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sábado, febrero 17, 2024
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Lo que los hombres realmente quieren

Luego de haber terminado con su novia, un hombre decidió irse de vacaciones para superar el trauma de la ruptura.

Tomó un crucero por el Pacífico Sur y la estaba pasando de maravilla, hasta que  se hundió el barco en el que viajaba.


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Aferrándose a una tabla, pudo llegar a una isla desierta. No había nada, excepto bananas y cocos. Después de unos cuatro meses, estaba sentado en la playa, cuando de repente ve que se acerca remando en un botecito, la mujer más hermosa del mundo. El hombre no lo puede creer y le pregunta:

— ¿Ey… de dónde has venido?, ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Ella responde: “Remé desde el otro lado de la isla. Llegué hasta aquí cuando se hundió el crucero en donde iba de vacaciones hace tres años”.


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— ¡Increíble! ¡Qué suerte tuviste en encontrar un bote salvavidas que te trajera a tierra…!

— ¿Oh, este bote? No… no, yo lo hice con materiales crudos de la isla. Los remos fueron elaborados con ramas de árboles; entretejí el fondo con hojas de palmera, los lados son de hojas de gomero y los extremos los recubrí con hojas de teca.

—Pero, ¿dónde encontraste las herramientas?

— ¡Ah, eso no fue ningún problema! En el lado sur de la isla hay un extracto muy inusual de roca aluvial que se ve expuesto, lo trituré y quemé los trozos a una determinada temperatura en el horno de barro que fabriqué. Se convirtió en una especie de hierro dúctil y lo utilicé para hacer las herramientas…

El tipo queda anonadado.

— ¿Qué te parece si remamos hasta mi casa?, le dice ella.

Luego de un rato de remar, llegan a un pequeño embarcadero. El hombre no puede creer lo que ve. Delante de él hay un camino hecho de piedras lisas que llega a un hermoso bungalow pintado de azul y blanco. Mientras van caminando hacia la casa, ella dice:

— No es nada del otro mundo, pero yo la llamo “mi casa”. Por favor, siéntate. ¿Qué quieres beber?

—Nada, gracias. No soportaría tener que tomar agua de coco otra vez, es lo único que he bebido en todo este tiempo y no lo aguantaría más.

— ¡Ah!, pero no es solo agua de coco… yo elaboré una pequeña destilería para producir alcohol. ¿No te gustaría una piña colada?

Tratando de disimular su total asombro, el hombre acepta y se sientan a charlar. Luego de haber hablado un buen rato y haberse contado sus historias, ella le dice:

— Me voy a refrescar un poco y a ponerme algo más cómodo. ¿A ti te gustaría darte una ducha y afeitarte? Hay una rasuradora en el armario del baño.

A estas alturas, el hombre ya no cuestiona nada. Va al baño y encuentra una navaja muy afilada hecha de hueso de tortuga con un mecanismo de eslabón giratorio. El hombre piensa: “Esta vieja es de otra galaxia, ¿qué más tendrá para sorprenderme?”

Al volver a la sala, encuentra a la mujer con hojas de vid puestas en los lugares más estratégicos de su cuerpo y oliendo a perfume de gardenias; ella le pide que se siente a su lado.

— “Dime…” le murmura ella muy sugestiva y prácticamente echándosele encima.

—Hemos sido náufragos durante muchos meses. Tú has estado muy solo y estoy segura que debe haber algo que quieres hacer inmediatamente, ¡AHORA MISMO…ALGO QUE HAS AÑORADO DESESPERADAMENTE! … ¿no es así?

Ella lo ve directamente a los ojos mientras parpadea. Él traga saliva, suda y le empiezan a rodar un par de lágrimas por sus mejillas, mientras le dice…

—No puede ser… ¡NO ME DIGÁS QUE TAMBIÉN TIENES “CABLE” PA’ VER LA FINAL!

Autor: Un fanático futbolero.

 

Empresario

Un loco le dice a otro:

—Cuando tenga mi propia empresa, voy a contratar a pura gente floja.

Y el otro loco le pregunta:

— ¿Y eso por qué??

—Porque dicen que el flojo trabaja doble.

Autor: Anónimo de una cámara empresarial.

 

Presumidos

Tres hombres están hablando sobre lo que habían hecho la noche anterior. El italiano dice:

—Anoche le di masajes a mi esposa con un aceite de oliva finísimo, luego nos amamos apasionadamente. La hice gritar durante ¡cinco minutos!

El francés dice:

—Anoche le di masajes a mi mujer con un aceite perfumado afrodisíaco especial, luego nos demostramos cuánto nos amamos. La hice gritar durante ¡15 minutos!

El mexicano dice:

—Anoche le di masajes a mi esposa con manteca vil, le acaricié toooooodo el cuerpo con la manteca, luego hicimos eso que ustedes imaginan. La volví loca durante ¡dos horas seguidas!

El italiano y el francés asombrados preguntan:

— ¿Dos horas continuas? ¿Qué hiciste para lograrlo?

—¡¡¡Me limpié las manos en la colcha!!!!

Autor: Dueño de lavamática.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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