Mientras la economía y el aliento de muchas personas languidece, el desastroso año 2020 entra en agonía, lo que significa el alivio de gran cantidad de seres humanos que desean que el próximo año les permita recuperar, al menos en parte, lo perdido en los últimos siete meses del año pasado.
Desde que se declaró la pandemia mundial, así como los pacientes paulatinamente fueron abarrotando los hospitales, también los negocios y los bolsillos de infinidad de ciudadanos entraron en crisis.
De por sí siempre se ha hablado de “cuesta de enero”; prácticamente todo el 2021 estará de empinada subida.
Habrá que ver, en forma conservadora, apoyos gubernamentales, pero sobre todo habrá que multiplicar los esfuerzos (para ganar apenas una parte de lo de antes).
Se deberán continuar estrategias para reducir el gasto, tratando de no agotar los ahorros, para paulatinamente entrar en etapa de recuperación económica.
El año venidero será prioridad en el cuidado de la salud, por lo que generar dinero seguirá limitado.
Además de producir, habrá que emplear medidas extraordinarias dada la crisis, lo cual puede traducirse también en oportunidades.
Sería idóneo que quienes se recluyeron incorporaran un emprendimiento que les permitiera, desde su hogar, iniciar un proyecto productivo que se convierta en una forma de ganarse la vida; además de que tendrían más tiempo libre o al menos bajo su control, para acabar con la monotonía y conformismo de un trabajo con un horario agotador.
Y no es que sea del todo malo trabajar en un empleo, que representa un ingreso periódico, más una serie de prestaciones laborales deseables, pero cada quien puede encontrar en una u otra opción el ritmo de vida que considere más adecuado a sus aspiraciones.
Para que tenga más sentido lo anterior, especialmente la posibilidad de desarrollar de manera personal un proyecto productivo, hay que explorar opciones.
Habría que revisar información disponible en el sector gubernamental, en áreas de economía o desarrollo social, tanto del gobierno municipal como del estatal y del federal, buscando préstamos o apoyos a saldo perdido (cuando no se paga o se devuelve la ayuda), para impulsar nuevos proyectos productivos o para adquirir insumos (materia prima) o herramientas. También se da el caso de que se presta dinero para fondos revolventes, es decir, para que se invierta el préstamo, se recupere, se pague y se vuelva a obtener el apoyo.
Uno de los principales beneficios de la ayuda oficial son los bajos o nulos intereses.
Por otro lado, se dan casos en los cuales en la iniciativa privada surgen oportunidades de pequeñas y medianas inversiones, que permiten también emprender un negocio o proyecto y tener mejores ganancias que las que da un empleo regular.
Otra opción son los préstamos bancarios, pero hay que tener especial cuidado porque el perjuicio económico por los altos intereses puede ser peor que el beneficio que se pretende alcanzar.
Lo que se tiene que cuidar muy meticulosamente en todos los casos, es que no se trate de quimeras o sueños guajiros que terminen por dejar más endeudado y frustrado al emprendedor.
Desgraciadamente, más del noventa por ciento de los proyectos fracasan, principalmente por falta de planeación. Es muy importante “sondear” el mercado, para calcular los resultados y tener expectativas reales y no soñadoras.
Importante será también -como dicen- no invertir el 100 por ciento de lo que se tiene, porque siempre es recomendable tener un “colchón” para emergencias y para el “Plan B”, o sea, “no poner todos los huevos en una sola canasta”.
Lo único que no está permitido es rendirse. Como sea, pero hay que oxigenar la mente y el optimismo para buscar nuevos caminos para salir adelante.
Todo es cuestión de renovar la esperanza.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario.
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