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viernes, febrero 16, 2024
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Coronado Ortega celebra 50 años en BC

Tras establecerse en Mexicali en 1966, el artista expone “Carlos Coronado Ortega. 50 años en BC” en El Cubo del CECUT. “Una obra es como la literatura, como cuando te metes mucho a los textos, y eso lo sacan quienes lo encuentran”, reflexiona en entrevista con ZETA

Un día de enero de 1966, el joven Carlos Coronado Ortega recibió una llamada telefónica en Caborca que cambió no solo el rumbo de su vida, sino que determinó los pilares de la historia de la plástica de Baja California.


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Estaba por cumplir 21 años, ya había egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; era su hermano Luis Coronado Ortega, quien le avisó que en Mexicali “me andaban buscando”.

Su hermano Luis Coronado le dijo que el señor José Encarnación Kabande, dueño del Hotel Lucerna en Mexicali, solicitaba a un artista para que hiciera unos trabajos. Entonces Carlos Coronado inmediatamente tomó el tren que por esas fechas pasaba por Caborca a eso de las 11:00 de la noche, transitaba un rato por la estación de Puerto Peñasco a recoger más pasajeros, hasta llegar a Mexicali alrededor de las 7:00 de la mañana del siguiente día.

“En el Hotel Lucerna querían ver a un artista, entonces yo llegué y les enseñé mi obra abstracta y me dijeron ‘es que no le entendemos, no va con lo que andamos buscando, pero si usted puede tráigame una propuesta’”.


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Fue entonces cuando Carlos Coronado propuso al señor José Encarnación Kabande pintar tres murales figurativos en los interiores del Hotel Lucerna:

“Vine en enero de 1966 para acá, en febrero me contrataron para hacer obra en el Hotel Lucerna, 50 cuadros y 3 murales; y me vine a vivir inmediatamente en marzo, en mayo ya tenía casa y ya estaba asentado”.

50 años después, el reconocido artista Coronado Ortega rememora en entrevista con Semanario ZETA que sus primeros tres murales en el Hotel Lucerna se titulaban “La amistad”, “Tianguis” y “La ronda”; estaban pintados en el lobby, en un salón fumador y en una sala de juntas:

“Ninguno de los tres murales existen actualmente, cambió la vocación de los lugares, el lobby se amplió, después las oficinas las quitaron y el salón fumador desapareció, hicieron más grande todo eso”.

Cuando cumplió el contrato de los tres murales, descubrió que su destino estaba pintado en Mexicali:

“Todo lo terminé y luego me dieron otros más y así fue creciendo, no me dejaron ir porque me estaban dando más cuadros y más trabajos; entonces empecé a vender cuadros de los que traía y de los que tenía, ya me fui quedando y me quedé en Mexicali para hacer murales en casas particulares, en San Diego, Los Ángeles”.

Carlos Coronado 4

Festeja con exposición

Apenas en 2015, el maestro Coronado Ortega celebró 70 años (15 de marzo de 1945, Ciudad de México) con una exposición titulada “Habemus Pápagos”, cuya muestra recorrió las galerías del Centro Estatal de las Artes (CEART) de Mexicali, Ensenada y Tecate.

Este año, a manera de homenaje por su medio siglo de trayectoria pintada en Baja California, el Centro Cultural Tijuana (CECUT) le ha organizado la exposición “Carlos Coronado Ortega. 50 años en BC”, cuya muestra fue inaugurada el viernes 29 de julio de 2016 por la noche, ante alrededor de 150 personas congregadas en la Sala 3 de la galería internacional El Cubo.

La muestra está compuesta por algunas obras de la exposición “Habemus Pápagos” que se presentó en 2015, además de otras piezas inéditas que ahora en su conjunto integran “Carlos Coronado Ortega. 50 años en BC”.

“Para esta exposicón yo junté una selección para que de 100 obras escogieran lo que los muséografos quisieran, es una parte de ‘Habemus Pápagos’ y de obra que no se había expuesto”, refirió a Semanario ZETA el maestro Carlos Coronado.

La exhibición celebratoria que consta de 35 piezas de escultura, pintura, video y dibujo, es también una retrospectiva de su propuesta plástica durante medio siglo de trabajo y búsqueda de su estética y discurso:

“La exposición es una parte de lo que pudiera hacerse o decirse de las raíces que tengo yo dentro de la plástica, en donde junto lo más viejo, lo mezclo con lo más moderno, hago un sándwich, y el resultado es éste”, manifestó el maestro Carlos Coronado.

