Ayer 20 de abril, se cumplieron 35 años del asesinato de Héctor Félix Miranda, cofundador y columnista de ZETA. A más de tres décadas de impunidad, el presunto autor intelectual se tomó fotos con la actual gobernadora en su toma de protesta
Puede que la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda y el fiscal estatal Ricardo Iván Carpio no tengan edad para recordar el asesinato de Héctor Félix Miranda, ocurrido aquel 20 de abril de 1988, cuando fue atacado a balazos por tres escoltas del siniestro empresario casinero Jorge Hank Rhon.
Cuando el crimen tuvo lugar, probablemente los referidos funcionarios estatales apenas aprendían a caminar y por ello lo viven y sienten como algo ajeno a su corta actividad dentro de la administración pública y política. Sin embargo, la historia va a seguir persiguiendo a todo aquel que ocupe los cargos que fiscal y gobernadora ostentan actualmente.
Aproximadamente a las 09:00 horas de aquel miércoles, hace 35 años, Emigdio Nevárez (ejecutado sin ser procesado), Antonio Vera Palestina y Victoriano Medina, escoltas del dos veces candidato perdedor a la gubernatura de Baja California, sorprendieron al cofundador de ZETA mientras circulaba en su vehículo sobre la calle López Velarde, Fraccionamiento Los Olivos en Tijuana.
Con la torpeza que la confianza y conciencia de impunidad pueden dar, al huir, ambos asesinos se refugiaron en las instalaciones del emporio que es el Hipódromo Agua Caliente.
Ambos criminales fueron detenidos y purgaron penas de 25 y 27 años de prisión por el homicidio del periodista originario de Sinaloa, pero la justicia quedó a medias cuando tuvo que ser probada, pues, pese a que todos los caminos de la investigación apuntaban al dueño del Hipódromo y entonces “soldado del PRI”, bastó una simple entrevista en la cual negó cualquier acusación, para exonerarlo de lo que hicieron sus escoltas.
Desde entonces, en ZETA quedó claro que la libertad de expresión cuesta sangre.
A diferencia de otros crímenes que se normalizan, sobre todo en la actual administración morenista, considerada la más violenta de la historia para nuestros hermanos de pluma,
Con una página negra, en este Semanario cada semana recordamos el alcance que tiene la impunidad en México, donde un personaje como Héctor “El Gato” Félix Miranda puede ser asesinado a sangre fría y, al pasar de los años, su presunto autor intelectual no investigado, puede ser alcalde de una ciudad y aspirar a gobernador. Y también puede descaradamente tomarse una foto con la actual gobernadora, Marina del Pilar Ávila Olmeda, en su toma de protesta.
La civilidad política tiene límites para casi todo el mundo, no así para el actual gobierno que ha abrazado a Hank Rhon, al invitarlo a su toma de protesta y posteriormente a su fiesta privada en el Cine Curto de Mexicali.
¿Qué tanto le debe Hank Rhon a Vera Palestina que, aun siendo un asesino, lo protegió en prisión y hasta le ofreció su trabajo como escolta de vuelta, que lo invitó a todos sus eventos públicos?
Mientras Hank Rhon permanece jugando a la política y gozando de la máxima expresión de impunidad, como cada año, en ZETA recordamos a Héctor Félix Miranda, y aunque han pasado tres décadas y media, y las nuevas generaciones que hoy ocupan estas planas no tuvieron la oportunidad de conocerlo, el legado que dejó en las oficinas, en los compañeros y en las antiguas planas de este Semanario se transfieren.
Sin importar que muchos de nosotros no habíamos nacido cuando se perpetró el crimen, ZETA continuará exigiendo justicia y denunciando la corrupción y los abusos del poder como un grito en el desierto, pero tratando de no brindar paz a las autoridades. Al menos hasta que se obtenga la justicia que, a 35 años del asesinato de Félix, ya no sería pronta ni expedita.