De Trez en Trez
Uno. Una vez más, el Presidente López Obrador arremetió contra el periodismo que le incomoda, que no le da la suave, que no lo alaba y, por el contrario, lo cuestiona; pero esta vez “la sacó del parque” cuando afirmó: “Por encima de la ley está la autoridad moral, y la autoridad política…”, con la que dice estar “blindado”, misma que le regatea a los demás.
Hilando una seguidilla de traspiés “mañaneros”, el Presidente respondió a la periodista de Univisión, Jésica Zermeño: “Ustedes, con todo respeto, quienes hacen un periodismo, diría faccioso, porque nada más se inclinan en favor de grupos de intereses creados, no hacen un periodismo para todos; están demasiado cercanos al poder económico, al poder político. Ustedes se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada. Ustedes pueden calumniar impunemente como lo han hecho con nosotros (…) Y no los puede uno tocar ni con el pétalo de una rosa”.
Hay que recordar que la semana anterior, AMLO hizo público el teléfono de la reportera Natalie Kitroeff del New York Times, quien le solicitó un comentario respecto a una investigación en Estados Unidos sobre un presunto financiamiento de la delincuencia organizada a su campaña electoral de 2018. Lejos de reconocer su falta, dijo que lo volvería a hacer. Remató: “Si la compañera está preocupada porque se dio a conocer aquí su teléfono, que cambie su teléfono, otro número, y ya”.
Argumentando tener “autoridad moral”, López Obrador no se cansa de calumniar, insultar, exhibir, filtrar, atacar, descalificar y ningunear a todo aquel que no está de acuerdo con sus acciones y opiniones.
Doz. Cuando alguien afirma “Tengo autoridad moral”, debe dar el ejemplo; es decir, no se le puede pedir a los demás que hagan algo que uno mismo no hace. Es predicar con el ejemplo, es tener congruencia entre el decir y el hacer. Es algo así como el “Walk the Talk” que tanto le criticaron a Xóchitl Gálvez cuando lo dijo en su gira por USA, que bien puede entenderse como “predicar con el ejemplo”, o “pasar del dicho a los hechos”, o “hacer lo que decimos”.
En el caso del López Obrador, evidentemente no sucede así, aunque se diga “blindado con la autoridad moral” que presume.
Según Euroinnova International Online Education (https://www.euroinnova.mx/blog/que-es-autoridad-moral), existen algunos rasgos importantes para reconocer a alguien con autoridad moral: “Son personas que predican con el ejemplo, suelen tener un gran sentido de la verdad y son fieles a sus principios; no intentan hacer que otros sean como ellos, respetan las diferentes opiniones sin tratar de imponer sus creencias; cuentan con un gran sistema de valores, representan lo que es el liderazgo moral”.
“Este tipo de individuos buscan no juzgar al otro; dejan que todos se puedan expresar libremente respetando a sus pares, pero mantienen firmes sus principios, pues son personas positivas y coherentes con lo que dicen y hacen”, abunda el artículo referido.
Trez.- Es claro que, en la especie, López Obrador ha hecho todo lo contrario a lo que dijo en sus tres campañas electorales y en su discurso en el Zócalo de la CDMX después de protestar el cargo: no respeta a sus pares ni al Poder Judicial, y menos al Legislativo (que tiene sometido); miente diariamente, hace “sacrificios mañaneros” con sus contrarios; cambia sus principios a su conveniencia… y lo peor, se ha convertido en un reincidente en eso de violar la Constitución y las leyes que de ella derivan.
Habrá que recordarle a AMLO que la autoridad sólo tiene facultades para hacer lo que precisamente la ley le permite, parte del Estado de Derecho, el cual finge desconocer para colocarse por encima de la Ley.
¿Autoridad moral? ¡Mis polainas!
P.D.1.- Y todavía se queja de que YouTube ¡no lo consultó para fijar sus reglas!
P.D.2.- Saludos desde el “otro lado del charco”.
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.
Correo: profeohe@hotmail.com