Fue una concurrida noche en la que algunos asistentes felicitaban y abrazaban al artista, otros se tomaban selfies con el autor o con sus obras en segundo plano, entre ellas “Barrica llena, corazón contento”, ubicada estratégicamente en el centro de la Sala 3 de El Cubo, sin duda alguna la obra más fotografiada, cuya pieza en forma de balero gigante fue realizada por el artista precisamente con una barrica reciclada de estas tierras vitivinícolas.

En obras como “El canto de la chicharra I”, “Tortuga víbora vieja”, “El sostén del cielo” o “La ciudad devorando al campo”, por citar solo algunas, destacan no solo los colores terrosos, ocres y magentas, las líneas curvas por donde pasear gozosamente la vista y las temáticas del desierto como el agua, el sol, la luz, la tierra, el hombre, la migración, la frontera, sino la inconfundible textura que propone Coronado Ortega creada con arena, morusa, morusa de volcán, piedra molida, marmolina, arena cernida, residuos de fierro y otras herrumbres.

“Estoy en el día más importante de los 50 años porque es el que cierra esta temporada, estas cinco décadas y estamos festejando haber llegado tranquilamente a esta fecha, a este feliz acontecimiento”, refirió a este Semanario.

Pero su pasión por la pintura y la escultura viene del barro.

 

“A mí me dijeron que la pintura no era para los hombres”

Hijo de Carlos Coronado Aguilar y Adelina Ortega, Carlos Coronado Ortega nace el 15 de marzo de 1945 en la Ciudad de México, aunque sus recuerdos de niño tienen raigambre sonorense:

“Yo nací por accidente en el Distrito Federal en aquel tiempo, pero iba a nacer en Mexicali, y me crié en Caborca, Sonora. Mi madre era de El Plomo, Sonora, y mi padre de Guadalajara, Jalisco. Los primeros recuerdos son de un rancho ganadero. Yo desde que tengo uso de razón estuve en el rancho Las Lagunitas, en el desierto de Altar, Sonora”, cuenta el artista a ZETA después de la inauguración de “Carlos Coronado Ortega. 50 años en BC” en la terraza de El Cubo.

Carlos Coronado.- pintorEl artista de 71 años, evoca cuando conoció el barro en medio de la cultura de los pápagos sonorenses, determinante para su futura vocación:

“El rancho Las Lagunitas fue una de las experiencias más bellas que tengo porque ahí conocí el barro, conocí el dibujo, la pintura, ahí conocí la pintura infantil pero siempre encaminado a hacer los rituales sobre la pintura, no la pintura como pintura nada más sino como un espacio para un ritual”.

Entonces llega a la memoria cómo empezó a quemar figuras de barro hasta cocerlas en la lumbre:

“Las primeras figuras que quemé eran aves que yo encontraba, los primeros fueron patos, porque yo vivía a la orilla de una represa, hacía como 100 patos cuando era niño, no hacía nada más que eso; eso era como una fábrica de todo lo que veía, hacía figuras de caballos, vacas, te estoy hablando de que eran cientos de animales, los quemaba para que quedaran duros, para que no se desmoronaran con el agua, pero yo empecé a quemarlos porque yo veía que había ollas de barro que estaban quemadas, entonces yo decía ‘pues ha de ser lo mismo’; conservo una o dos de las piezas estas porque me las encontré tiradas después de muchos años cerca de la casa en los basureros del rancho”.

Coronado Ortega confiesa al reportero cómo a los 14 años abandonó el seno familiar de Caborca para profesionalizar su vocación que había descubierto quemando figuras de barro cuando era niño:

“Yo desde que era un niño decidí ‘voy a hacer esto’, me fui temprano de mi casa para Hermosillo para estudiar, nunca quité el dedo del renglón. A mí me dijeron que la pintura no era para los hombres, que era para las mujeres, que la pintura era para la gente que no tenía nada que hacer, que para qué si no sirve para nada.

“Mi madre se quedó en Caborca y yo me fui solo a Hermosillo, tenía 14 años, no te terminé la secundaria, me fui derecho a la Academia de Pintura de la Universidad de Sonora, era requisito tener la secundaria, pero era yo un niño que no quería más que eso; me recibieron porque no era licenciatura, era una escuela de dibujo, pintura y escultura; yo hacía mis ocho o 10 horas diarias, de ahí no me movía para ninguna parte, ahí estudié hasta los 17 años”.

