“Siempre hemos dicho que la ‘izquierda’ es la derecha disfrazada”.
-José Stalin, Informe ante el XVII Congreso del PC (bolchevique) de la URSS (26 de enero de 1934).
La “Cuarta Transformación” (“4T”), así bautizo a su régimen el autócrata con careta humanista, López Obrador.
No hay transformación alguna que libere a la clase obrera de la explotación y de la opresión; de la miseria y el hambre, dentro de los marcos del capitalismo.
La “Cuarta Transformación” enarbolada por el gobierno autocrático, encabezado por el Partido Morena, es pura demagogia. Verborrea ilusionista.
Echarle mendrugos (“apoyos”) a las masas proletarias paupérrimas no quiere decir que el régimen colonial burgués se haya transformado, que la bestia se haya corregido. El construir modernas y colosales obras como el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas, el Tren Transísmico, el Aeropuerto Felipe Ángeles, etcétera, no significa que la clase obrera será la beneficiada con tales edificaciones.
Dichas construcciones son para el acrecentamiento de la riqueza de la burguesía. Para provecho, fundamentalmente, de los inversionistas extranjeros. Todopoderosos monopolios que, como dráculas sedientos de sangre proletaria, siguen llegando atraídos por las excelentes condiciones existentes en nuestro país (miserables salarios, obreros dominados, agua y electricidad en abundancia, etcétera) para multiplicar en poco tiempo sus capitales.
El “nearshoring” no es más que abrir la puerta de la fonda y decir: “Pasen, pasen señores inversionistas, sírvanse a sus anchas, aquí tenemos los esclavos más eficientes, más sumisos y sobre todo los más baratos”. Y, nosotros agregaríamos: “Y los políticos-capataces más arrastrados y vendepatrias”. Los refunfuños de los “neoliberales conservadores” contra los “megaproyectos” del déspota de marras, es pura faramalla para ocultar su aprobación.
La tarea tanto de los lacayos de la “izquierda socialista” que se encuentran hoy en el poder como los de la oposición oficial de derecha es de acatar los mandatos de sus amos imperialistas. ¿Habrá hombre honrado que considere que algún día la clase obrera misérrima, de fábricas y maquiladoras, vaya a ir a turistear, alguna vez, en el faraónico Tren Maya? ¿La refinería de Dos Bocas les reportará, al proletariado, algún beneficio, como asegura López Obrador?
La “Cuarta Transformación” es sólo un demagógico slogan propagandístico.
Ni la revolución de independencia de 1810, ni la reforma juarista (1859), ni la revolución antiporfirista de 1910 liberó a la clase obrera de la esclavitud. Sólo cambio el matiz de las cadenas.
Fueron las masas trabajadoras y campesinas sólo carne de cañón. Los autócratas que se entronizaron en el poder mandaron al bote de la basura sus ofrecimientos de justicia, libertad, democracia e independencia. Consignas con las cuales persuadieron a las masas paupérrimas para que se unieran al Movimiento.
Lo único que lograron los pobres, después de haber derramado su sangre en el combate para derrocar al sanguinario y viejo absolutismo, fue un nuevo yugo.
Tampoco la “expropiación petrolera” del priista Lázaro Cárdenas relajó las cadenas ni trajo felicidad a la clase trabajadora. Desde que se llevó a cabo la susodicha “expropiación” (1938) los pobres siguen esperando los beneficios prometidos de dicha industria “nacionalizada”. Las susodichas revoluciones o “transformaciones”, como prefiere decir López Obrador, sólo fueron en beneficio de la clase rica dominante.
El gran Carlos Marx sentenciaba: “Todos los movimientos revolucionarios han sido hasta ahora realizados en provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría” (Manifiesto del Partido Comunista. 1848. P. 42).
Por eso manifestamos que ni con mil “transformaciones” dentro de los marcos de la sociedad burguesa, el proletariado se liberará del yugo impuesto por los explotadores.
El “expriista” y “experredista” López Obrador y sus secuaces “juntos ya han hecho historia” como una sobresaliente banda de demagogos. Como brillantes émulos de López Portillo y de Luis Echeverría.
Claudia Sheinbaum, que sin duda remplazará en el trono presidencial a López Obrador, ya ha anunciado que proseguirá “haciendo historia”. Es decir, que nuestra patria continuará siendo una colonia del imperialismo internacional y un territorio de esclavos asalariados. Un presidio custodiado por feroces militares. Armados hasta los dientes.
Y pensar que muchos politicastros que presumen ser marxista-leninistas (verbigracia el PCM y el FPR) consideran al dictadorzuelo morenista, desde décadas atrás, como a un hombre demócrata y patriota a carta cabal. Esta gente sufre daltonismo político. Por esa razón siempre los hemos denunciado y puesto en la picota.
Despreciables socialdemócratas. Pequeñoburgueses saltimbanquis que hasta llegaron a darle (en el año 2000) al fascista-panista Vicente Fox “el beneficio de la duda”. El colmo de los colmos.
El sátrapa morenista ni es de izquierda ni mucho menos socialista. Ni tan siquiera patriota. Sumamente obsequioso y servil ha sido su comportamiento frente a Trump y Biden. AMLO es en realidad un reaccionario orangután peor que el pigmeo panista Felipe Calderón.
La militarización del país y el toque de queda nocturno, los centenares de retenes militares a lo largo y ancho del país, son pruebas fehacientes de que el sátrapa morenista le ha salido adelante al pinochetista Felipe Calderón.
La “Cuarta Transformación” no es otra cosa más que un régimen militar con disfraz de socialista. Solo sobornados y ciegos no ven esta realidad.
Claudia Sheinbaum ya en el poder persistirá “haciendo historia”. Será un comedido mayoral de los inversionistas extranjeros. Autócrata y vendepatrias.
Atentamente,
Javier Antuna.
Correo: gloriaproletaria@gmail.com