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lunes, febrero 19, 2024
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Othón se fue sin recibir disculpa pública del Gobierno Federal ni reparación de daños

Detenido en 1995 por presunta coparticipación

en el asesinato del candidato presidencial Luis


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Donaldo Colosio, y liberado un año y medio

después, Othón Cortez falleció el martes 14 de

abril en su domicilio. Administraciones de tres


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diferentes partidos no cedieron a su petición

de reparación de daños

Othón Cortez Vázquez, quien fuera acusado de participar como “segundo tirador” en el asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio Murrieta en 1994, murió el 14 de abril de 2020, víctima de un paro cardíaco. Su esposa lo encontró “desvanecido en el piso” a las cinco de la mañana, hora en que él debía disponerse para ir a recibir hemodiálisis.

Con todo y que paramédicos que arribaron al domicilio trataron de reanimarlo, “no se pudo hacer nada”, manifestó en entrevista con ZETA su hijo menor, Christian Othón.

Cortez Vázquez era oriundo de Salina Cruz, Oaxaca, contaba con 54 años y padecía diabetes.

Tras haber sido recluido en el penal de Almoloya de Juárez, Estado de México en 1995 y absuelto año y medio después (ante la confirmación de que fue incriminado con falsas declaraciones), solicitó reparación de daños al Estado mexicano, pues habría sido víctima de tortura por espacio de dos días (tal como él mismo afirmó en 2019), además de sobrellevar una carga moral con semejante incriminación.

De acuerdo con su vástago, Cortez Vázquez “se quedó con esa parte de que jamás le pidieron perdón de parte de las personas que le causaron tanto daño, él deseaba que la situación cambiara, que en México no se hiciera de la misma forma, que no se cometieran las atrocidades que le hicieron a él, a otras personas”.

En el marco de las investigaciones sobre el homicidio de Colosio encabezadas por Pablo Chapa Bezanilla (en carácter de fiscal especial), a Cortez se le trató de obligar a que señalara al entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, así como al General Domiro García Reyes, como quienes le habían ordenado ejecutar al contendiente, según refirió en su oportunidad.

Además, dijo que como consecuencia de las agresiones físicas de las que fue objeto, quedó con la pelvis dislocada y problemas en el oído izquierdo.

En cuanto a la solicitud de resarcimiento de perjuicios, llegó a declarar que los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón se abstuvieron de ofrecerle una disculpa pública bajo el argumento de que el magnicidio no ocurrió en esas administraciones, en tanto que el gobierno priista encabezado por Enrique Peña Nieto, ni siquiera dio trámite a la petición en el sentido de emitir alguna respuesta.

A propósito, Christian Othón sostuvo que su progenitor “tenía esperanzas con (el actual Presidente, Andrés Manuel) López Obrador”, sin embargo, “no se dio la situación”, complementó en referencia al gobernante emanado de Movimiento Regeneración Nacional.

Cortez Vázquez, quien se desempeñaba como chofer del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la fecha en que Colosio Murrieta fue fatalmente baleado en Lomas Taurinas en Tijuana (23 de marzo de 1994), tampoco logró que el Estado mexicano lo indemnizara de un cobro de 18 millones de pesos correspondiente al juicio en su contra.

Sobre el hecho de haber sido inculpado, en una sesión del Grupo Madrugadores de Tijuana a la que asistió como invitado, expresó: “El doctor (Ernesto) Zedillo (Presidente de México de 1994 a 2000) no ordenó mi detención, le dio toda la facultad al ciudadano procurador en ese entonces, Fernando Antonio Lozano Gracia, de extracción panista y el cual nombra a José Pablo Chapa Bezanilla, al fiscal de las brujas aquel, maquiavélico y loco, procurador, subprocurador del caso Colosio. Y creo que como ellos les decían, mi detención fue porque yo estaba muy cerca de los funcionarios y había que acusar a alguien, y qué mejor que yo, que conocía la vida de muchos”.

Por otro lado, denunció que se pagaron 30 mil dólares a tres personas para que lo incriminaran, solo que a final de cuentas esos supuestos testigos recularon en sus acusaciones, las cuales consistían en haberlo visto apuntarle con un arma a Colosio Murrieta en el mitin que el candidato encabezó en la colonia tijuanense.

También dejó en claro que, con el PRI, del cual en su momento estuvo “enamorado”, rompió relaciones a partir de su detención. “Desde que me detuvieron, desde que salí de prisión, no me he acercado al PRI, ni ellos se acercaron a mí para darme una mano amiga, para darme un espaldarazo y lo respeto, que Dios los bendiga, porque aquí no hay rencor”.

De Mario Aburto, quien terminó siendo considerado responsable único del crimen, aseguró no haberlo visto “en el momento del disparo”. A ese respecto abundó: “Posteriormente lo vi en la televisión y no me consta si es o no es Aburto, no lo puedo decir, de tanto enredo que hubo”.  En materia de detonaciones, reconoció que en el acto de campaña se percató de dos.  En 2014, Cortez se incorporó a la planta laboral del Sistema Municipal de Parques Temáticos de Tijuana para desempeñarse como vigilante en el Parque Morelos. En 2019 se incapacitó en razón de su condición de diabético, a raíz de lo cual recibió apoyo médico y no dejó de percibir ingresos.

El 15 de abril fue velado en Tijuana por familiares, en una ceremonia a puerta cerrada, debido a la situación de emergencia nacional que prevalece por la propagación del coronavirus. A Othón Cortez Vázquez le sobreviven su esposa Juana Valenzuela Gómez y tres hijos: Jonathan Alberto, Lesliee Jessenia y Christian Othón.

Autor(a)

Eduardo Andrade Uribe
Eduardo Andrade Uribe
Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; con certificado de terminación de la maestría en Cultura Escrita otorgado por el Centro de Estudios Sor Juana. Activo en semanario ZETA dese 2005.
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