18.7 C
Tijuana
lunes, febrero 19, 2024
Publicidad

“Siempre hay una función implícita en la poesía”: Elsa Cross

La poeta mexicana entregó este año su más reciente poemario, “Nepantla”, a Ediciones Era. “Yo creo que si en un poema falta una de las cosas que decía Ezra Pound, el poema está cojo. El poema debe tener musicalidad y ritmo, un poder de imagen, así como una concepción, una idea; creo que las tres cosas son vitales”, expresó a ZETA la autora

Una de las poetas más importantes de México de la generación de los 40 es Elsa Cross (Ciudad de México, 6 de marzo de 1946), quien por estos días acaba de publicar su más reciente poemario “Nepantla”, en la colección Alacena Bolsillo de Ediciones Era.


Publicidad


Ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2016 en Lingüística y Literatura, Elsa Cross participó en el reciente Encuentro de Poesía Tijuana, donde compartió un memorable recital de su obra poética en la clausura del acontecimiento literario el 20 de julio, en la Casa de la Cultura de la colonia Altamira.

Además de ofrecer una lectura en voz alta ante un centenar de asistentes, reveló a ZETA algunos secretos de su vocación como poeta, desde las primeras lecturas, el taller con Juan José Arreola, pasando por algunas consideraciones sobre poesía hasta llegar a su más reciente propuesta lírica.

 


Publicidad

 


LAS PRIMERAS LECTURAS

Escuchar a Elsa Cross es acercarse a una cátedra literaria, empezando por las lecturas fundamentales de la literatura universal como “La Ilíada”, toral en su vocación poética.

“Yo leí mucho desde niña en casa y en la casa de mi abuela también, siempre había libros. A mi padre, cuando era niño, le regalaron una colección de clásicos adaptados para niños que se llamaba Colección para Luce, que eran unos libros que se publicaban en Barcelona, y que pues era todo: desde Sófocles, Dante, Goethe, Shakespeare; desde luego que estaba muy ajustado a la percepción y a la intelección de un niño, pero ya se daba uno cuenta de qué se trataba ‘La Divina Comedia’ (Dante), ‘Fausto’ (Goethe) o lo que fuera; entonces para mí fue muy fácil cuando tenía unos 14 años leer a Homero, no completo, desde luego, pero leía feliz de la vida fragmentos de ‘La Ilíada’ y ‘La Odisea’, porque aparte algo que me interesó mucho fue la mitología griega”, confesó en entrevista con ZETA.

¿Cómo descubrió la poesía? ¿Fue a través del ritmo, la rima, la música, la metáfora, la idea…?

“De ‘La Ilíada’, que me sabía de memoria el comienzo y algunos fragmentos que me interesaban, ya conocía el tema, pero oír la música de esos versos, pues yo no sabía qué eran metáforas o qué era qué cosa; pero sí me maravillaba, me deleitaba mucho ese lenguaje que era al mismo tiempo tan extraño porque yo sabía que la gente no habla así, pero era como un tono tan elevado, tan distinto, que por fuerza hacía sentir que se estaba hablando de grandes cosas, aunque uno no supiera muy bien valorarlas”.

¿Cómo empieza a escribir?

“A los 15 años leía como loca, nunca en mi vida he vuelto a leer tanto. Todo lo que caía en mis manos lo leía. Mi papá tenía libros de historia, novelas. A mi abuela, que le gustaba mucho la poesía, tenía libros de Amado Nervo, Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, a lo más que llega era a Enrique González Martínez; pero por otro lado tenía a López Velarde, y bueno, fueron mis

lecturas.

“Entonces de repente empecé a escribir con esos modelos. Fue ya un poco después que descubrí la poesía de Neruda, García Lorca, fueron mis puertas hacia la poesía más actual. Mi primer poema publicado fue a la bandera cuando tenía como 14 o 15 años, en la sección infantil del periódico Novedades”.

