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martes, octubre 1, 2024
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El oro de Mexicali

A mediados del siglo I a.C., Roma se preparaba para tomar en sus manos el mundo conocido. El poder era ejercido de manera mancomunada por el triunvirato, conformado por Julio César, Pompeyo y Craso. Este último, con la fama pública hasta nuestros días de haber sido uno de los hombres más ambiciosos en la historia de la humanidad: inmensamente rico en oro y propiedades, se sentía corto en cuanto a victorias militares en comparación con los otros dos grandes generales. Su desesperación por reconocimiento público, lo llevó a enfrentar con pésima estrategia al Imperio Parto, con el que se midió en la batalla de Carras, en la actual Turquía. Un atrevimiento que le costó muy caro a la aún República Romana: 30,000 legionarios, de los cuales una tercera parte fueron hechos prisioneros y las dos restantes muertos, incluyendo a su propio hijo (decapitado). Craso fue alcanzado al día siguiente; según la leyenda, asesinado con oro fundido vertido sobre su garganta, a fin de dejar constancia del desprecio de sus oponentes por su desmedida avaricia. “Craso error”, se relaciona desde entonces, al referirse a un error tan grande como imperdonable.

Mexicali está lejísimos de contar con oro comparable al romano. Las últimas cuatro administraciones municipales, desde su primer día, han marcado la pauta: no hay dinero más allá del requerido para el gasto corriente. Cualquier recurso significativo para inversión pública, tendría que llegar por parte del Gobierno Federal o del Estado vía extraordinaria; inclusive las participaciones federales, se encuentran destinadas y comprometidas. No existe margen: el ingreso por cobro del impuesto predial cubre apenas el 11 por ciento del presupuesto anual de un gobierno que sólo puede destinar un 6 por ciento a inversión u obra pública. Todo lo demás se va en sueldos, prestaciones, gasolina, gasto administrativo y gasto operativo ordinario para mantener la prestación de servicios públicos. Año con año, esa ha sido la historia de Mexicali. Esperar y rezar.

Lo anterior se refleja en la desesperación por una mejor ciudad y un Valle con menos rezago. Los mexicalenses atestiguan diariamente la falta de dinero público para: mejorar su parque o unidad deportiva; la pavimentación o motoconformado; el bacheo de vialidades principales e internas; aseo y limpieza pública; mejorar el tráfico; incremento de agentes de policía. Sin considerar los recursos que se necesitan para darle el giro a un municipio con una agenda y discusión pública reducida a sus mínimas capacidades; en contraste con municipios como Hermosillo, Chihuahua, Saltillo o Culiacán, donde al revisar lo que diariamente hace el gobierno y lo que debaten públicamente sus comunidades, se advierten planeación y acciones concretas para una mejor calidad de vida, oportunidades y desarrollo económico para sus habitantes.

Al advertir el rezago social, urbano y de desarrollo que ya estamos enfrentando, resulta una falta de respeto el que la presidenta municipal pretenda comprometer dinero público, sin que se lo permita la ley -a menos que la tuerza-, para un fin que no le corresponde al gobierno municipal, como lo es otorgar un “subsidio municipal” a los productores de trigo del Valle de Mexicali. Porque ese dinero no es de su libre disposición, es para servicios y equipamientos públicosque se necesitan en toda la ciudad y su valle. Nada más; aunque lo quiera ella y la totalidad de su planchado Cabildo, no pueden ir por encima de la naturaleza, clasificación y destino expreso del gasto público que le corresponde ejercer a los gobiernos municipales en términos del 16 y 115 Constitucionales y las normas hacendarias aplicables.

Norma Bustamante, a expensas de los mexicalenses, quiere hacer política por la fácil, sin esfuerzo, sacrificio ni representación popular; su costo es un oro que no es suyo: 20 millones de pesos que descaradamente se atreve a decir que le “sobran” a Mexicali y por eso va a apoyar a los productores. Sacando la tarjeta de crédito para pagar un reconocimiento público que ella no cubrirá y urgida de impresionar con una cara cuenta a sus dos generales (el Presidente de la Republica y la gobernadora del Estado), la alcaldesa debería dejar en paz lo que no es suyo y hacer lo quele corresponde: Representar a los productores como se merecen.

Por encima de intereses, ejercer su liderazgo para demandarle al irresponsable Gobierno Federal, su intervención para la solución total de un tema que no le corresponde al Gobierno Municipal y al cual se suma -con dinero ajeno no con lucha propia-, por evidente motivación política, buscando lavarle la cara al del Palacio en algo que él mismo mandatario abandonó; comprometiendo lo que no es de ella y que se necesita para un municipio cada vez más abandonado. El exceso de disponer ilegalmente de “excedentes” por la presidenta municipal, será un craso error.

Su apetito por ser reconocida como disciplinada y sumisa por ambos Ejecutivos, aún por encima de la verdadera batalla que como representante popular estaría obligada a dar, marca ya la claudicación anticipada de un Gobierno Municipal que nunca supo para que estaba destinado, ignorando su autonomía para convertirse en un apéndice.

Héctor R. Ibarra Calvo es mexicalense, abogado postulante y catedrático de Amparo en Cetys Universidad. Regidor en el XXII y XXIII Ayuntamiento de Mexicali.

Correo: hectoribarra@idlegal.com.mx Twitter: @ibarracalvo

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