Huele mal la corrupción con la que AMLO prometió acabar “de arriba abajo”, pero que sigue solapando y permitiendo a sus cercanos; acusa a otros muchos de lo mismo, pero sólo de palabra, nada en los hechos.
Julio César fue asesinado y con el tiempo las publicaciones fueron prohibidas por Augusto César. Las actas del Senado siguieron escribiéndose, pero sólo podían publicarse con un “permiso especial”. ¿No les suena conocido? Guardando las proporciones históricas y técnicas, la diurna urbis actae no fue otra cosa que la “mañanera” de Julio César.
No le dejan ver la luz del sol a ese individuo detenido en N.Y., pero ese tipo cegó la luz de muchos ojos al asesinar vastas personas en México y en el extranjero.
“¡Y qué decir de otros “pequeños detalles!”, los miles de muertos producto de una estrategia fallida de “abrazos, no balazos” o el mal manejo de la pandemia y las vacunas; los periodistas asesinados durante la 4T, el olvido de crímenes como el de los sacerdotes jesuitas en Chihuahua, el de los miembros de la familia Lebarón entre Sonora y Chihuahua
Luego entonces, ni tanta honestidad, ni tanta fraternidad, no existe el respeto ofrecido; se nota la inquina, el enojo, la falta de concordia y empatía. No hay dialogo y sí poca tolerancia.
Sociedad civil, activistas y periodismo, han exhibido deficiencias gubernamentales e incluso actos de corrupción. Caso de “Brutalidad en el DIF”, el más reciente, pero no el único
Entre otros ofrecimientos del candidato AMLO figuraron también el instaurar una verdadera democracia, acabar con los fraudes electorales y aseguró que en adelante las elecciones serían limpias y libres. Pero del “dicho al hecho...”.