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domingo, septiembre 15, 2024
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“Ser librero es bello, es una satisfacción”: Miguel Márquez

El tradicional librero tijuanense celebra 15 años de haber establecido Libros, Café y Jazz, aunque también cumple 55 años vendiendo ejemplares, sobre todo de literatura

 

Entre peatones que van y vienen en el concurrido Centro de Tijuana, como a la mitad de la calle Niños Héroes, en el número 733, entre Tercera y Cuarta, o, para mayor referencia, a cuadra y media de la Catedral de la ciudad fronteriza y en dirección opuesta a la Zona Norte, se encuentra un pasillo angosto que, tras caminar unos 10 metros, conduce a la popular y reconocida librería Libros, Café y Jazz.

Cuatro habitaciones repletas de más o menos 25 mil libros, principalmente usados -o de viejo, como también se les suele llamar-, dan la bienvenida al visitante. Valiosos ejemplares de literatura, arte, filosofía, historia y en general de humanidades y ciencias sociales, esperan pacientemente a su primer, segundo o tercer lector.

Se trata de la librería Libros, Café y Jazz, fundada en 2009 por don Miguel Márquez San Juan, que en 2024 celebra sus primeros 15 años; de hecho “es la tercera librería que tengo aquí en Tijuana”, cuenta a ZETA el tradicional librero tijuanense, para después narrar apasionadamente -porque si algo define a don Miguel es su genuina pasión por los libros- algunos detalles de su historia de librero.

 

“EMPECÉ A VENDER LIBROS HACE MÁS DE 50 AÑOS”

Don Miguel Márquez nace el 8 de agosto de 1958 en Ciudad de México. Cuenta a ZETA que hacia 1970, mientras estudia la Telesecundaria, descubre su pasión por los libros, que después continúa en el CCH (Colegio de Ciencias y Humanidades) Oriente y, posteriormente, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Yo empecé a vender libros hace más de 50 años”, advierte don Miguel, para inmediatamente traer a la memoria:

“Yo estudié en la Telesecundaria, me gustaba mucho porque nos daban una clase media hora, y después de media hora el coordinador promovía mejor la clase, resolvía algunas dudas que tuviéramos como alumnos. Luego venía una especie como de recomendación de parte de la televisora de qué libros podíamos leer: recuerdo el ‘Hambre’ de Knut Hamsun que casualmente encontré ahí en Tepito libros de ese título; al encontrarlos, pues los compro y los revendo en la escuela, me di cuenta que era negocio. Así empecé a buscar libros. Después, en el CCH era yo mochilero, cargaba libros en la mochila y a la hora de los recesos, en algún lado sombreado, ponía yo mis libros y ahí sacaba para la comida. Después, en la UNAM, que no terminé Estudios Latinoamericanos, estaba yo a un lado del Auditorio Che Guevara, a un lado de rectoría, ahí vendía yo mis libros también. Era yo mochilero, como se le llamaba allá. Al traer libros en tu mochila, donde quiera te pones”.

Viajero desde joven, en el Puerto de Veracruz establece su primera librería, aunque ése es el inicio de un recorrido por el país vendiendo libros:

“En el 76, a los 18 años, ya estaba yo en el puerto de Veracruz y puse una librería, ahí me quedé hasta los 33 años, pero siempre viajando. Mi lugar estaba en la librería, pero de ahí me iba pueblo por pueblo vendiendo libros: agarraba yo desde Veracruz, Alvarado, Lerdo, Cabada, Santiago, San Andrés, Catemaco, Covarrubias, Acayucan, Coatzacoalcos, Choapas y Paralelo, en el estado de Veracruz; Villahermosa y Comacalco, Tabasco; después Champotón, Campeche; y Mérida, Puerto Progreso y Valladolid, hasta Cancún y Xcaret, principalmente Playa del Carmen. Todo transportaba en tren”.

Después de Veracruz, recuerda que en cada lugar que llegaba establecía una librería como, por ejemplo, en Cancún, Playa del Carmen, Monterrey, Culiacán, Mazatlán, Ciudad Obregón, Hermosillo y Nogales. Hasta que llega a la ciudad fronteriza.

