José María Bulnes “Chema”, llegó a la FCP y Sociales de la UNAM a finales de 1973. Profesor de la materia “Filosofía de la Historia”, enseñaba todo menos filosofía de la historia; su clase era una especie de video de Alfredo Jalife en vivo: veíamos geopolítica, geoestrategia y por supuesto, filosofía de la historia. El director le llamaba la atención para que se apegara al programa de estudio. No obstante, el Chema se hizo popular y cada vez tenía más estudiantes inscritos y oyentes.
Unos meses antes de la llegada del Chema, el 11 de septiembre de 1973, en Chile se daba el golpe de Estado y Salvador Allende era asesinado. Pinochet tomaba el poder, y con él, por primera vez, Nixon, Henry Kissinger y Margaret Thatcher le imponían el modelo neoliberal al mundo.
En México y en la UNAM se vivía una efervescencia ideológica y política: teníamos aún muy cerca Tlatelolco y el Jueves de Corpus, el gobierno de Echeverría buscaba una conciliación y acercamiento con la juventud, había guerrilla y guerra sucia. El Presidente chileno ya había dado su discurso histórico en la Universidad de Guadalajara en 1972, y el estudiantado mexicano seguía con mucho interés el proceso democrático chileno; se decía que era “una revolución pacífica hacia el socialismo”. La política exterior mexicana, candil de la calle y oscuridad de su casa, nos permitió conocer al Chema, uno de los primeros exiliados chilenos que llegaron a México bajo la protección de la Doctrina Estrada.
Con la conciencia de lo que estaba sucediendo, teníamos claro quién estaba tras el golpe; no necesitamos la hipócrita “desclasificación” de los papeles de la CIA o del Pentágono. Muchos estudiantes nos dirigimos a la Avenida Reforma y enfrente de la embajada de ese país expresamos nuestro rechazo, y hubo quema de banderas y monigotes del Tío Sam.
Al poco tiempo comenzaron a llegar a México los perseguidos políticos de Pinochet, entre ellos el Chema. Sabíamos que no había nada nuevo bajo el sol.
Con el Chema estudiamos geopolítica: “En América Latina, de 1945 a 1973 hubo 30 golpes de Estado, en los que estuvo involucrado Estados Unidos (fueron ‘20 directamente y 10 menos directa, pero significativamente’). No sé qué significa esto, pero lo que se ve claramente, es que estuvo involucrado ‘en todos’: 1948, Colombia, asesinato de Jorge Eliecer Gaytán; 1954, Guatemala, derrocamiento de Jacobo Arbenz Guzmán; 1954 Paraguay, Stroessner llega al poder y permanece durante 35 años; 1964, Brasil, cae Joao Goulart, se establece dictadura durante 21 años; Bolivia, golpe contra Víctor Paz Estensoro, la dictadura dura 10 años; 1973, Chile… derrocan a Salvador Allende y Pinochet dura 17 años en el poder, y mueren miles de chilenos”.
Datos del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro: “Entre 1990 y 2022, han muerto violentamente 1,2 millones de personas en Latinoamérica, de las cuales 400,000 son atribuidas a acciones del Estado”.
De 1973 a la fecha no dejaron de suceder golpes de estado en América Latina, sin embargo, la “técnica golpista” varió; ahora los derrocamientos se dan con la “judicialización de la política” o “Lawfare”: juicio de Lula, en Brasil; de Evo Morales, en Bolivia; de Rafael Correa, en Ecuador. El intento de desafuero contra AMLO, puede considerarse lawfare.
El historiador Arnold Toynbee, en su Estudio de la Historia, encontró que cuando un imperio es amenazado por otro poder en ascenso, intenta destruirlo mediante la guerra: la guerra de Esparta contra Atenas, de Alemania contra Inglaterra y ahora Estados Unidos contra China. Al fenómeno se le conoce como “La Trampa o Paradoja de Tucídides”; Estados Unidos está metido en ella: utiliza a Ucrania para debilitar a Rusia, creyendo que podrá derrotar de paso a China.
Hay dos modelos económicos enfrentados en el mundo, uno en ascenso y el otro en declive. América Latina está luchando por una nueva independencia e integración regional. México tiene elecciones presidenciales en el 2024 e intenta fortalecer un modelo económico propio que le ha funcionado llamado “Humanismo Mexicano”.
Para salir de la trampa, decía Tucídides, había dos maneras: una la guerra y otra que el poder hegemónico negociará con el poder ascendente y así ganar los dos. Parece que China practica y busca la salida negociable, mientras Estados Unidos pareciera estar obsesionado por mantener su hegemonía y no hay indicios o voluntad, desgraciadamente, de negociar la paz.
La gerontocracia, corrupta y arrogante clase política de EE.UU parece no tener la altura de miras ni la inteligencia para salir de la trampa. Al sur estamos los mexicanos y América Latina, luchando por tener una mejor forma de vida, esquivando y dándole la vuelta al entrampado vecino. Esperemos que al Humanismo Mexicano no lo vean como un modelo “comunista” e intenten imponer, por medio de la ultraderecha mexicana, a la “vendedora de gelatinas”. (Con apoyo de Fidel Fuentes López, Sociólogo, FCPyS, UNAM).
El Profesor Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com