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lunes, febrero 19, 2024
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Casi 30 años con ZETA

Recuerdo mi primer escrito hecho en diciembre de 1993: hablé y opiné sobre el abuso que se hacía en la quema de pirotecnia y llantas en gran escala (hoy quizás estamos pagando las consecuencias con este desbarajuste climático mundial… ¡y no entendemos!).

Si uno es asiduo, empírico escritor, con hábito, con gusto, con tiempo, con capacidad mental, estando a la orden noticiosa, social, visual y le satisface escribir, también debemos tener aguante y temple para las críticas. El lector que lee las “Cartaz” en ZETA o vía internet, tiene derecho a hacer sus propias conclusiones, como él tiene la última palabra, puede que le plazca el escrito del columnista… pero también puede que eche vituperios. Recuerde el 10 de mayo del escritor, no el nombre del responsable de tal escrito.


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Yo por 30 años he sido felicitado. De Los Ángeles, California. Una vez de un penal. También por consanguíneos, por personas que me conocen y conocen el ZETA, lo leen y me dicen “muy buen escrito”. Otros “no me gustó”. Una vez escribí sobre Colosio y una revista me contacto para reproducir mi texto y les dije que sí. He escrito quejas, sugerencias, peticiones, rechazos políticos, acrósticos, poesías de amor (de esas escribí muchas en 1996-1997).

He mandado críticos hacia la política, sobre lo que veo en mi ciudad. Escribir te desconecta del mundo, saca lo mejor de ti. A veces escribo de madrugada, al amanecer, cuando mi mente está fresca, relajada y ya la almohada me dice “Leopoldo, párate a plasmar en papel, de tu puño y letra, esas ideas que te inquietan y traes en tu ramificación cerebral”, y claro, me gana el gusanito del hábito de casi tres décadas y me levanto a redactar.

Prendo la radio, con música en inglés, una taza de café, un té, termino mi escrito y quedo satisfecho. Lo llevo a oficinas de ZETA como lo he hecho en todos estos años (sea en bicicleta, taxi, camión, auto, a pie, de raite). No falta mi hábito: ese caminito que me lleva solo, por inercia, amor, pasión, compromiso, y relajo mi mente. Desahogo mi ser cuando escribo y ZETA me publica cada viernes, en la versión impresa o en su portal. Es para mí un gusto, logro y satisfacción total.


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Desconozco cuántos participamos  en esta sección de “Cartaz”, que tengan el mismo tiempo que yo. Por ello, gracias a ZETA por estas décadas. Gracias a Adela, a quien le pedí permiso en 1944. Gracias al tiempo que me dan. Una sociedad bien informada es una sociedad libre.

 ZETA da la libertad como ningún otro.

Atentamente,

Leopoldo Durán Ramírez.

Tijuana, B.C.

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