Hablar de derechos humanos es hablar de la dignidad humana, y por ende, de una serie de presupuestos, inalienables e imprescriptibles en beneficio de toda persona.
Hace por lo menos quince años que nuestro país enfrenta una gravísima crisis en materia de seguridad pública, provocada fundamentalmente por la violencia y la corrupción del crimen organizado, sobre todo en el aspecto del narcotráfico.
La violencia contra las mujeres es elevada. Las crisis sanitarias, climáticas y humanitarias han aumentado la violencia, especialmente para las mujeres y niñas vulnerables; y éstas se sienten más inseguras previo a la pandemia.
Como consecuencia de la vertiginosa velocidad de la vida actual, transitamos por nuestra existencia en forma automática, sin prestarnos la debida atención, hasta que desafortunadamente la falta de salud física o mental, e incluso la pérdida de la vida, frenan temporal o definitiva, en forma dolorosa, nuestro paso por este mundo.
China derroca al corrupto régimen de Chiang Kai-shek, quien se apoltrona en Formosa (Taiwan) y Mao convierte al país oriental en un estado comunista. Se desencadenan las guerras de Corea y Vietnam, y las fichas de dominó caen en manos del comunismo.
Diariamente las familias mexicanas dedicamos tiempo para hablar de la inseguridad que campea en nuestra patria. Las autoridades dicen que todo está bien, pues la delincuencia está siendo abatida.
Hubo elecciones presidenciales, y según la información del Estado salvadoreño, Nayib Bukele triunfó, y por tanto se elegirá por segunda ocasión en la presidencia (logró 58 escaños parlamentarios de 60).
Una vez más, el Presidente López Obrador arremetió contra el periodismo que le incomoda, que no le da la suave, que no lo alaba y, por el contrario, lo cuestiona; pero esta vez “la sacó del parque” cuando afirmó: “Por encima de la ley está la autoridad moral, y la autoridad política…”, con la que dice estar “blindado”, misma que le regatea a los demás.