La historia cuenta que en México se instituyó el “Día de la Madre” el 10 de mayo de 1922, como reacción de carácter conservador en oposición al movimiento feminista de Yucatán que desde 1916 promovía los derechos sexuales y reproductivos, la planificación familiar, el voto y que la maternidad no debía ser una obligación. Desde aquella fecha se divulgó con intensidad el estereotipo de la mujer abnegada, sumisa y sacrificada, como ejemplo de la “buena mujer” a la que le hace feliz recibir una plancha, una lavadora o un juego de ollas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas mediante su resolución A/RES/63/278, decidió designar el 22 de abril como “Día Internacional de la Madre Tierra”, ello reconociendo que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar y convencida de que para alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armonía con la naturaleza y la Tierra
Resulta importante reconocer que las mujeres y los hombres no estamos en igualdad de oportunidades, ni en igualdad de circunstancias, ni en igualdad de condiciones, ni gozamos de los mismos derechos.
“¿Será el tiempo de las mujeres?”. Casi me siento ofendida cuando me lo preguntan. Entonces me pregunto en silencio: ¿Será que nuestra sociedad deje de ser tan machista? ¿Será que dejemos de relacionarnos un poquito desde el androcentrismo?
El Comité Internacional de los Derechos del Niño, establece que se entiende por violencia: “toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.