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martes, febrero 20, 2024
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Madero Cordero

En los dos bandos han tenido el mismo paso en falso. El primero fue Ernesto Cordero. En Veracruz, cuando dictaba un mensaje a los militantes panistas, dijo textualmente, “yo quiero ser el presidente del PRI”. A los días y en Puebla, el hombre -Antonio Gali, alcalde de Puebla- que presentó a Gustavo Madero en un mitin a su favor, gritó para que todos lo escucharan, que “el 18 de mayo -día de la elección a la dirigencia del PAN- ganará el PRI”. Es evidente que el Revolucionario Institucional, con un Presidente de la República emanado de ese partido es, pues, cada vez más institucional. Tanto, que los panistas lo traen en la mente. Dan pasos en falso o los traiciona el subconsciente. No es nuevo. Sucede al calor del nervio por el discurso. A propósito de Luis Donaldo Colosio Murrieta, dado que hace unos días se cumplieron 20 años de su asesinato, cuando tomó posesión como candidato del PRI a la Presidencia de la República, el principal enemigo de ese partido no era el PAN, que más tarde ganaría y en dos ocasiones, la Presidencia, sino el PRD, al que le han robado la elección en varias ocasiones; entonces Colosio, serio, con el brazo extendido, protestó como candidato: “… del Partido de la Revo… Revolucionario Institucional”. O Ernesto Zedillo Ponce de León, que cuando se dirigía a la Tribuna del Congreso de la Unión para asumir como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, viró hacia la izquierda y no a la derecha, donde ya le esperaban para ponerle la banda. Es evidente, si por sus errores retóricos los conoceréis, que a los panistas, lo que más les ocupa es el PRI. Y a la campaña panista por la dirigencia nacional aún le faltan muchos días. Fijada en 60 días, concluirá el 17 de mayo, y al día siguiente, el 18, los militantes del Partido Acción Nacional elegirán entre Gustavo Madero y Ernesto Cordero, quien dirigirá los destinos, política e ideología de ese instituto. No es cualquier cosa, sobre todo porque la Presidencia de la República está en manos del bien institucionalizado PRI que todo lo negocia, lo acuerda o lo compra, según se requiera para beneficio del partido y de sus gobernantes. En estas condiciones como en el pasado, cuando el partido tricolor gobernó México de manera ininterrumpida durante más de 70 años, son necesarios los contrapesos reales y no las comparsas políticas. Los siguientes dos partidos con poder en la República Mexicana, PRD y PAN, atraviesa cada uno su propia crisis no solo existencial e ideológica, sino electoral, ante los claros visos de corrupción al interior de los mismos y la harta división que impera en sus cúpulas. De igual manera, los dos partidos se encuentran en etapa de renovación de dirigencias nacionales; las similitudes no escapan. Por un lado se enfrentan tanto en uno como en otro partido, quienes desde la dirigencia han apoyado las medidas dictadas por Enrique Peña Nieto vía el Pacto por México y la consigna presidencial, contra grupos que se oponen a ese maridaje PAN-PRI, PRD-PRI. En Acción Nacional y en los últimos días, la campaña negra ha arreciado entre el par de institucionales -solo que cada uno para su molino- Gustavo Madero, quien busca la reelección, y Ernesto Cordero, que quiere ser el partido luego que perdió la interna para ser candidato a la Presidencia de la República por el albiazul y fue consolado con una senaduría. Madero ha llevado a su partido a sobrevivir siendo oposición, a partir de acuerdos con el partido en el poder. Su entrada al Pacto por México incluso antes que tomara posesión Enrique Peña Nieto, le restó puntos, al considerarse que lo que hacía falta era una oposición real, pero bajo el argumento de sacar reformas estructurales con aportes panistas, ha avanzado en su camino por no perder el poder de decisión, a costa de entregar el voto azul al PRI. Ernesto Cordero representa a la oposición panista. Pero ello no significa que en un momento dado, podría ser parte del voto ese que mantiene al gobierno de la República, haciendo las reformas que quiere y como quiere. Mientras Madero busca no perder su lugar en la toma de decisiones, Cordero representa a un grupo hartamente vilipendiado y con probabilidades de investigación, como lo es el del ex Presidente, Felipe Calderón Hinojosa, lo cual en política priista, podría ser la moneda de cambio para obtener los votos requeridos. A estas alturas, ambos panistas, Cordero y Madero, o Madero y Cordero, o Cordero Madero, no representan un riesgo para la gobernabilidad tricolor, sino todo lo contrario. Los dos azules ya saborearon las mieles del poder presidencial, sea desde el partido o desde una posición, saben navegar en y con ese buque. Lo más probable es que Madero retenga la dirigencia del PAN, pero en dado caso que los calderonistas hagan una de las suyas y resulten triunfadores, el escenario no se ve distinto. Ernesto Cordero ha dicho que él sería una oposición real, pero que ello no significa levantarse de la mesa de negociaciones, sino enfrentarse con mayor intensidad en el debate, lo cual, Usted sabe, en política no equivale a independencia, sino a concertación. En los próximos días, veremos más de la campaña de Cordero y de Madero, y sus ansias de dirigir al PRI (perdón, me acorderé), veremos más campaña sucia y división en el PAN, y empoderamiento del PRI, lo cual para la democracia, la justicia y la oposición, no es bueno. Usted, ¿a quién le va?


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