Como consecuencia de la vertiginosa velocidad de la vida actual, transitamos por nuestra existencia en forma automática, sin prestarnos la debida atención, hasta que desafortunadamente la falta de salud física o mental, e incluso la pérdida de la vida, frenan temporal o definitiva, en forma dolorosa, nuestro paso por este mundo.
Cuando entramos al siglo XXI yo tenía la esperanza de que hubiéramos dejado atrás los enormes crímenes y catástrofes que se vivieron en el siglo XX; por ejemplo, las dos guerras mundiales (10 millones de muertos en la primera y entre 40 y 50 millones de muertes en la segunda).