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viernes, febrero 16, 2024
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Napoleón Bonaparte

“Toujours l’audace toujours (‘Siempre la audacia siempre’)”

-Napoleón.


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Napoleón se pone de actualidad con la discutida película de su nombre donde se ven cuatro batallas militares y cuatro batallas amorosas (por cierto, las últimas muy aburridas y casi ridículas). Nadie dice que un estadista o un guerrero tiene que ser un buen amante o un amante tiene que ser un buen estadista o guerrero, pero en la película se pierde el estadista y el legislador.

Vemos en la pantalla a un Napoleón lento, torpe, al que sólo se le puede comparar con la pintura heroica que le hizo el pintor David en alguna carrera de caballo ante sus tropas arengándolas para la batalla. Impresionante la coronación en Notre Dame, donde decide tomar la corona de emperador en sus manos y se la coloca en sus sienes igual que a Josefina… nadie puede coronar al personaje que lo logró solo. 


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Recuerdo que, ante la batalla del Nilo, Napoleón discursea a sus tropas con aquella frase que dice: “Soldados de Francia, pelead bien, cuarenta siglos os contemplan”. Cuando Napoleón comete el espantoso error de atacar a Rusia y hace que sus soldados mueran derrotados ante el General Invierno, atacados por las guerrillas rusas y por el concepto de dejar terrenos quemados, incluso con el incendio de Moscú, me recuerda a Tchaikovski, quien plasma en su “1812” la emoción de una guerra que se inicia victoriosa con la Marsellesa y termina con las campanas heroicas de la catedral de San Basilio en la Plaza Roja.

Mueren al servicio de la gloria de Napoleón tres millones de franceses que, en ocasiones, caprichosamente son enfrentados a enemigos imposibles (como la batalla de Waterloo).

Cuando uno llega a París y ve el Arco del Triunfo, donde están los nombres de sus principales batallas y de sus mejores generales quiere intentar comprender la grandeza de Napoleón Bonaparte con la transformación de París. Y que se manifiesta en la tumba de Napoleón.

El pequeño corso termina dos veces exilado en la isla de Elba y la de Santa Elena. Su marca en la historia es indeleble, pues llevó las intenciones de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad a todos los confines de Europa, creando un mundo donde los reyes absolutos no deberían tener lugar ya.

Austerlitz, Borodinó y Marengo son batallas pintadas de sangre, donde la bandera tricolor y la Marsellesa resuenan gloriosas, pero con olor a muerte. Napoleón en película es más pequeño que Napoleón de la memoria y de la historia. ¡Viva la Francia! ¡Viva la Revolución Francesa! ¡Viva la igualdad de los hombres y la fraternidad de los pueblos!

José Galicot es empresario radicado en Tijuana.

Correo: jose.galicot@tijuanainnovadora.com

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