Arantxa Echevarría tuvo el gran atrevimiento de contar la lucha del Estado español contra la ETA desde un ángulo poco previsible: el de la violencia de género. Y el resultado es simplemente brillante.
Basado en la historia verídica de Aranzazu Berradre Marín, una agente que utilizó el pseudónimo de Mónica para infiltrar una célula terrorista, más que enfocarse en el prolongado y sangriento choque de los vascos con España, lo que el filme recrea es la lucha interna de esta mujer policía en un mundo de hombres donde la soledad se vuelve riesgosa. Aranzazu debe integrarse sin dar tregua, involucrarse y dejar las emociones de lado, tarea nada fácil cuando se tiene una misión que en realidad transcurrió ocho años de principio a fin, aunque nosotros empezamos a ser testigos de esta odisea a partir del momento en que debe alojar en su piso a dos etarras.
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El personaje está rodeado de misoginia. No debe ser demasiado guapa porque se meterá en líos; audaz, por supuesto; y dura para sostenerse no sólo ante los terroristas, sino frente a su jefe Ángel Salcedo, encarnado con la enorme personalidad de Luis Tosar.
Carolina Yuste es una maestra de la escena, con esa capacidad sorprendente de cargar este “thriller” sobre sus hombros que termina siendo más existencial conforme crece la tensión, primero por la mutua atracción con Kepa Etxebarría (Íñigo Gastesi), uno de los criminales y después por la presencia vaya que escalofriante y repulsiva de Sergio Polo (Diego Anido).
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Yuste terminó con el Goya en sus manos por esta prodigiosa actuación, mientras que la obra cinematográfica recibió la misma distinción ex aequo en la categoría de Mejor Película. Basta con verla para comprender por qué. ****
Punto final.- Difícil que resucite el cine mexicano.
