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viernes, febrero 23, 2024
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Rehenes

Un clima de incertidumbre a nivel nacional se vive en la coyuntura de la inminente discusión en torno a áreas prioritarias y claves en el futuro inmediato –económico y social– para el país entero, para más de cien millones de mexicanos. La reforma hacendaria y fiscal y la energética, son puntos clave para la economía mexicana, y se añaden a la ya aprobada reforma educativa que provocó de inmediato las movilizaciones en contra, en una buena parte del territorio mexicano, en un tema que aún no está del todo resuelto. A ese contexto se suma la evidente inconformidad de importantes sectores de mexicanos que dudan que la pretendida reforma energética sea realmente para catapultar las finanzas públicas de nuestro país, y que realmente beneficie a la mayoría de los mexicanos. La principal tesis en contra, es que se trata de una reforma que solo beneficiará a los grandes capitales extranjeros y a quienes logren asociarse con éstos, mientras que la gran mayoría de la población seguiría donde ya está, en la extrema pobreza. Es el panorama donde desde la cúpula del poder federal, han abierto un nuevo frente y que tiene que ver con la reforma fiscal y hacendaria donde pretenden aumentar la tasa impositiva sobre todo a quienes vivimos aquí en la frontera, donde el brinco sería de pagar el 11 por ciento como sucede actualmente, para subir de tajo hasta un 16 por ciento, con todas las implicaciones que eso conlleva. Es decir, estamos en un punto donde está por decidirse nuestro futuro inmediato, con decisiones que nos repercuten a todos y donde solo unos cuantos son tomados en cuenta. No hace falta ser un doctor en economía para detectar el fondo de todo esto: Nuestros gobernantes buscan mejorar las condiciones económicas de la administración pública, incrementar las finanzas a costa de subir impuestos, y abrir la puerta a las grandes transnacionales. En cuanto a los impuestos se llega exactamente a la misma fórmula que no amerita muchas vueltas al asunto: aumentando la tasa para los contribuyentes cautivos y de paso –dentro del gran golpe, uno más a los fronterizos– con la homologación del IVA. El problema central de todo tiene que ver con la credibilidad, el que no confiamos en nuestros gobernantes y políticos; en que se trata de medidas que evidentemente no son justas ni iguales para todos. En la cuestión tributaria, mientras que al contribuyente menor no se le perdona un solo peso de adeudo –mucho menos a la pequeña y mediana industria– a las grandes empresas, locales o transnacionales se les han condonado adeudos millonarios. Además si de apretarse el cinturón se trata, nuestros diputados y gobernantes deberían empezar con el ejemplo, y disminuir sueldos, gastos, derroches, prebendas, transas aquí, transas allá. Por eso no se confía en ellos, cuando hablan de abrir la puerta a inversionistas privados en áreas estratégicas de Pemex o la CFE, lo que muchos consideran un verdadero desmantelamiento del Estado. Hay ejemplos concretos y recientes de lo sucedido en lo que antes eran empresas estatales –Teléfonos, televisión– donde en manos privadas por arte de magia se hicieron rentables y millonarias, lejos de la corrupción del sector público, o cercanos pero diferentes. Toda esta incertidumbre acerca del futuro inmediato de nuestra economía se acrecienta por lo sucedido en el vecino país –al que si le da catarro a nosotros nos pega pulmonía-, por el paro en que cayó el gobierno federal estadunidense a raíz de la no aprobación del presupuesto federal 2014, en función del pleito del presidente Obama con un sector de la derecha republicana en la Cámara de Representantes, quienes se niegan a apoyar la reforma sanitaria del mandatario estadunidense de origen demócrata. Aunque el tema con los vecinos no tenga un origen económico sino político, son situaciones que obviamente nos repercuten en una economía globalizada, donde a uno de los gigantes lo tenemos a un lado, maltrecho y agobiado. Finalmente, la parálisis del gobierno norteamericano fue detenida, cuando al Presidente Barack Obama, le ampliaron el techo del endeudamiento. En suma, es evidente que vivimos tiempos difíciles donde nuevamente quedamos como rehenes de nuestra elite política –diputados, senadores, funcionarios–, que son los mismos que siempre se han hinchado de billetes a nuestra costa. Ahora pretenden dar no uno sino dos, tres golpes seguidos, bajo el irónico y endeble argumento de que es por nuestro bien. Evidentemente que algo está mal en el sistema político mexicano, donde una vez más, un puñado, 500 diputados federales, 128 senadores, decidirán los destinos de más de cien millones de mexicanos. Lo irónico es que ellos ganan sueldos millonarios –que salen de nuestros impuestos–, muy alejados de lo que se lleva al bolsillo cada quincena el mexicano promedio, los que aún tienen empleo y donde la gran mayoría seguimos siendo rehenes de decisiones de unos cuantos que parecen vivir en otro mundo, en otra realidad. Los que deben estarse frotando las manos son los grandes comercios del sur estadunidense que, más aun, verán incrementadas sus ganancias por el consumo de los fronterizos en un círculo vicioso de grandes filas, grandes derrames, gran pago de impuestos, pero del lado norteamericano. Así cómo, pues.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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