EN EL TALLER DE ARREOLA

Después de los primeros poemas de la adolescencia, Elsa Cross decidió acercarse al taller de Juan José Arreola en 1963, a los 17 años. Y por supuesto, fue fundamental:

“Cuando decidí que quería escribir poesía fue a raíz de que empecé a asistir al taller de Juan José Arreola, dije ‘esto es lo que quiero’, aunque me costó mucho trabajo al principio escribir poesía, no me fue fácil y me puse a escribir cuentos, dejé tres novelas empezadas, un libro de cuento, tres obras de teatro, porque me hacía sufrir la dificultad del poema. Cuando decidí que quería dedicarme a la poesía, yo no quería entrar a esas clases donde destripan los poemas para analizarlos, quería como mantener más incontaminada mi relación con la poesía y no volverla objeto de una autopsia, eso no quería.

“Yo estuve entre finales de 1963 y todo 1964 en el taller de Arreola; en 1964 entré a la Facultad de Filosofía también, fue el tiempo que estuve en el taller; el taller siguió y ya desde antes había habido otros. Arreola dio muchos talleres en su vida, yo estuve en el taller de Mester (1963-1967), así se llamaba una revista que él publicó, donde empezó a publicar trabajos de todos los miembros del taller, fueron de mis primeras publicaciones”.

Incluso rememoró a sus compañeros del taller de Arreola: “Alejandro Aura, José Agustín, René Avilés Fabila, Federico Campbell, Andrés González Pagés, Gerardo de la Torre, José Carlos Becerra, eran mis compañeros del taller”.

Estando en el taller de Arreola, ¿cómo supo que lo que quería escribir era poesía y no narrativa?

“Porque era lo único que me salía al final, podía según yo con mucha facilidad. Y sí escribí muchos cuentos, tuve incluso un segundo premio de cuento en el Instituto Nacional de la Juventud; cuando traté de hacer novela, sentía que era un camino muy largo para llegar a lo que quería decir y que en un poema era una cosa mucho más ágil y más profunda, podía llegar más a fondo”.

¿Cómo escribió su primer poemario, “Naxos” (Ollin, 1966)?

“‘Naxos’ fueron textos escritos todavía en el taller de Arreola, algunos alcanzaron a leerse en el taller. Arreola no les movió gran cosa a esos textos pero tenían mucha influencia de él, yo hasta después me di cuenta de cuánta influencia tenían; en el momento ni si quiera podía reconocerlo, estaba uno tan imbuido en los textos de Arreola que no estaba consciente hasta qué punto había una influencia”.

¿En qué sentido era la influencia de Arreola en “Naxos”?

“Formal”.

 

“SIEMPRE HAY UNA FUNCIÓN IMPLÍCITA EN LA POESÍA”

Traductora de autores como Saint-John Perse, Yves Bonnefoy, Ezra Pound y Victor Segalen, Elsa Cross es una de las poetas más laureadas de México: Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1989;  Premio Internacional de Poesía “Jaime Sabines” 1992;

Premio “Xavier Villaurrutia” 2007; Premio Universidad Nacional 2009; Premio “Roger Caillois” 2010; Medalla Bellas Artes 2012 y Premio Poestate 2015. En “Poesía completa” (FCE, 2012), Elsa Cross reúne 29 poemarios.

Después de una reconocida trayectoria, ¿ha concluido qué es la poesía?

“Pues es miles de cosas, y creo que entre más escribe uno más funciones descubre que puede tener, es imposible encapsularla en una frase. La poesía ha sido muchas cosas para mí: el registro de una experiencia del mundo y una forma de conocimiento, ha sido búsqueda y encuentro, una contemplación, un  juego, un diario de viaje.

“Aunque siento que la poesía es intemporal y nunca he podido ubicar la mía propia dentro de alguna corriente, si tuviera que circunscribirla a una tradición, diría que mi escritura se ha nutrido de una larga sucesión de poetas que han ligado al ser a la palabra y la naturaleza, y han exaltado el canto”.

“Palabras errantes tocan mi vigilia. / De tu sueño emergen / fugas de gorriones entre los cedros”, se lee por “Insomnio” (página 51). ¿Quién habla en los poemas?

“Depende. ‘Insomnio’ (2016) sí está escrito desde una primera persona; en ‘Los sueños’ (2000), en contraste, todos los poemas están escritos en tercera persona y son como pequeñas imágenes de distintas vidas, muy impersonal; desde luego que se filtra todo por el poeta que está escribiendo, pero todo está en tercera persona”.