EN LOS CAMIONES

Con la pasión de un narrador -de hecho, es autor del libro para niños “¡Ah, qué chiste, el abuelo cuenta sus travesuras como si fueran cuentos!”-, don Miguel cuenta al reportero que hace 40 años, en 1984, llega a Tijuana. Lo primero que hace en la ciudad fronteriza es, por supuesto, vender libros a los tijuanenses, en los camiones:

“Al no tener un lugar fijo para poner mis libros, entonces yo me subía a los camiones con mi tambache de libros, a veces de métodos de inglés, libros de poesía, de plantas medicinales, el significado de los sueños, de fábulas. Agarraba yo, por ejemplo, Editorial Gómez Gómez, que sacaba libros pequeñitos, sacaba libritos de Gibran Jalil Gibran, ‘El Principito’ o de plantas medicinales, me subía a los camiones y los vendía muy bien. Aquí llegué a Tijuana vendiendo libros en los camiones, había muchos camiones cuando llegué aquí en el 84, un año antes del temblor en México. Entonces yo me subía a los camiones”.

Incluso recrea una parte del Centro de Tijuana que lleva en su memoria, justo en la esquina que hacen las calles Tercera y Niños Héroes: “Aquí, donde está ahora La Parisina, estaban las Pinturas Corona, era la parada de camiones Azul y Blanco que iban a la Buena Vista; uno salía por el Correo y otro para la Línea. Yo todos los agarraba, no me daba abasto”.

Alto, de tez morena, cabello blanco y con el recuerdo fresco de hace 40 años, don Miguel todavía recita de corrido y sin respiro la arenga libresca, como si estuviese en un camión de la ruta Azul y Blanco, vendiendo sus ejemplares:

“Señores pasajeros muy buenos días agradeciendo de antemano la fina atención que sirvan brindarme vengo directamente de Editores Unidos Mexicanos para ponerle en sus manos este libro que no debe faltar en casa. Recordemos que México es uno de los pocos países en el mundo que tiene el privilegio de tener toda una gama de raíces hojas plantas y este libro le trae más de 150 recetas para curarse’. Y ya, les echaba dos o tres recetas, ¡y vende y vende libros!”.

 

EN LA BANQUETA

Don Miguel recuerda que también apuesta por vender libros en la banqueta de la calle Constitución, entre Segunda y Tercera, frente a la zapatería 3 Hermanos, en pleno Centro de Tijuana; aunque primero cuenta que cuando llega a Tijuana en 1984, sólo había una librería de viejo en la ciudad de la frontera:

“Había nada más una librería de libros usados de un señor un poquito sordo, un señor ya grande, que estaba sobre la F. Martínez, entre Sexta y Séptima. Ahí estaba un señor, ahora hay una vidriería, parece. Él era el único que tenía libros usados, nada más. Estoy hablando del 84”.

En esa época, además de vender libros en los camiones de transporte urbano, comparte sus libros en la banqueta de la calle Constitución, entre Segunda y Tercera:

“Yo tuve la fortuna de que me dieran un permiso en Reglamentos del Palacio de Gobierno, para vender cosas navideñas. Duramos como desde el 90 hasta como el 2005 en Constitución, entre Segunda y Tercera. Del primero de diciembre al 6 de enero vendíamos libros, es decir, mi permiso era para productos navideños, pero todo el mundo vendía lo mismo. Entonces les dije: ¿Puedo cambiarlo para libros? Me dicen: ‘Ponga lo que quiera’. Y vendía siempre libros”, relata don Miguel mientras muestra al reportero una fotografía con un puesto de libros en la banqueta y como fondo aparecen microbuses color verde con crema que, por cierto, todavía inician su ruta en ese lugar hacia las colonias Zapata y Reforma.

 

LAS PRIMERAS LIBRERÍAS

Tras seis años vendiendo libros en los camiones, don Miguel confiesa que establece la primera librería Libros, Café y Jazz:

“En Tijuana, en 1990, puse una librería en la calle Segunda, entre Madero y Negrete. Junto a la gasolinera hay unas cortinas, ahí estaba la primera librería que puse. La primera duró dos años nada más, porque era un lugar de paso, parece una vía rápida y yo tenía un anuncio muy grande: ‘Venta de libros’, pero la gente pasaba en su carro y nada más alcanzaban a ver, y como no había estacionamiento cerca, pues era un problema, no había mucha gente. Después, la segunda librería la puse del 95 al 2005, en Mutualismo, entre Segunda y Tercera. Donde está el Hotel Coliseo hay unos arcos, uno de los arcos era la librería; ahí duré más o menos 10 años”.

