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lunes, septiembre 30, 2024
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Pangea

En los tiempos de los druidas, las brujas, los aquelarres y los magos que bailaban en Stonehenge, cuentan los ancestros que toda la Tierra estaba unida. En latín, pan significa “todo” y gea significa “tierra”, así que existía una sola unidad, una sola isla rodeada de agua, quizás con estalactitas y estalagmitas de lava y olores sulfurosos en el ambiente.

¿Se separan los continentes o se unen los continentes? ¿La Tierra volverá a ser Pangea, toda unida, o nos convertiremos en pequeñas islas separadas? ¿O nos hundiremos en un mar a causa de los deshielos?

La imaginación de nuestros ancestros fue grande. Inventaron espacios como el Monte Olimpo, donde moraban los dioses, y Zeus lanzaba rayos mientras Apolo se paseaba en su carro de fuego y la mitología griega llenó de personajes que fueron derribados de sus fantasías inverosímiles por la Iglesia católica.

Por otro lado, los vikingos tenían su Valhalla, donde gobernaba Odín, y Thor manejaba su poderoso martillo volador. Hay leyendas nórdicas, como la misma existencia de Santa Claus (Papá Noel), que mora en el Polo Norte, donde tiene una fábrica de juguetes operada por enanitos y sus renos voladores, encabezados por Rodolfo, aparecen indudablemente en diciembre trayendo regalos a los niños buenos y estimulando la fantasía.

Las leyendas náhuatl, aztecas y mayas tienen grandes dimensiones, con dioses estrafalarios como Kukulkán o sabios y buenos como Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, el hombre blanco que llega a la península maya a enseñar talleres y labores que mejoran su nivel de vida, hasta que eventualmente se emborracha y pierde toda su nobleza y dignidad cuando, avergonzado, se inmola en una pira funeraria y se convierte en estrella de norte.

Los judíos seleccionan tener un Dios único, Dios de todas las cosas, quien incluso intercala acciones y palabras con seres humanos como Abraham y Moisés, a quienes guía desde su divinidad haciendo un pacto y enseñándole las diez leyes que generaban una relación humana con reglas. Así aparecieron en India, en el panteón de los Dioses, Vishnu y Shiva. En Egipto, Amón Ra, Osiris e Isis. Estas dos historias daban poder a quien las contaba, pues señalaban rutas de esperanza en otras vidas a sus seguidores, pero garantizando el poder de los sacerdotes que exigían tributos.

¿Quizás descubriremos que no existe Dios, como algunos agnósticos opinan? Y si no existe, ¿existe otra vida? ¿Existe el paraíso, el infierno? ¿Existirá la reencarnación? ¿Qué nos señalará la imaginación del hombre? ¿A quién o qué rendiremos culto? ¿Una humanidad sin esperanzas de mejores vidas será superior? ¿Dónde quedará la ética y el buen comportamiento en un universo agnóstico?

¿Dios existe o no existe, como fue pintado por Diego Rivera en un mural en el desaparecido Hotel del Prado?

Me pregunto si volveremos a ser Pangea: una sola isla, un sólo pueblo, un sólo gobierno, una sola democracia, un sólo Dios, libertad para los hombres de la Tierra; o terminaremos destruyendo nuestro hábitat y dejándolo para siempre desgastado en manos de los dioses.

¿Dónde se encontrarán los índices de Adán y de Dios, como en el Vaticano, pintados por Miguel Ángel?

 

José Galicot es empresario radicado en Tijuana.

Correo: jose.galicot@tijuanainnovadora.com

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