Durante años, Salvador Lujano Reyes “El Chon” fue locutor de radio y comediante con micrófono en La Invasora, una estación de música grupera de Uniradio, propiedad de la familia Astiazarán.
El residente de Chula Vista, California, creó a su personaje, así lo decía, el típico estereotipo del mexicano “indio” en Estados Unidos. Así se personificó, con la bajeza de lo ordinario y lo vulgar, el mexicano con zarape y sombrero, tonto, ignorante, necio pero libidinoso. Su fuerte eran los comentarios machistas, humillando a las mujeres, encaminado siempre al sexo y al doble sentido. “Viejas guangas del sello”, se refería a sus seguidoras.
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Por cierto, Mónica Hernández “La Chula” le sirvió por mucho tiempo como patiño: es decir, aquella persona en la comedia que sirve únicamente de relleno, que existe para ser objeto de burlas y resaltar al protagonista. El personaje de una mujer, latina, igualmente tonta, pero sexy, que “detenía” las imprudencias y liviandades del “indio”, o sea, “El Chon”.
Pero de su show pasó a la política. En 2016, el Partido Acción Nacional buscó figuras populares ajenas a la vida electoral, pero que les consiguiera votos. Así tanto “El Chon” como “La Chula” se pusieron la camisa azul y se convirtieron en candidatos. El primero por el Distrito 16 y ella por el 9.
Mónica Hernández consiguió llegar a la Cámara de Diputados, donde compite entre varios de sus compañeros en ser la menos astuta en temas legislativos y políticos, así como en defender cualquier tema proveniente del gobernador Francisco Arturo Vega de Lamadrid.
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“El Chon” cargó con la derrota, pero poco después, ya como alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum lo contrató como su delegado municipal en Sánchez Taboada. El puesto le duró poco, prácticamente un año, ya que en diciembre del 2017 fue relevado y sacado de la nómina de gobierno.
Sin duda, Salvador Luján vivió una corta carrera política, pero en poco tiempo conoció lo desechable que pudo ser para el PAN.
Esta semana, Grupo Uniradio informó que “El Chon” regresará “a casa”. Se ha puesto de nuevo el zarape y el sombrero para animar a los mexicanos en la frontera, para volver al micrófono y a los chistes en la cabina, de donde quizá nunca debió salir.
