“El cocinero a nivel mundial es un estereotipo igual que el mexicano sentado en un nopal con un sombrero durmiendo; el cocinero chino es el estereotipo de los chinos. ¿Qué son los chinos? Cocineros. Es un estereotipo y esto se alimenta de racismo”, es la frase lapidaria con la que arranca la entrevista a un integrante de la comunidad china, quien pidió el anonimato a cambio de su testimonio sobre la construcción del polémico Cocinero Chino, obra de 25 metros de altura que se cimentará con “imposición e ignorancia”.
Será erigido en una esquina ubicada en el cruce de Bulevar Adolfo López Mateos y Calle Juárez, intersección donde arranca el conocido como Barrio Chino, proyecto emprendido desde la administración de la entonces alcaldesa Marina del Pilar Ávila Olmeda que tiene como objetivo reavivar el Centro Histórico de Mexicali.
Ahí se ubica la compleja estructura cuya inauguración se tenía prevista para finales de julio de 2024, pero que se ha pospuesto en tres ocasiones, la última, en una polémica determinación realizada el 31 de diciembre a las 15:00 horas -a punto de cerrar el año-, fecha que tenía de plazo para su develación, pero que por un supuesto retraso en la entrega de materiales por parte del proveedor, se consideró un problema de “causa de fuerza mayor” y “ajeno” al artista, suficiente para evitar la multa al escultor tijuanense Óscar Ortega Corona, por nuevamente incumplir con su trabajo y compromiso.
Ahora, se estima que el último pago por la escultura se realice el 15 de febrero y para el mes de marzo concluya la construcción.
Así como el tiempo se prolongó, el costo se elevó sustancialmente, pues de 1.5 millones de pesos de cotización oficial, hoy la obra supera los 6 millones de pesos, según estimaciones del gobierno municipal.
El monumento que pretendía impulsar uno de los proyectos más importantes de la gobernadora, se envuelve en la polémica, pues es repudiado en redes sociales, cuestionado por organismos como el Colegio de Arquitectos de Mexicali, y sólo defendido por el Gobierno del Estado como un destino turístico para tomar selfies, aunque para la especialista en estudios culturales, la doctora Luz María Ortega Villa, se trata de “una ocurrencia de borrachera”, pues no representa absolutamente nada de lo que la comunidad china ofreció a Mexicali en su formación y desarrollo.
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EMPRESAS QUE “REGALARON” SERVICIOS, DE LAS MÁS BENEFICIADAS
En marzo de 2024, cuando inició la construcción del Cocinero Chino, apodado coloquialmente “El Cochinero”, el Colegio de Arquitectos de Mexicali presentó una misiva ante el Ayuntamiento, cuestionando la construcción del monumento, bajo el argumento de que no hubo una participación democrática de la ciudadanía para definir el tipo de obra que se llevaría a cabo, aunado a que consideraron que se deben buscar elementos significativos o que dignifiquen la ciudad.
Afirmaron que este proyecto no se consultó a expertos ni especialistas estructurales ni sociales que pudieran orientar sobre las necesidades de la imagen urbana. Pese a ello, el proyecto continuó y, a casi un año del arranque de su construcción, la única defensa es que -afirman- la inversión pública fue minúscula.
Arturo Espinoza Jaramillo, secretario de Infraestructura Desarrollo Urbano y Reordenamiento Territorial, comentó que si bien el Estado no invirtió ni un peso, participó en el diseño y la cimentación.

“Sí nos hicimos responsables del cálculo estructural que nos ayudó un despacho local, que no era sencillo porque no es uniforme, fue complicado, entonces hubo que hacer bastantes modelos, sobre todo el viento, por el peso el temblor no es tan importante. Luego viene la cimentación, nos la donaron y otra empresa local para ayudarnos con la estructura”, refirió el funcionario.
Agregó que las empresas Valle Dorado, Cadena e Ingeniería Estructural, de Benjamín Terán, donaron su trabajo para apoyar en la construcción del monumento, lo cual representaría un gasto de 2.5 millones de pesos, según el valor del mercado.
Si bien Espinoza Jaramillo aseveró que no hubo contratos en ello, debido a que fueron donaciones -lo cual representaría una irregularidad, pues hasta las donaciones deben ser declaradas por los entes gubernamentales-, el término donación sería un tanto cuestionable.
Y es que mediante un análisis realizado por ZETA en Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), se pudo constatar que las constructoras Cadena y Valle Dorado han sido dos de las empresas más beneficiadas por el actual gobierno marinista.
Según los contratos disponibles en PNT, Constructora Cadena se hizo de mil 045 millones 297 mil 824 pesos por licitaciones abiertas y cerradas, y adjudicaciones directas sólo por parte de la Secretaría de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Reordenación Territorial (SIDURT), a lo que se agregan 35 millones 564 mil 270 pesos en contratos por parte del Fideicomiso de la Autopista a La Rumorosa, otros 6 millones 362 mil 421 pesos de la Junta de Urbanización y 22 millones 487 mil 733 pesos del Ayuntamiento de Mexicali, sólo en los tres años del actual gobierno estatal.
Por su parte, Constructora Valle Dorado ha recibido contratos por 192 millones 932 mil 462 pesos, de los cuales el más grande ronda los 100 millones de pesos y lo compartió con la empresa Con2a, otra de las favoritas del marinismo, por la construcción del estacionamiento ubicado en la Zona Centro de Mexicali.
La tercera empresa apenas superó los 300 mil pesos en el diseño de obras.
