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jueves, febrero 15, 2024
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La señal

Oye María, ¿cómo le haces con el Juan cuando él está deseoso?

“’Pos me echa un chiflido y yo voy”.


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¿Y cuando tú estás ganosa?

“’Pos entro y le digo, ‘¿Chiflates, Juan?’”.

Autor: Un lector con un silbato.


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La confesión de un gallego

Un gallego se va a confesar:

Padre, quiero confesarme, porque he hecho algo terrible.

“Te escucho, hijo. ¿Qué pecado has cometido?”.

Pues que conocí una mujer y le hice el amor “a la góndola”.

El cura no tenía ni idea acerca de cómo era hacer el amor “a la góndola”, pero para no quedar como un ignorante, dice:

“Hijo mío, eso que has hecho es tremendo, rezarás cien Ave Marías y cien Padre Nuestros, y te me retiras inmediatamente de la iglesia…. ¡¡¡Degenerado!!!”.

El gallego sale corriendo, y el sacerdote, que se había quedado con la gran duda, comienza a comunicarse con otros curas para preguntarles qué es eso de hacer el amor “a la góndola”.

Nadie lo sabía, por lo que el religioso busca en internet, llama anónimamente a distintos prostíbulos preguntando qué significa hacer el amor “a la góndola”, pero nadie sabía nada al respecto.

Finalmente, uno de los curas al que llama, le sugiere que en caso de que el gallego regrese, no lo saque corriendo, sino que le pregunte el significado de hacer el amor “a la góndola”, ya que estaban todos muy intrigados.

Pasa un mes y el gallego vuelve a confesarse, por lo que el párroco decide despejar esa duda:

Padre, quiero confesarme, porque he vuelto a hacer algo terrible.

“Ajá, cuéntame hijo, ¿qué has hecho?”.

Lo mismo que la vez anterior, no me he podido contener, y al conocer a otra mujer, volví a hacerle el amor “a la góndola”.

Ya se preparaba el gallego para que el cura lo sacara de nuevo de la iglesia, pero en cambio oye que le dice:

“Escúchame, hijo. Te perdono, pero si me explicas detalladamente cómo es eso de hacer el amor ‘a la góndola’”.

Verá usted, padre, conocí a una mujer, fuimos a una plaza de noche, y una vez allí, comencé a decirle que tenía unos ojos muy bonitos, una boca hermosa, un cuerpo esbelto, una voz muy dulce… y así le terminé haciendo el amor “a la góndola”.

“¿¿¿A LA GÓNDOLA??? – dice el cura – ¡¡¡HALAGÁNDOLA, ANIMAL!!!”.

Autor: Anónimo del Seminario Mayor.

 

La tragedia del Presidente

El Presidente fue a visitar a un grupo de niños de cuarto año de una escuela

primaria. Su llegada se produjo durante una discusión acerca de las palabras y sus significados. La maestra preguntó al Presidente si le gustaría participar en la discusión sobre el significado de la palabra “tragedia”.

Entonces, el mandatario pidió a la clase un ejemplo de “tragedia”. Un pequeño niño se paró y dijo:

Si un amigo mío está jugando en la calle y lo atropella un auto, eso es una tragedia.

“No -replicó el Presidente-, eso sería un accidente”.

Una pequeña levantó su mano y participó:

Si un autobús de transporte escolar se desbarranca en un precipicio, muriendo todos sus ocupantes, eso sería una tragedia.

“Me temo que no”, sostuvo el Presidente. “A eso podríamos llamarlo una gran pérdida”.

El silencio creció en el aula. Ningún otro alumno se animó a dar una respuesta. El Presidente los instó a continuar, diciendo:

“¿De verdad no hay nadie que pueda darme un ejemplo de lo que es una tragedia?”.

Finalmente, en el fondo de la clase, un pequeño levantó su mano y con voz muy tenue se animó a decir:

Si el avión presidencial está transportando al señor Presidente y a todo el gabinete y un misil lo destruye, haciéndolo añicos, eso sería una tragedia.

“¡Fantástico! -exclamó el Presidente-, eso está muy bien. ¿Y podrías decirme por qué sería una tragedia?”.

Sí, porque en primer lugar, no sería un accidente; y en segundo lugar, tampoco sería una gran pérdida.

Autor: Mexicano desconocido.

 

Ladrón de barredora

La Policía de Paterson, Nueva Jersey, está solicitando la cooperación de la comunidad para dar con un peligroso ladrón que el miércoles pasado, a eso de las dos de la mañana, se robó ¡EN ZERIO!  una barredora en la que se fue a pasear y finalmente la estrelló contra varios autos estacionados, antes de darse a la fuga.

Toda esta aventura implicó un recorrido de 800 metros aproximadamente antes de que el alocado conductor culminara su fechoría. Al momento se desconoce la identidad de quien seguramente a estas alturas, se recupera de tremenda resaca.

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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