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martes, febrero 20, 2024
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“El amor en los tiempos del cólera”, de colección

Inspirada en la historia de amor de sus padres, Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, la célebre novela de Gabriel García Márquez “El amor en los tiempos del cólera” ha sido reeditada por editorial Diana, cuyo ejemplar de colección ya se encuentra en librerías de México desde abril de 2019.

En versión rústica o cartoné e ilustrada por la chilena Luisa Rivera, la impecable edición llegó al país bajo la distribución de Editorial Planeta Mexicana; mientras que Penguin Random House está haciendo lo propio escalonadamente en diversos países sudamericanos, donde también se vende “como salchichas calientes” (El olor de la guayaba, página 81), tal como solía decir “Gabo” cuando acababa de publicar una novela.


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Publicada en 1985, luego de ganar el Premio Nobel de Literatura en 1982 y un año después de la muerte de su padre sucedida en 1984, en “El amor en los tiempos del cólera”, García Márquez narra con su inconfundible estilo hiperbólico la historia de amor de Florentino Ariza y Fermina Daza.

A finales del Siglo XIX y principios del XX, Florentino Ariza ejercía de telegrafista, tal como el papá del escritor; y Fermina Daza era la estudiante más bonita de aquella “ciudad de perdición” (El amor…, página 164), lugar del cual nunca menciona el nombre y dueña de las inmoderadas cartas de amor que el protagonista le escribía, “en las cuales aparecían parrafadas enteras sin cocinar de los románticos españoles” (96).

Comúnmente sus lectores se preguntan sobre el origen de “El amor en los tiempos del cólera”, la  respuesta se encuentra en el libro “Gabo no contado” (Aguilar, 2014), de Darío Arizmendi, donde el Nobel colombiano le cuenta al periodista:


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“Es una historia muy linda porque los amores de mi padre y mi madre son exactamente iguales, los amores de juventud de Florentino Ariza y Fermina Daza. Desde el momento en que ellos se ven, el telegrafista que toca el violín, que lo toca en la iglesia, que se enamora de la chica bonita, que va a la escuela, es literalmente no sólo la historia de ellos que yo logré reconstruir hasta estar seguro de que era así, sino que ellos me contaban” (30).

Incluso García Márquez confiesa a Arizmendi el proceso de entrevistas a sus padres en Cartagena para recrear la historia:

“Terminaba en la casa de mis padres por las tardes interrogándolos sobre esos amores, primero a mi padre y otras veces a mi madre, separados, porque juntos era difícil obtener la verdadera información. Él nunca supo qué novela estaba haciendo yo, y él siempre me decía que iba a escribir una novela, que iba ser mejor que las mías”.

Otra de las inquietudes de los lectores es saber de dónde obtenía el enjambre de palabras vetustas que Gabo usaba en sus novelas, entre ellas, por supuesto, “El amor en los tiempos del cólera”, abundante también en arcaísmos, escrita en Cartagena:

“Y cuando estaba escribiendo ‘El amor en los tiempos del cólera’, la escribí acá en Cartagena, trabajaba toda la mañana y en la tarde me daba una vuelta por el portal de los dulces a oír frases, salía a buscar dónde vivían los personajes, trabajando como si fuera para hacer una película”.

Y en cuanto a los pormenores de la geografía y los escenarios de “El amor…”, “Gabo” revela a Arizmendi:

“Yo sabía dónde vivía Florentino Ariza, dónde vivía Fermina Daza, dónde es la iglesia, donde él iba a tocar el violín: toda la geografía de la novela es auténtica, aunque en algunos casos he cambiado el nombre, como el nombre de la Calle de las Ventanas que no es el nombre sino más bien la Calle del Santísimo; hay una hilera de ventanas que se ven tan bien que yo preferí que se llamara la Calle de las Ventanas en la novela”.

Por último, García Márquez también comparte una anécdota relacionada con el oficio de telegrafista de su padre, y de Florentino Ariza:

“Un día yo lo llamé por teléfono cuando estaba escribiendo y le dije: ‘Mira, cuando el telegrafista hace una conexión de varias oficinas de telégrafos para transmitir un mensaje pasando por todos, ¿cómo se llama esa operación?’; y me dijo: ‘enclavijar’, y yo puse enclavijar, palabra que no he visto nunca en la vida. Y un poco antes de morir un periodista le hace una entrevista que no se publicó y, después de que murió, la publicaron a los dos días y él contaba este episodio. Mi padre le dijo al periodista ‘cuando él me llamó y me preguntó cómo se decía esto y yo le dije enclavijar y en ese momento supe qué novela estaba escribiendo entonces decidí que yo no escribiría la mía’. Me quedó un recuerdo extraordinario de él dos días después de su muerte” (31).

Con la coleccionable edición de “El amor en los tiempos del cólera” de editorial Diana, los lectores pueden releer o acercarse por primera vez al envolvente realismo mágico del Nobel de Aracataca o a los “excesos poéticos” (116) del protagonista no sólo en los tiempos del cólera, sino también en aquella época de finales del Siglo XIX en que la del telegrafista era considerada “la profesión del futuro” (165).

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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