Nuestro país desafortunadamente sufre un desgaste brutal en sus instituciones, pero muy en particular en aquellas que tienen como propósito la impartición de justicia.
No debe existir dolor más grande para una madre o padre de familia que enterrar a un hijo(a). El sufrimiento se hace más profundo cuando esa persona pierde la vida, como el caso de Debanhi Escobar, y no tener claridad de lo sucedido.
En momentos donde la polarización entre los mexicanos es el “pan nuestro de cada día”, alentada desde la misma Presidencia de la República, es importante reconocer cuando las decisiones gubernamentales son acertadas.
No cabe duda, el peor enemigo del ser humano es el mismo ser humano. Somos una especie autodestructiva que no pierde oportunidad alguna para demostrar los idiotas que somos. Mencionaré tan solo dos ejemplos.
Ningún presidente u autoridad debe utilizar el aparato del Estado para exponer información protegida legalmente con el propósito de exhibir a alguien trátese de Carlos Loret, gobernadores, dirigentes partidistas, dueños de una tienda o comercio, empresarios o quien sea.
En todos los gobiernos -como en la vida misma- hay momentos buenos y otros complicados. Existen asuntos que están bajo control y varios que aparecen sin que nadie se lo espere.
En nuestro entorno le damos demasiada importancia a los líderes políticos o aquellos que independientemente de su posición pretenden ejercer cierta influencia; los hay sociales, empresariales, de opinión, etc.
Arranca el 2022; de alguna manera también se renuevan las ganas y el ánimo para que nuestros deseos se conviertan en realidad. Varios de estos podrán estar bajo nuestra responsabilidad y control, pero muchos seguramente no.
Nuestro país desde hace muchos años sufre los estragos causados por la inseguridad, hay que escribirlo con todas sus letras; gobiernos federales, estatales y municipales de todos los partidos políticos van y vienen y los resultados son inexistentes, o en el mejor de los casos, mediocres.