Hoy en primera persona. Desde junio de 1987 iniciando la colaboración con ZETA, empleamos el plural. Comentando con amigas, les dije que escribiría para este Semanario. Sorpresa y felicitación final con una recomendación que pareció orden. “Llegas a un medio informativo muy importante gracias al trabajo de Don Jesús Blancornelas. Darás voz a quienes no la tenemos, represéntanos”.
Ausente de mi Tijuana por 11 años, regresé en enero 1985. Enterada por un casi hermano, Víktor Batista, conocía la historia de agravios que había sufrido don Jesús. Sus esfuerzos para dejar atrás el ABC, periódico que le arrebataron, y el inicio de ZETA. En mis venidas de Ciudad de México, recuerdo unas hojas, que las relaciono con los inicios del Semanario. Conocí a Héctor Félix Miranda, el muy querido Gato. Así que cuando me instalo definitivamente en la ciudad, fortalecimos la amistad.
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La lectura semanal de ZETA me hizo conocer la valiente labor informativa de Don Jesús y Héctor. Este último, desde mi llegada, pidió que fuera a hablar con el capitán del barco, el señor Blancornelas. Le dije que primero tenía asentarme en mis planes de trabajo; conocer más profundamente al ZETA para no desmerecer. Le decía a Héctor: “Quieres que vaya a pedir, y el mero jefe ni siquiera me conoce ¿qué tal si me dice que no le interesa mi colaboración? Debe ser exigente”.
Más de un año pasó hasta que un buen día en un desayuno en La Escondida el Gato me dijo: “Mañana te espera ‘aquel’”.
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Entendí que era don Jesús. Llegué a la antigua casona, que sigue siendo la sede de ZETA; ahí parados los tres, sin bienvenida formal, me preguntó cuándo le entregaría mi primera colaboración. Media nerviosa le dije que quizá me costara un poco de trabajo porque los últimos años solo escribía para revistas. No me gustaría desentonar. Le agradeceré que al principio corrija mis escritos. Con seriedad respondió: “De ninguna manera, porque si empiezo a corregir, me sigo de frente”.
Desde entonces, escribo con seriedad y respeto a los lectores, disfruto lo que nunca antes: absoluta libertad. Nada de censura, libertad total de don Jesús y ahora de sus jóvenes directores. El gusto, el compromiso ha sido y es muy grande. Como enorme el dolor de las fatales y cobardes agresiones que han segado vidas entrañables de ZETA.
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Nota 1. Don Jesús, supo integrar un gran equipo, confiando en la juventud y capacidad. Han hecho honor a esa confianza.
Nota 2. Quienes deberían proteger a los comprometidos con el periodismo veraz y valiente, son los que descalifican y agreden.
Nota 3. Larga vida a ZETA y a quienes lo hacen posible.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: [email protected] www.lagacetaredsocial.com
