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viernes, febrero 16, 2024
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Burda (y falsa) campaña

A ver, ¿de cuándo acá los narcotraficantes mexicanos tienen moral? ¿De cuándo acá ceden a la débil presión del gobierno federal? ¿de cuándo acá, deciden dejar su ilícito y lucrativo negocio porque es conveniente? Patrañas.

En Sinaloa a principios del mes de octubre, y el fin de semana en Baja California, supuestos miembros o aliados al cártel de Sinaloa en la célula de los Chapitos, como suele conocerse a la que integran los hijos del capo Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, colgaron mantas con mensajes que indican una aparente alianza a la cruzada del gobierno de los Estados Unidos, para combatir la producción, distribución, trasiego y consumo de fentanilo, y que, de manera muy incipiente, México ha tomado después de reiterar que en el país no se produce la letal droga, a pesar de la evidencia materializada en el aseguramiento, por parte de elementos de las Fuerzas Armadas, de laboratorios clandestinos para la producción de pastillas de fentanilo, ciertamente con precursores provenientes de Oriente.


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En cinco de los siete municipios que comprenden Baja California, un desconocidísimo “cártel de Tijuana”, amagó con “castigar a las personas que fabriquen, vendan, transporten o crucen esta droga (fentanilo)”.

Ahora sí que una burda y falsa campaña de quién sabe quién. En Baja California no existe un cártel de Tijuana. Por allá en la década de los ochenta del Siglo pasado, los hermanos Arellano Félix intentaron hacerse del nombre de la fronteriza ciudad para su organización criminal, para competirle al cártel de Guadalajara, por entonces liderado por el capo Miguel Ángel Félix Gallardo, pero su apellido, en términos criminales, imperó su grupo mafioso, hasta los remanentes de hoy en día, es conocido como el cártel de los Arellano Félix, quienes ciertamente tuvieron y mantienen sus operaciones en Tijuana.

Una vez detenidos o asesinados los hermanos, los criminales que les sucedieron, minados, intentaron una alianza con el cártel Jalisco Nueva Generación, y pretendieron darle una referencia territorial al mafioso binomio, haciéndose llamar cártel Tijuana Nueva Generación, pero tampoco les pegó. La alianza, aún vigente en algunas zonas de Baja California, es la unión de las dos organizaciones criminales.


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Por parte del cártel de Sinaloa, no existe alianza alguna con el cártel Arellano. De origen están enfrentados, la enemistad que iniciaron los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix con Joaquín Guzmán Loera, se fue legando a las nuevas generaciones de mafiosos. De hecho, cuando miembros de un lado se cruzan al otro, los llaman traidores y los persiguen hasta matarlos.

El cártel Jalisco Nueva Generación siempre ha definido con sus siglas a sus delincuentes integrantes, y utilizan el sello para amedrentar y aterrorizar a enemigos, extraños y a ciudadanos, dejando amenazas en toda suerte de material sobre el cual se pueda escribir, como cuando recientemente amenazaron a grupos y cantantes de narco corridos, afines el cártel de Sinaloa, para que no se presentaran en la ciudad.

No existe pues, un cártel de Tijuana que esté aliado al cártel de Sinaloa, específicamente en la célula de los Chapitos, o los Menores, a quienes la oficina de la DEA en los Estados Unidos ha identificado como los principales productores y distribuidores de drogas químicas, particularmente de fentanilo. Desde marzo de este año, la titular de esa agencia antidrogas, dio a conocer una investigación que incluyó infiltración en la célula de los hijos del Chapo, para elaborar la ruta del fentanilo que inicia en China con la fabricación de precursores, su ingreso ilegal a México para su producción en tierras nacionales y el punto final de distribución y venta en los Estados Unidos.

En reiteradas ocasiones, a partir de ese informe de la DEA, el gobierno de los Estados Unidos, y las autoridades procuradoras de justicia de aquel país, han solicitado la cooperación de los mexicanos para la aprehensión de los Chapitos, considerados sus enemigos principales debido a la distribución de fentanilo en su país, droga que sería la causante de cientos de miles de muertes durante la llamada epidemia del fentanilo.

A los discursos defensivos del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sobre la no producción de fentanilo en México, Estados Unidos respondió con varias visitas al país de sus autoridades de justicia e investigación y la clasificación de los hermanos Guzmán como enemigos sobre quienes pesan recompensas millonarias por información que conduzca a su captura. En ese contexto, los hijos del mafioso preso en los Estados Unidos, iniciaron lo que se aprecia, y en voz presidencial también, como una campaña “vulgar, corriente, barata, chafa”.

¿De cuándo acá, los narcotraficantes tienen credibilidad? No la tienen. Son criminales. Así como no existe el cártel de Tijuana aliado al cártel de Sinaloa que dejó, en un fin de semana, unas 18 mantas “informando” “la iniciativa del CDS por erradicar la droga letal conocida como fentanilo”, aparentemente sumándose a la cruzada estadounidense, también son una realidad los decomisos de fentanilo, particularmente cruzando la frontera bajacaliforniana con los Estados Unidos, donde la patrulla aduanal y fronteriza, asegura cargamentos de fentanilo ocultos en compartimentos especiales en autos, escondidos entre vegetales, latas y otros productos y artículos de exportación. Lo mismo en Tijuana, donde iniciando octubre, fueron decomisadas más de 300 mil pastillas de fentanilo.

El negocio del fentanilo sigue. Es lucrativo para los cárteles, para todos, aunque Estados Unidos solo centre su atención en la célula de los Chapitos y el cártel de Sinaloa, pues su producción química es “barata” y resulta en cientos de miles de pastillas troqueladas, cuyo precio unitario, en Baja California, llega a los 200 pesos.

De quienes dejaron las mantas “informando” de la retirada del cártel de Sinaloa de la producción de fentanilo, y la amenaza de “castigo” para quienes sí lo realicen, poco o nada se sabe; viles peones en los organigramas criminales del narco, que ciertamente ha emprendido una campaña burda, para dar la impresión (a quien se la crea) de que se han retirado de la producción del fentanilo, una de las drogas más lucrativas para ellos, y más dañinas para la sociedad que no alcanza a sumar a sus muertos por este flagelo.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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