“COCHINERO”, IGNORANCIA Y AUTORITARISMO
Para Luz María Ortega Villa, doctora y ex académica de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) especialista en materia cultural, no hay duda que el Cocinero Chino se convertirá en un monumento sin valor cultural, como lo fue la Estela de Luz en Ciudad de México, que pretendía almacenar el sentimiento de identidad en México, pero su imposición provocó que la comunidad lo rechazara.
Hoy -asegura- la gente sigue reuniéndose en el Ángel de la Independencia, y no en una costosa figura que nadie pidió.
“Me pareció una ocurrencia de borracho en cervecería, me imagino a unos platicando, al calor de cervezas artesanales, de que Mexicali requería algo para atraer turismo, salió la comida china y ‘hay que hacerle un monumento al cocinero chino’, además de quienes tienen el poder político y lo pueden hacer porque tienen en el poder”, refirió Ortega Villa, para quien no hubo participación ciudadana ni intervención de la comunidad para definir el proyecto.
“Lo que menos se veía en La Chinesca eran cocineros, si lo ves desde lo turístico, se me hace que de esos que tomaban sus cervezas, fueron a San Francisco y quisieron hacerlo igual, hasta metieron un tranvía en Mexicali. Es una copia mal hecha de los de San Francisco, son tranvías, en Mexicali es un camión disfrazado”, expuso.
En su opinión, La Chinesca nunca tuvo esos acabados en los edificios que actualmente están diseñando, pues se trataba de fachadas típicas; se le conocía como Chinesca solamente porque ahí había chinos comerciantes, no así restauranteros.
Y es que, aseguró, los libros de historia de Mexicali no ubican a los chinos como fundadores, pero sí como pioneros, pues su influencia comenzó a identificarse hasta la segunda mitad del Siglo XX, lo cual sugiere además el racismo tan grande que existía en México, pues no eran considerados en los censos de población.
Para la doctora, un régimen que se jacta de hacer consultas ciudadanas debió invitar a la ciudadanía en la construcción de un proyecto, lo cual sugiere que la cultura “no es algo importante para los actuales gobernantes”, o bien, sólo es de adorno para hacer dinero con artistas favoritos.
“Los mexicalenses lo tomaron como identitario porque está asociada a la familia, a los domingos, a la convivencia, no por la imposición gubernamental. Todo eso genera arraigo en la ciudadanía, y por decreto, hacer que la gente lo asuma como propio”, remató la especialista.
NO ES UN PROYECTO HISTÓRICO, ES TURÍSTICO Y ECONÓMICO
En una ubicación neutral, ZETA tuvo la posibilidad de conversar con un integrante de la comunidad china. No se asume como vocero, pero habla sobre su trabajo y su participación en la comunidad.
Para evitar represalias, aceptó la entrevista bajo la protección del anonimato, pero sus posturas son contundentes, pues considera que no hay forma de que un cocinero chino de esas dimensiones represente la cultura china y su aportación a Mexicali.
“Si el cocinero nos representa como comunidad, donde quedan los viajes especiales, experimentación, vehículos autónomos, el control remoto de equipo con el operario, con la red 5G; no entendemos la cultura china, es tan vasta, llena de cosas que un cocinero va a representar todo lo que es con la estatua de un cocinero. La estatua está bien con un tema comercial, cualquier restaurante puede ponerlo”, dijo mientras reflexionó sin éxito sobre cómo hacer las paces entre lo cultural e histórico, lo turístico y económico, con una estructura de dichas dimensiones.

Al analizar la estructura, consideró que no se ubica en un lugar estratégico, pues no hay un área verde o un espacio social, sino en una entrada a lo que intentan referir como un barrio chino.
Añadió que el concepto Barrio Chino no ocurrió en Mexicali porque hubo menos racismo aquí que en otras partes de México, pues la intención era segmentar a la comunidad china a una sola calle o comunidad, con el objetivo de que no pudiera extenderse de una zona. En otras palabras, el concepto de Barrio Chino resulta racista y los encargados del proyecto lo reviven como sí se tratara de algo positivo.
Asimismo, el entrevistado expresó que la comunidad china tiene dolor por los episodios históricos de racismo y abusos, pero no piensan en ello como un revanchismo, pues prefieren seguir trabajando en favor de su comunidad.
Otro de los puntos de incongruencia, asegura, es que los cocineros chinos eran parte de un engranaje de la comunidad, pues mientras unos salían al campo a trabajar, otros preparaban la comida. Sin embargo, era parte de un engranaje, no un protagonista en la historia de la comunidad.
Destacó que los mexicanos comenzaron a comer con los chinos porque su alimentación era vasta, y conforme empezaron a juntarse, se dieron cuenta que podían hacer negocio, por lo que tropicalizaron la comida a las preferencias mexicanas. Eso, refiere, no se analiza en el Museo Wok de la Comida China, ubicado en la Zona Centro de Mexicali.
Por su parte, Luz María Ortega Villa asegura que cuando arribaron los chinos a Mexicali vivían en contextos de explotación severos, lo cual pareciera que se olvida con esta supuesta resignificación de la historia china.
Tanto Ortega Villa como el integrante de la comunidad china, coinciden en que la persona encargada de plantear este proyecto resulta sumamente ignorante sobre la cultura china en Mexicali, por lo que consideran que el Cocinero Chino es más un monumento a la ignorancia de la política bajacaliforniana, que a la comunidad oriental.