Todavía recuerda los motivos por los cuales baja la cortina de las primeras dos librerías:

“La primera la cerré porque no había casi clientes y la otra por la renta, me incrementaron la renta un 100% de un mes para otro. Apenas estaba yo sacando un poquito y de repente me incrementaron la renta al 100%, pues fue imposible. Incrementaron tanto la renta que los lugares han estado vacíos. Ponen algún negocio pequeño, pero se va a los dos o tres años, por la renta, porque a cada rato paso por ahí”. Hasta que por fin se establece en la calle Niños Héroes.

 

PRIMEROS 15 AÑOS

El 23 de agosto de 2024, don Miguel Márquez, apoyado por sus hijas Citlalli y Eréndira, colgó en redes sociales de la popular librería un aviso recordando el XV Aniversario de Libros, Café y Jazz, que se localiza en la calle Niños Héroes número 733, entre Tercera y Cuarta:

“En la Tijuana de 1996 durante el mes de diciembre, Don Miguel ponía su puestito de libros frente a la ‘3 Hermanos’ que está en la calle 3ra y Constitución. Ahí duró muchos años, hasta que las condiciones del comercio ambulante cambiaron y ya no fue posible conservarlo. Pero nunca desistió, este viernes 23 de agosto Libros, Café y Jazz cumple 15 años desde que abrió sus puertas para compartir libritos e historias con la comunidad Tijuanense. La Libros, Café y Jazz es la 3ra librería que él abrió en la ciudad y la que más tiempo ha conservado sus puertas abiertas”.

Distribuidos en cuatro salas de aproximadamente 3×3 metros cada una (la principal, de 6×3), don Miguel advierte que en Libros, Café y Jazz cuenta con “más o menos 25 mil libros”, principalmente de literatura, filosofía, arte, historia y, en general, de ciencias sociales y humanidades.

Cuando se le pregunta cuál es la especialidad de Libros, Café y Jazz, don Miguel responde contundente:

“Una librería es como una farmacia, tiene uno que tener de todo, pero aquí lo principal es la literatura. La literatura no tiene tiempo, no cambia el texto como ingeniería o arquitectura, o esto de las computadoras que cambia, va evolucionando. En cambio, la literatura queda y, si es una primera edición, una edición original, una edición autografiada, lo juzgan los coleccionistas y también los lectores. Tener una edición que tuvo en sus manos el escritor y lo autografió, o tener una edición que nadie tiene, es lo que le gusta a la gente y lo que trato de traer aquí. Pero también tenemos filosofía, psicología, derecho, administración y arte”.

Reconoce que sí hay lectores, pues los clientes lo buscan:

“Yo siempre he sido del criterio que para todos hay clientes. Y un lugar que se enriquece con buen material, la gente lo toma como un lugar de cultura, un gran atractivo para el turismo también. Este lugar se ha hecho como un lugar famoso, mucha gente viene ya de otros países, porque siempre tenemos novedades, yo cada dos meses estoy yendo a la ciudad de México, Guadalajara, a traer material; traigo 30 o 40 cajas de libros”.

Hacia el desenlace de la entrevista, recuerda:

“Desde los 11, 12 años, empecé a vender libros, entonces, se me dio a mí, ¿por qué no compartirlo? Tengo casi 55 años vendiendo libros y nunca he vendido otra cosa más que libros, en los camiones, en los tianguis, en librerías”.

Finalmente, don Miguel Márquez revela la satisfacción de compartir su pasión por los libros durante toda su vida:

“A los 12 años encontré el oficio del librero, de aquí soy, me da buena vibra. No vivo bien, pero vivo modestamente, a gusto. Ser librero es bello, es una satisfacción, porque de eso se ha fincado mi vida, la vida de mi familia, en los libros”.

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Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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