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sábado, febrero 17, 2024
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Tolerar, no significa callar

La población mundial de personas es de un promedio de siete mil 500 millones de habitantes; cada uno de nosotros en lo particular, somos únicos, irrepetibles e indivisibles, con nuestros propios modos de pensar, sentir, actuar, además de nuestras experiencias vividas en el transcurso de nuestra existencia.

Dice un refrán popular: “Cada cabeza es un mundo”. Es cierto, lo es. Pero, ¿qué pasa cuando los mundos chocan? Es decir, cuando mi modo de pensar, sentir y actuar es diferente o hasta antagónico al de otra persona. Si se carece de inteligencia y madurez en ambas partes, es muy probable que se enciendan los ánimos en una fuerte discusión con insultos y hasta con violencia. Tampoco se pone en práctica en nuestra vida cotidiana y en el orden de la política mundial, las frases célebres acreditadas a Don Benito Juárez: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, aunado a graves carencias de valores, moral, religión bien practicada sin fanatismos. Todo se ha vuelto un verdadero desgarriate en cuanto a la tolerancia, el respeto y la solidaridad, esto por el solo hecho de pensar y actuar diferente, ya sea en la familia, comunidad, nación y el mundo entero.


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Es muy común en las redes sociales, dar “rienda suelta” a las ofensas, burlas y demás faltas de respeto al que muchas personas recurren porque alguien respetuosamente compartió su opinión de algo que no fue de su agrado y cobardemente, sin dar la cara, le responden con palabrotas y maldiciones, en otras palabras, descargan sus traumas y complejos, odios y amarguras de su vida en otra u otras personas que son diferentes a él. Por citar un ejemplo, esto es muy dominante en las creencias religiosas.

Te contaré una anécdota personal. Fíjate que hace pocos meses publican por Facebook: ¿Qué opinas de los tatuajes en las mujeres? Y por dar mi opinión de que la mujer con tatuajes pierde feminidad, recibí como respuesta muchas palabras ofensivas que la verdad, para nada me afectaron, por parte de mujeres jóvenes. Les respondí que esa era mi opinión y la sigo sosteniendo, pero no entendieron razones.

Existe además en las redes sociales y en algunos conductores de programas de radio y televisión, la costumbre de opinar de algo en que son ignorantes o que no es su ramo o especialidad, y todavía se ponen a discutir con la persona que sí está preparada en el tema que se está tratando y sabe lo que está diciendo; ya que en vez de guardar respeto, sin interrumpirlo cuando esté hablando y escuchar o leer con atención lo que dice para aprender de él, empiezan a enviarle las ofensas y decirle tontería y media. Por ejemplo, un médico que afirma seguro de sí mismo, que el aborto es un asesinato a un ser humano en el vientre de su madre y que prefiere ir a la cárcel por desacatar esta ley, antes de convertirse en un médico asesino; sabe lo que está diciendo y por qué lo dice. Tolera otras formas de pensar, aunque no esté de acuerdo con ellas, pero no se calla en decir lo que es una verdad comprobada. ¡El aborto es un asesinato!


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Por medio de esta carta que escribí para ti, mi apreciable lector, quiero compartir contigo mis deseos de que seamos siempre tolerantes y respetuosos de todas las personas, sea cual sea su nacionalidad, raza, cultura, religión, en fin, de todo. Son muy conocidas las célebres palabras de Voltaire: “Puedo estar en desacuerdo en lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

Seamos felices. Deseo lo mejor en tu vida.

 

Eduardo A. Velarde Vázquez

Tijuana, B.C.

Correo: eduardovpresencia@gmail.com

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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