¿Cuáles son las prioridades en su poesía? Ritmo, musicalidad, metáfora, tono, idea…

“Todo. Creo que si en un poema falta una de las cosas que decía Ezra Pound, el poema está cojo. El poema debe tener musicalidad y ritmo, un poder de imagen, así como una concepción, una idea; creo que las tres cosas son vitales.

“Desde luego, en un poema puede predominar más una cosa que otra, pero cuando hay las tres en un grado sumo, como en ‘Muerte sin fin’ (José Gorostiza) o ‘Piedra de sol’ (Octavio Paz), creo que es cuando se da un gran poema, cuando hay todo eso, en esa forma superlativa”.

¿Cuál es la mayor dificultad para Usted al escribir un poema? Su surgimiento, desarrollo, la forma, su desenlace…

“Cada poema es distinto y tiene un tipo de dificultad diferente. Ahorita estoy luchando con un poema que lo leo y lo leo y no me gusta, pero no logro saber por qué; entonces, es una gran dificultad, lo estoy dejando descansar un rato, por suerte son dos páginas nada más, porque creo que es bien importante para un autor tomar distancia también de lo que está escribiendo, no irse al primer arrebato y quererlo publicar luego luego, sino dejarlo descansar, volver a los poemas ya en frío, para verlos a fondo, verlos bien, con más objetividad, con más distancia; cuando está uno sobre ellos pierde piso”.

“El horror se hacina en los rincones / acecha a la vuelta de esos sueños / que van y vienen / como oleajes cargados de desechos / formaciones lóbregas / que flotan y se adhieren / a la materia de la mente / como a las fosas nasales / un olor de vísceras regadas”, se le en “Insomnio” (página 45). ¿Tiene alguna función la poesía al abordar temas como la violencia?

“Siempre hay una función implícita en la poesía. Cuando escribí eso (poema número 9 de ‘Insomnio’ sobre la violencia en México) no es que dije ‘ahora voy a escribir un poema para protestar por toda la horrenda violencia y quiero que llegue a tal o cual gente que lo lea’; no, así salió, ya lo leerá quien lo tenga que leer. La función siempre está ahí, pero yo creo que no es correcto y lo que no se vale es tratar de anteponerla; los poetas escriben lo que necesiten escribir, y cuando eso surja como una necesidad interna del poeta, no una consigna de partido, entonces habrá un gran poema o un buen poema, y no un panfleto publicitario”.

¿Cuál es su compromiso con la literatura?

“Escribir bien, hacerlo bien, hacerlo lo mejor posible, pero sin tareas prefabricadas, sin consignas, eso acaba con el arte; hay que ver dónde quedó todo el arte panfletario de Stalin, de Hitler o de Mao, ¿dónde están todas cosas horrendas que mandaron a hacer como propaganda de sus hazañas?”.

 

“NEPANTLA” Y OTRAS PUBLICACIONES

“Nepantla” es el título más reciente de Elsa Cross, con la ilustración muy pertinente de Carlos Pellicer López.

“La tarde naufraga / sobre el río / Y en ese espacio intermedio / ese nepantla / se avistan las dos orillas / sin llegar a ninguna” (página 14). ¿Cuál es origen de este poemario, considerando la idea del “espacio intermedio” o “las dos orillas”?

‘Nepantla’ no tiene que ver son Sor Juana, sino con lo que quiere decir la palabra en náhuatl: que quiere decir ‘en medio’ o ‘estar en medio’.

“Este poemario es estar entre o medio de una rivera y otra; es estar entre las dos orillas que son las orillas de muchas cosas, entre la vida y la muerte, entre el tiempo y la eternidad, entre muchos pares de opuestos. Es con lo que juega el libro y también el cómo superar esa dualidad, cómo unir esas cosas que están dividiendo la conciencia y el individuo, lo están despedazando, es un poco el tema del libro”.

Próximamente la autora  publicará una compilación sobre lo que han escrito mexicanos acerca del Lejano Oriente desde 1900, cuando José Juan Tablada viajó a Japón.

Para concluir, adelantó:

“Tengo otro en prensa en Guadalajara que sale este año, ‘Infecciones de la luz’, por la editorial Salto Mortal; es una antología de poemas escritos acerca de obras de arte, pinturas, esculturas hasta de fuentes”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas