Hasta el momento personal del Ejército y Guardia Nacional continúan realizando reconocimientos terrestres, y aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana realizan reconocimientos aéreos para coadyuvar con las autoridades civiles al restablecimiento del orden público y del Estado de Derecho” aseguró a la una de la tarde del jueves 5 de enero, el secretario de Defensa Nacional, General Crescencio Sandoval González, al reportar la violencia generada tras la captura de Ovidio Guzmán.
Contrario a la supuesta vigilancia, declarada por el General Sandoval, todavía a las cinco de la tarde del mismo jueves, residentes de Culiacán y Los Mochis, Sinaloa reportaban las calles desoladas, sin autoridades municipales o estatales, menos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Guarda Nacional o Fuerza Aérea. “Tan no hubo presencia que la violencia continuaba por la tarde, aunque el humo y los sonidos de bala eran más esporádicos. Tampoco contuvieron los saqueos de tiendas”.
Las mismas autoridades que supuestamente hicieron una investigación de seis meses para detener al traficante -Sedena, Guardia Nacional, Centro Nacional de Inteligencia, Fiscalía General de la República y Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa-, que de acuerdo a lo dicho por el secretario de Defensa, plantearon “un esquema operativo de seguridad interinstitucional que abarcó diferentes círculos de seguridad” en la captura, fueron incapaces de considerar también al personal y las acciones necesarias para proteger la “inminente amenaza” a la seguridad de los ciudadanos de Sinaloa.
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Simplemente hicieron su captura y dejaron el Estado ardiendo.
Alrededor de la una de la tarde, cuando las autoridades federales ofrecieron la conferencia en Ciudad de México, ciudadanos y reporteros de Culiacán llevaban aproximadamente siete horas denunciando la presencia de hombres disparando al aire, bloqueos carreteros y retenes de hombres armados en las fronteras de los municipios, así como el robo y quema de autos y camiones para bloquear puentes o avenidas internas en las ciudades.
Con el transcurso de las horas, este tipo de señalamientos se extendieron a Los Mochis y Guasave, y, según reportes ciudadanos, también a San Ignacio, Elota, Concordia y Escuinapa, donde el periódico Noroeste reportó el robo e incendio de cinco tractocamiones en el puente La Estacada.
De esto, las autoridades federales y estatales no informaron nada el jueves.
A las cuatro de la tarde, en Culiacán, desde las zonas altas se veían todavía dos humaredas, “Eso no significa que las quemas se detuvieran o que ya hubieran movido los carros quemados”, destacaron los ciudadanos.
Para entonces ya se había reportado una segunda balacera en la Zona Militar del aeropuerto en la que habían dañado una unidad de las Fuerzas Armadas. Además, seguían los robos en tiendas departamentales y de autoservicios, que se empezaron a reportar pasado el mediodía. Incluso estrellaron un carro contra una tienda Ley.
LOS REPORTES OFICIALES
Alrededor de la una de la tarde -12 del día hora de Sinaloa-, en la conferencia de prensa de la captura de Ovidio Guzmán, el General Luis Cresencio Sandoval González informó: “Momentos después de su detención, células criminales de su grupo delictivo realizaron 19 bloqueos y agresiones armadas en diferentes partes de la ciudad de Culiacán, entre las que destaca el Aeropuerto Internacional Federal de Culiacán y la Base Aérea Militar Número 10”.
Al presunto traficante lo capturaron durante la madrugada, y el vuelo AM165 de las nueve de la mañana, ruta Culiacán-Ciudad de México de Aeroméxico, fue atacado a balazos en la parte trasera del fuselaje, previo a su despegue.
Un video mostró cómo delincuentes a bordo de alrededor de 40 vehículos, se reunieron en un punto cercano para después dirigirse en fila impunemente, sin ser detenidos, rumbo al aeropuerto. Mientras a Guzmán lo trasladaban a la Capital “en naves de las Fuerzas Armadas”, entre las que fue identificado avión de la Sedena con el número B737.
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El Aeropuerto Internacional Federal de Culiacán cerró, y cientos de vuelos de entrada y salida se cancelaron el 5 de enero, con el consiguiente caos. Desde temprano, el Gobierno de Estados Unidos emitió una alerta de viaje para prevenir y evitar que sus ciudadanos se trasladaran a Sinaloa.
El General también informó que “fueron bloqueados todos los accesos a la ciudad de Culiacán, detectándose cuatro de ellos en los accesos a la ciudad de Mochis y dos más en la salida hacia Costa Rica, Sinaloa”.
Alrededor de las siete de la mañana, hora de Sinaloa, a través de sus redes sociales, la Secretaría de Seguridad Pública de aquella entidad confirmó lo que la prensa local y la ciudadanía estaba denunciando horas antes.
“Se están presentando despojos de vehículos y bloqueos en diferentes puntos de la ciudad, pedimos a la ciudadanía no salir, estamos actuando en consecuencia, informaremos cuando estemos en condiciones”, publicó el secretario Cristóbal Castañeda, y alrededor de la ocho de la mañana, el gobernador Rubén Rocha anunció la suspensión de toda actividad docente y administrativa en Culiacán.
Aunque la gente no los veía, reportaron: “Las autoridades están ejerciendo su tarea y los mantendremos enterados”.
El Ayuntamiento de Escuinapa también suspendió las actividades deportivas.
A las 8:20 de la mañana, la secretaría local informó no haber “registrado evasiones ni desmanes en su interior, sólo quema de basura. Se mantienen los trabajos y despliegues operativos” al interior del penal de Culiacán, pero por la tarde del jueves, aún se escuchaban balazos aislados en la zona.
Los delincuentes ya habían atacado el aeropuerto, medios locales reportaban versiones de entre 7 y 26 elementos de seguridad heridos, pero no especificaban si en uno o más ataques. Sólo la muerte de un elemento de la Policía Estatal fue confirmada por la Secretaría de Salud tres horas después, alrededor del mediodía.
Pasado el mediodía, el Ayuntamiento de Mazatlán, con elementos de seguridad, cerró su frontera con Culiacán para evitar incursiones.
Por la tarde, la prensa de Sonora reportó que dos hombres prendieron fuego a dos tráileres que circulaban por la carretera México 15, en el municipio de Cajeme.
Sin embargo, durante el día de la captura, ninguna autoridad fue capaz de informar oficialmente de los daños colaterales, como el número de policías heridos y fallecidos, o la cantidad de delincuentes lesionados, abatidos o detenidos. Tampoco de las naves atacadas o de la violencia en los diversos municipios sinaloenses, los comercios afectados, la cantidad total de accesos a ciudades o avenidas bloqueadas, el número de autos y camiones robados e incendiados, o la gente varada en las terminales aéreas de otras ciudades o países por el cierre del Aeropuerto de Culiacán.
Hasta las cinco de la tarde del 5 de enero, ninguna autoridad había reportado “el restablecimiento del orden público” en Sinaloa.