14.3 C
Tijuana
jueves, febrero 15, 2024
Publicidad

Peña, el presidente de las selfies, regresará en octubre

Tres veces estuvo en Ensenada, el Presidente Enrique Peña Nieto durante su mandato. La primera, el 1 de junio de 2015 para celebrar el día de la Marina; la segunda, a finales de julio de 2017, en la vinícola Santo Tomás, donde grabó un promocional de esta región. La reciente, el lunes 11 de junio de 2018, para inaugurar la planta desalinizadora.

Tres fueron también los puntos de revisión sorteados para poder entrar al evento. A las tres con tres de la tarde inició el acto, y en la tercera camioneta Suburban negra, con placas de presidencia; de siete que conformaban el convoy, se retiró rumbo a Tecate.


Publicidad


“No ponga su carro aquí porque estos cabrones no perdonan; si les estorba, me van a decir ‘dele jefe’ y les vale madre. Imagínese, son puros chamacos de 18 años con grado de Teniente”, advirtió el chofer de transporte de personal al reportero cuando llegó al estacionamiento.

Media hora después, bajo el rayo del sol, apareció un miembro del Estado Mayor Presidencial, cotejó identificaciones y nombres, repartió engomados fosforescentes a los reporteros y luego a los arcos detectores de metal. De ahí, en microbús a la desalinizadora, a media cuadra de la carpa.

“Fuera Peña, fuera Peña. Son unos corruptos, vendidos, escoria”, gritaba un hombre con megáfono desde la banqueta de enfrente.


Publicidad

 


Ya dentro, bajo la carpa, en el presídium, junto a la silla del Presidente estaba esperando la señora Graciela Nito Almanza, vecina de la colonia Piedras Negras, con su pelo teñido de rojo, con saco violeta y vestido azul. Duró más de media hora sin moverse, cuidando un folder donde tenía su discurso, hasta que el alcalde Marco Novelo se sentó a su izquierda y comenzaron a platicar.

Poco antes de las 15:00 horas, con una hora de retraso, se divisó en el cielo un helicóptero de la Marina rumbo a la Guarnición Militar El Ciprés. Luego, a las 15:03 horas llegó el convoy del Presidente.  En medio de aplausos de un grupo de señoras priistas y al grito de Peña-Peña, el mandatario comenzó el concierto de abrazos y selfies, no menos de 60. Con camisa roja de cuadros azules, arremangada, pantalón y zapatos negros, el mandatario lució su tradicional peinado.

Custodiado muy de cerca y en todo momento por un general de división, vestido con un elegante uniforme verde y cuatro guardias presidenciales que formaban una especie de rombo. Otros guardias, un poco más alejados, cargaban maletas.

Ocho minutos le tomó a Peña llegar hasta el presídium, donde saludó de beso y abrazo a la señora Graciela. Gobernador, director de Conagua, develación de placa, representante de los porteños y Peña, en ese orden, el protocolo.

Peña habló de política, dijo que el Presidente y el gobierno de la Republica, deberán conducirse con estricto apego a la legalidad, respetuosos de la libertad de expresión durante este proceso electoral, para que los mexicanos elijan libremente.

Al finalizar, se retiró por el frente del presídium, se tomó más fotos, una señora le gritó “guapísimo”; se despidió de Novelo y regresó a El Ciprés para dirigirse a Tecate.

 

Más selfies en Tecate

Veinticinco minutos después de las cuatro de la tarde, cuatro helicópteros del Estado Mayor Presidencial y uno de la Secretaría de Marina, llegaron a la carreta que une los municipios de Tecate y Ensenada. Tras la polvareda dejada por las aeronaves, llegó el Presidente Enrique Peña Nieto.

Al modo del sexenio, el Presidente caminó por un paseíllo montado exprofeso para saludar y tomarse fotografías, las selfies presidenciales. Llegó acompañado de Francisco Vega de Lamadrid, gobernador del Estado; Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes; Rafael Pacchiano Alamán, de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Vega, a quien la Auditoría Superior de la Federación le practica una revisión a las finanzas, aprovechó para justificar la visita del Presidente diciendo que ésta ratificaba la relación de respeto entre Federación y Estado.

El escenario fue una carretera de 77 kilómetros, de longitud que da apertura a la Ruta del Vino -en el tramo Tecate-San Antonio de las Minas-. Tiene doce metros de ancho, dos carriles de ambos sentidos y acotamientos; además, siete puentes y un entronque, para ello se invirtieron mil 147 millones de pesos y de acuerdo con Ruiz Esparza, generó cuatro mil 600 empleos en su construcción.

Ruiz “despolitizó” la obra, argumentando que las inversiones en colaboración con los estados se dan “al margen de los colores partidistas”, y en ese contexto, en octubre se concluirá la carretera San Felipe-Laguna Chapala, con inversión de mil 564 millones de pesos. Se espera que el mismo Presidente la inaugure.

En la apertura de la carretera, dieron el micrófono a Jorge Andrés Ávila Ramírez, representante de los vecinos de Valle de Las Palmas, quien solicitó apoyo para resolver la situación de los títulos de propiedad en la zona. Pero no hubo respuesta, los funcionarios se colocaron para la develación de la placa conmemorativa a la inauguración, que no lleva los nombres de los políticos.

El presidente festinó su política: los proyectos entre Federación y Estado los ha mantenido durante su gestión, y el hecho de que Baja California sea el Estado más lejano del centro de la República, no impide tener relaciones institucionales. Presumió que a estas alturas de su sexenio, ya se podía ver cuánto se había avanzado, y adelantó que han sido 53 autopistas las que se han mejorado, tres mil kilómetros que estaban en malas condiciones; además, la modernización de los puertos, aumentando la capacidad de carga.

Luego dijo que mejor ya ahí le paraba porque tenía que irse y ya era hora de comer; preguntó al público si ya habían comido y contestaron que no; más saludos y el presidente se retiró como cuando llegó, dejando tremenda polvareda.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas