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martes, octubre 1, 2024
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Vigencias existenciales

“Sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios.

Y que la fuerza no fuera la razón…”.

-Joan Manuel Serrat

Al tema del pecado o el mal, se refieren las religiones monoteístas anteriores al cristianismo. En la vida humana y su reeligatio o relación a la divinidad: pereza, envidia, lujuria, avaricia, gula, ira y orgullo. La persona humana se ve apabullada por todas o parte de estas realidades de índole espiritual, emocional, mental y corporal.

De los seguidores de nuestro Señor, los más directos y sinceros, fueron el evangelista San Juan, y su hermano Santiago, apóstol.

Pescadores humildes y sencillos, tienen la claridad de decir las cosas como son: “El que diga que no ha cometido pecado es un mentiroso y la verdad no está en él” (Juan), y su hermano dirá en su breve pero profunda carta: “Muéstrame tu Fe sin obras, que yo por mis obras te mostraré mi Fe” (Santiago, epístola).

Pereza cuando no queremos batallar, o trabajar, o esforzarnos.

Envidia porque nos duele mezquinamente que a otros les vaya bien en lo bueno.

Lujuria al seguir los instintos corporales como norma de conducta.

Avaricia si buscamos enfermizamente el poder, el dinero, los bienes materiales que no podremos llevar ni en la cajita de cenizas.

Gula al comer y beber en abundancia y lo que nos guste. Incluso hasta que reviente la manga gástrica y nos cause una septicemia mortal. Beber incluso basura, como Tonayán o Viva Villa. Pobre hígado, pobre cuerpo y cerebro.

Ira, vivir la vida enojados, estresados, neuras, antipáticos, negativos, mezquinos, amargados, insoportables ni con nosotros mismos.

Orgullo, si nos creemos más que Dios y que los demás –el hambre me tumba y el orgullo me levanta- En todo los ámbitos de la vida.

La vida se vuelve un infierno si Dios no nos ayuda para enfrentar uno, dos o todos los pecados capitales vigentes o perceptibles al hombre de hoy y siempre.

Le llamarán de otro modo o de muchos modos, pero a fin de cuentas es lo mesmo, diría el ranchero; es la misma gata, pero revolcada.

En diciembre le llamé a una amiga ucraniana de Kiev, y titiritando me dice: “Ya te voy a interrumpir, porque en verano no sellé bien las ventanas, y el frío ahora está a menos 15 centígrados; el Río Dniéper congelado, y yo también”. Bueno, adiós, nos dijimos, hasta la próxima.

Imaginémonos a Vladimir Putin o a los miembros de la OTAN en sus oficinas o bunkers, tomando café con algún caldo de papas (bosch), desayunando, comiendo y cenando sin faltarles, o tomándose una pata de elefante de stolinskaya, un whisky, cogñac, o un tequila. Mientras los soldados o los muchachos de Zinc, mueren en la nieve invernal de los bosques rusos o ucranianos. Una estadística más y los oligarcas en el negocio mafioso de los hidrocarburos, de las armas, y de la droga; poniendo a temblar a la humanidad por sus estupideces.

Ya se acabaron las cruzadas, ahora sigue el cristianismo patriarca de Moscú; Kiril es el monaguillo de tirano Putin y secuaces. Sus maldades son justificadas por el cristianismo moscovita; una caricatura, diría el pensador ucraniano Nicolás Berdiaeff: “La no verdad del cristianismo europeo; no es la no verdad del cristianismo”.

Cuánto sufrimiento por no seguir los mandamientos encarnados por Abraham, a quien siguen los musulmanes; o el decálogo revelado a Moisés; y encarnado y vivido por Cristo para los cristianos.

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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