 

“En el mero filo de la navaja”

Medio siglo después de forjar los cimientos de la plástica bajacaliforniana y mientras algunos visitantes recorren su exposición “Carlos Coronado Ortega. 50 años en BC” en la Sala 3 de El Cubo durante la apertura de la muestra, el artista advierte al reportero sobre su obra:

“Lo que conocen es muy poquito, lo que he hecho no se ha conocido, hay algunos libros pero muestran casi lo mismo que conoce toda la gente, pero no lo que tenemos guardado o lo que está en particulares, no se ha expuesto”.

— ¿Qué busca lograr en el espectador que ve su obra?

“Sobre todo que la obra tenga un diálogo con el espectador, que la obra se defienda sola y que tenga un diálogo, que te llame, a lo mejor muchas veces te deja pasar porque nada más va a ser para que saborees algo de ahí pero que no te jale mucho, pero eso depende de cómo ande uno; una obra es como la literatura, como cuando te metes mucho a los textos, y eso lo sacan quienes lo encuentran.

“Mi obra es simple, no tiene muchas complicaciones, es una manera de que sea natural, las cosas son tranquilas, hay algunas que son quietas, la simplicidad muchas veces es elegancia, puede llegar hasta el minimalismo con la simplicidad”.

Tras 71 años a cuestas y más de 60 exposiciones individuales, de piel morena como el barro y cabello entrecano, Coronado Ortega reflexiona:

“Ahorita estoy en la madurez, me siento capaz de todo, y con el ánimo de hacerlo. La vida me ha dado casi todo, estoy muy satisfecho de eso porque hay muchos caminos que he recorrido y otros que falta por recorrer y que están muy cerca, no es nada difícil, para mí no hay esfuerzo, tengo casi todo a la mano, todavía puedo hacer muchas cosas que están al alcance de hacerlas, lo único que tengo que hacer es vivir.

“Aunque yo me crié en Sonora, nunca he representado a Sonora, para nada, en los viajes al extranjero voy representando a Baja California, en eso estoy muy contento. Mi tema es el desierto, el agua, la luz, el hombre, la migración, los grupos étnicos, la frontera ha sido mi tema principal, porque siempre he estado en el mero filo de la navaja”.

Carlos Coronado 3

 

Mural, en la cosmogonía de los cucapah

Al aproximarse la medianoche del viernes 29 de julio de 2016 durante la inauguración de su exposición ya todos se habían ido, solo lo esperaba pacientemente su esposa Cecilia Bórquez; entonces Coronado Ortega vuelve a los tres primeros frescos que pintó en los muros del Hotel Lucerna en 1966 ya que tras su destrucción encontró la técnica del mural desmontable que prefirió tiempo después para crear sus más de 60 murales esparcidos por Baja California, Arizona, California y Panamá:

“Seguía haciéndoles otros murales y empezaban a hacer lo mismo, hacían más grandes los espacios y tumbaban esa parte; entonces, a partir de ahí empecé a hacer los murales desmontables, a usar una fibra que ya también dejó de fabricarse, era de henequén, como de yute más o menos; de eso los hice hasta que se acabó la fábrica de henequén; el mural de la Biblioteca Central del Estado está pintado en henequén”.

El artista rememora que entre 1974 y 1975 pintó el mural “Los primeros pasos” en Biblioteca Central del Estado; luego, la segunda parte del proyecto muralístico continuó en 2015 con la obra “Llegaron, estamos, se fueron”.

Aunque en realidad se trata de un solo proyecto muralístico, donde narra la cosmogonía y orígenes de Baja California:

“Es uno solo, desde la parte de arriba que viene del cielo, es la cosmogonía de los cucapah y todas las raíces de los grupos étnicos de Baja California; es una espiral, un infinito, vienen cayendo todas las piezas hasta ahorita alrededor de los cuatro lados”.

La tercera parte del plan muralístico de unos seis por 12 metros aún está por pintarse pues depende de que se bajen los recursos, ya aprobados, del Gobierno del Estado:

“Falta el domo todavía, el plafón; falta terminar la parte de arriba; estamos esperando el presupuesto que yo pienso que este año lo metan y el año que viene se ejecute”, concluyó Coronado Ortega.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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