“Dostoievski escribe que, si de una parte estuviera la verdad y de la otra estuviera el Cristo, él preferiría renunciar a la verdad para ir hacia el Cristo; es decir, que sacrificaría la verdad muerta de un intelecto pasivo en nombre de la integralidad del espíritu”.
-Nicolás Berdiaev, La Filosofía como acto creador.
Christopher Domínguez Michael es el actual editor de la revista mexicana Letras Libres, y escribe que su bisabuelo materno Mikhoels llegó a USA desde algún lugar de la frontera entre Polonia y Ucrania; solo recuerda que en los 1930’s los Mikhoels ya eran Michaels, nota el editor en “Bitácora con Bábel y Bulgákov”.
Isaak Bábel amó al régimen soviético que lo asesinó. Y fue su segunda esposa, la proverbial mujer rusa, que guardó su memoria; ni ella ni él, cuando comenzaron los arrestos masivos en Rusia, creían que en la Lubianka (cárceles soviéticas), se torturara. Domínguez Michael anota que Berdiaev y otros 159 filósofos rusos expulsados por Lenin en 1922 odiaban el comunismo, por lo que tenía de ateo, no de autoritario, conforme aprendió leyendo a Lesley Chamberlain.
A diferencia de Alemania o del resto de las democracias actuales, ni en Rusia ni en China ha habido un sentimiento o conciencia colectiva de culpa por tantas atrocidades como hoy en la guerra Rusia-Ucrania, lo que resalta ser una monstruosa amnesia.
Como joven comunista mexicano, dice Domínguez que estuvo en Riga, Letonia, en 1980. Ahí donde fue ejecutado Simón Dubnow, insigne historiador del pueblo judío, quien a sus 84 de edad no podía apresurar el paso, por lo que un soldado nazi le dio un tiro en la nuca y fue sepultado en el cementerio judío de Riga, en 1941. En su estancia en 1980 este mexicano escribe “me horrorizó el antisemitismo y la sensación pesadillesca, nunca antes vivida ni vuelta a vivir por mí, de estar en un país ocupado por una potencia extranjera (Rusia)”.
Cuenta el editor de Letras Libres que su tío Juan López Almaraz, quien murió en 1986, hombre de poca instrucción, aprendió en su juventud algo de inglés, como trailero que iba llevando mercancía de Tampico a Detroit, Chicago y Nueva York. A su letrada familia marxista, leninista, maoísta y trotskista (al menos de lecturas), el tío trailero se atrevió a decirles que en 1932-33, en Ucrania, hubo tanta hambruna que los comunistas se comían a los niños.
Dice Christopher Domínguez que al tío lo tachamos de pérfido e ignorante. Hoy esa verdad de esa hambruna o Holodomor, fue tan cierta ante la indiferencia generalizada; comunistas o no, miles de ucranianos fueron forzados al canibalismo. Inolvidable ejemplo de la sabiduría del hombre sencillo, libre y justo frente a la arrogancia, la ceguera y la pedantería de los universitarios.
Siendo Ucrania parte de la URSS era el granero soviético, y sí, entre 1932-33, cerca de 12 millones de rusos y 4 millones ucranianos murieron de hambre, cuando los graneros ucranios estaban repletos de trigo; como hoy en el puerto de Odesa, que hay miles de toneladas de trigo varadas por la crueldad rusa. Precisamente de Odesa, escribe Christopher Domínguez Michael, era originario Izaak Bábel, que amó al régimen soviético que lo asesinó.
Execution by Hunger: The Hidden Holocaust, es una investigación de Miron Dolot (1987), en la que describe la triste historia de cuatro millones de ucranianos que murieron de hambre (1932) bajo el régimen comunista soviético de Joseph Stalin. Y que en la comunidad judía Holodomor es considerado un genocidio. Aunque no se trate solo de víctimas judíos, sino de niños, mujeres, ancianos, personas. Un tema olvidado, una monstruosa amnesia, escribe Christopher Domínguez.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
Correo: saeta87@gmail.com