos ese día. “¡No te creemos, Campa, ya estamos hartos de promesas!”, le espetan a un funcionario federal lúgubre que no trae más que promesas a la “zona cero”.

Tras la salida de Campa del lugar, que solo se comprometió a elaborar una lista confiable de los que faltan por rescatar, la familia de Nohemí relata su historia a ZETA. En este edificio, ahora en ruinas, la chica había pasado los últimos seis meses realizando su servicio social de la escuela.

“Nosotros siempre le decíamos nuestra ‘Guerrera’”, refiere Silvia. Así la llamaban en su familia, “La Guerrera”, y ahora así la conocen sus amigos de la universidad que han venido a dar ánimos a la recientemente graduada de la carrera de Finanzas. El día del terremoto, feliz, Nohemí iba a firmar su contrato de trabajo con el despacho contable IPS, ubicado en el cuarto nivel del edificio. Un día antes le había avisado a su prima Silvia que ya no podría ayudarle en la elaboración y venta de artesanías mazahuas.

Foto: Cuartoscuro.com

“Prima, me ofrecieron trabajo donde estaba haciendo el servicio social, ya no podré ayudarte con las artesanías”, cuenta que fue la última vez que le envió mensaje. Silvia estaba contenta de que Nohemí tuviera un trabajo seguro de la carrera que decidió estudiar.

 

“Es nuestra guerrera (repite), porque lamentablemente a veces como indígenas no tenemos muchos recursos para seguir estudiando, pero su papá ha puesto todo el empeño del mundo para que ella y sus hermanos estudien; y Nohemí siempre ha trabajado para superarse”, cuenta su prima Silvia Filomeno.

El padre Nohemí mantiene una tiendita de abarrotes para sostener a su familia y por las noches se dedica a conducir un taxi para sacar el extra que le permite dar estudios a todos sus hijos.

Nohemí es la segunda mujer de cuatro hermanos. La hermana mayor concluyó sus estudios en Ingeniería. Era un orgullo para todos que Nohemí terminara sus estudios, y el sábado posterior al temblor iba ser su fiesta de graduación. En cambio, días después permanece debajo de los escombros, en espera del rescate. De las palabras de su prima  Silvia Filomeno no sale una que indique que ya se perdió la esperanza. “Mi guerrera saldrá de esos escombros”, asegura.

“Nosotros vamos a luchar contra todas las mentiras que nos han echado”, externa Luis Estrada, primo de Martín Estrada, otro de los 32 desaparecidos al cierre de esta edición. Con lluvia, frío y hambre, han pasado los ocho días esperando certezas.

Tras la reunión con Roberto Campa, las familias dicen sentirse engañadas porque a siete días de desesperación las autoridades capitalinas y federales están totalmente rebasadas por los hechos. Este día el Servicio Médico Forense (Semefo) informa que en sus instalaciones tienen 93 cuerpos, pero solo dos se encuentran sin identificar.

“Quiero hacer responsable al Gobierno Federal y de la Capital de lo que le pase a mi prima Nohemí, porque si no sobrevive, es porque dejaron pasar el tiempo”, acusó Silvia Filomeno.

Tal parece, criticó, que el gobierno espera que los cuerpos se apesten para barrerlos junto con los escombros que quedaron.

 

Cesa búsqueda en otros derrumbes

Las noticias se esparcen. Los grupos de rescatistas y brigadistas en la Capital ya cesaron sus labores de rescate en el resto de los edificios, y solo esperan la remoción de escombros. De la construcción de la Avenida Escocia y Gabriel Mancera, en la colonia Del Valle, fue rescatado un último cuerpo el miércoles 27. De los restos de la fábrica textil de la calle Chimalpopoca en la colonia Obrera, el escándalo de la rapidez con que limpiaron el predio tras rescatar los cuerpos de empleadas, también ya se apagó.

El gobierno capitalino y la administración delegacional de Tlalpan se reparten responsabilidades en el caso del Colegio “Enrique Rébsamen”, donde oficialmente perdieron la vida 27 personas, 19 de ellas alumnos del plantel. Claudia Sheinbaum, delegada de Tlalpan y aspirante al gobierno capitalino por Movimiento Regeneración Nacional (Morena), exhibió los documentos del uso de suelo del predio del colegio, los dictámenes que permitieron la construcción del edificio, incluso con el departamento de la directora en la última planta.

“No vamos a esconder nada y por eso estamos entregando toda la documentación que hay de la escuela”, declaró en conferencia de prensa.

En el área de Xochimilco, también una semana después del sismo, grupos de brigadistas trabajaban en limpiar los escombros, sobre todo de los domicilios donde sufrieron pérdidas materiales. En la zona de Tlalpan y Taxqueña también las labores de rescate concluyeron, y dieron paso a la limpieza.

En un comunicado difundido el miércoles 27, la procuraduría capitalina informó que instaló cuatro mesas de recepción para atender las denuncias que se interpongan por la pérdida total o daños en vivienda. La dependencia señaló que investigarán la conducta “probablemente delictiva de quienes intervinieron en la construcción del inmueble afectado, o en la participación en la venta, a fin de que se determina su posible responsabilidad”.

Dentro de la investigación, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México tiene en la mira a 38 inmuebles colapsados y otros mil 500 con algún daño estructural, en los cuales se llevarán a cabo peritajes para determinar el tipo de material con el que fueron construidos.

 

Carolina estaba en el Semefo

El caso de Carolina Solorio Romero fue uno que sobresalió en medio del desastre organizativo. Mientras su familia reclamaba claridad en la información que las autoridades iban recabando, se les avisó que su cuerpo estaba en el Servicio Médico Forense.

Solorio Romero, de 25 años, también era empleada en el edificio de Álvaro Obregón, y fue una de las primeras víctimas mortales que lograron rescatar el jueves 21 de septiembre.

Sin embargo, su familia no sabía y, uno de los que permanecía desde el miércoles 20, en que la tragedia mantenía sumergida a la Capital, era su padre. Incluso fue uno de los primeros que ingresó a las ruinas de los escombros y durante cinco días estuvo al pendiente de los trabajos.

Carolina fue descrita como una joven optimista y que el día del derrumbe no alcanzó a salir cuando se colapsó. Sus familiares tenían la esperanza de que emergiera de entre los amasijos de escombros con vida, como lo hacen varias docenas de familias que viven en la incertidumbre, pero el martes 26 por la mañana, avisaron que posiblemente uno de los cuerpos no identificados era el de ella.

Historias como la de Carolina, comenta el familiar de Martín Estrada, provocan la desconfianza en las autoridades, ya que a la tragedia se ha sumado la negligencia de los gobiernos, que a diferencia de la organización ciudadana, parece que solo improvisa, se inmoviliza y no avanza en el rescate de este último reducto de la desgracia en la Capital.

“Cómo puede ser posible que la muchacha estuviera desde el jueves en el Semefo y su padre todavía aquí esperando encontrarla con vida, eso es negligencia del gobierno, por eso ya no creemos más en él”, critica el joven que también espera noticias de su primo, también trabajador.

En la zona que rodea al edificio de Álvaro Obregón, los cartelones con fotos de los desaparecidos son mecidos por el viento. Al gobierno “hasta debajo de los escombros se le desaparece gente”, señaló Silvia Filomeno. Las listas de desaparecidos pegados en los postes se reducen conforme pasan los días.

La madrugada del miércoles 27 de septiembre, los cuerpos de rescate confirmaron la extracción de tres cadáveres más. Las familias salieron de sus carpas para acudir al Semefo y averiguar si entre ellos están sus parientes. Mientras la ciudad se recupera, las autoridades aseguran empezar a investigar, quizá en algunos sitios ya es tarde, como en la textilera de Chimalpopoca, donde se informó, había inmigrantes orientales ilegales trabajando, pero ahora quedó un predio limpio y sin escombros.


Queda la experiencia a brigada de bomberos tijuanenses

 A partir del 20 de septiembre y durante cinco días en que apenas existió tiempo para descansar, una brigada de bomberos tijuanenses participó en las labores de localización y rescate de personas atrapadas entre los escombros de edificaciones colapsadas en la Capital del país, tras los sismos del 19 de septiembre de2017.

Siendo el destino original de la brigada el Estado de Morelos, el contingente de 36 elementos de la Dirección de Bomberos de Tijuana y dos más de la corporación de Ensenada, fueron redirigidos a Ciudad de México por la enorme cantidad de estructuras colapsadas, participando la brigada de manera activa en once de los 38 sitios, detalló a ZETA José Luis Jiménez, subdirector operativo de la Dirección de Bomberos y líder del Grupo USAR de Baja California.

“Nos impresionamos desde el momento que llegamos, que la comunidad estaba haciendo su máximo esfuerzo para poder rescatar la mayor cantidad de personas. Cabe mencionar que alrededor del 70 por ciento de los rescates los hace la comunidad, en cuanto se presenta el incidente”, comentó Carlos Navarro, bombero rescatista.

Luis García, capitán de bomberos y adiestrador en el binomio canino junto con su perro Max, señaló que luego del sismo de 1985, el aprendizaje de los capitalinos se reflejó en la coordinación de los voluntarios jóvenes, liderados por sobrevivientes del evento anterior, señalando que el desorden en dichas labores fue solo aparente.

Comida, herramientas y otros insumos jamás faltaron en las zonas de desastre, agrega García. Por su parte, Jiménez apunta que la contribución de las brigadas de rescate fue en esfuerzos técnicos, en el aseguramiento de los edificios que presentaban mayor riesgo de colapso y donde se requerían labores de localización por la presunción de personas atrapadas.

Las primeras 48 horas tras los sismos fueron vitales para las personas atrapadas, por lo que fueron las de mayor exigencia para la brigada dividida en tres células de trabajo. A pesar del esfuerzo, la brigada tijuanense solo colaboró en la localización de cinco personas fallecidas. Tras la localización, se trasladaban a otras estructuras, siendo la prioridad el rescate de personas con vida.

Junto a un par de paramédicos, la doctora y bombero Liliana Pérez también formó parte de la brigada tijuanense, con la misión de velar por la salud de la misma, evitando contrajeran infecciones o tratando las lesiones que sufrieran durante las labores de rescate.

“Necesitamos estar preparados, sin ser alarmistas, simplemente empezar a generar esta conciencia en las escuelas, en casa y replicar esta información preventiva para que sea un poquito más seguro y estemos preparados para un sismo por la zona en que vivimos”, afirmó.

Los entrevistados coincidieron en que esta experiencia les deja la oportunidad de probar las habilidades aprendidas a través de las capacitaciones a las que se han sujeto durante años, lo cual será de provecho si se presentara un evento sísmico en Tijuana y, dado que la ciudadanía no cuenta con el aprendizaje que deja un desastre de esta naturaleza, volcar los esfuerzos en la educación preventiva. (Héctor Ortiz Ramírez)

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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