¿Qué aprendiste de Trump (45º presidente de USA) y de Zuckerberg (cabeza principal de Facebook, Instagram y WhatsApp)?
Si la respuesta es nada, debes preocuparte. O no estás al tanto de las noticias, o no reflexionas nada de lo que sucede.
Trump pretendió engañar de la peor manera a los norteamericanos y al mundo entero en relación al resultado de las elecciones. Creyó que estaba grabando un capítulo más de los programas basura que produjo en televisión o cuando mucho uno más de la serie “House of Cards”.
Tras aproximadamente cuatro años de soportarlo, los medios de comunicación le pusieron un “hasta aquí” y le cerraron las cámaras y las pantallas de televisión, al bloquear la sarta de mentiras que Trump se soltó diciendo el día de la elección, en la que resultó ganador su opositor, Biden, intentando generar fake news, aduciendo un supuesto fraude en las votaciones.
Días después, en relación al mismo tema, el casi expresidente azuzó a sus seguidores a tomar por asalto el capitolio, desatando una ola violenta que causó muertes, lesiones, destrozos y un atentado a la democracia, lo que provocó que Twitter y WhatsApp le bloquearan cuentas en redes sociales.
El cierre de las televisoras y el bloqueo de sus mensajes, resultaron un hecho histórico e irónico: El otrora hombre más poderoso del mundo, fue frenado por los medios de comunicación.
Por su parte, Mark Zuckerberg ha venido amasando fortuna y poder incalculables, lo que lo hizo sentirse omnipotente, sensación acrecentada con el bloqueo a Trump.
Dueño de la comunidad social más grande del mundo, Mark desbordó su poder con la pretensión de actualizar políticas de privacidad a partir de febrero del 2021.
En forma por demás irónica, la misma fuerza de WhatsApp, a la que se sumaron otras aplicaciones, medios de comunicación y los comentarios boca a boca, crearon un tsunami que logró lo que nadie había logrado, como lo fue diferir por meses las intenciones de Zuckerberg.
La osadía de Mark de pretender imponer unilateralmente condiciones al uso de WhatsApp, le costó correr el riesgo de perder millones de usuarios, que empezaron a instalar otras aplicaciones, como Signal y Telegram.
Las anunciadas políticas no eran en sí mismas algo grave ni novedoso, puesto que al final de cuentas solo reflejan una gran verdad: Nada es gratis en los negocios. Si ofrecen “gratuito” un servicio, lo cobran.
Aunque habrá que mantener vigilados los datos personales, tras de consecuencias económicas y en un mundo con leyes cada vez más protectoras, el negocio de los datos digitales ya no está en revelar la identificación individual de los usuarios, sino en lo que sus prácticas de consumo benefician a las empresas que usan esa información.
Vender datos personales ha sucedido y seguirá existiendo en la mente de delincuentes, pero corren el riesgo de ser descubiertos y castigados. En cambio, vender los hábitos de consumo es más legal y rentable, pero para eso es importante que los usuarios aprueben las políticas de privacidad.
Cada uno de los temas comentados en este artículo merece un tratamiento individual más a fondo, pero la moraleja de lo aquí tratado es que ni aún los hombres más poderosos del planeta pueden actuar impunemente cuando la sociedad reacciona.
Hoy nos toca a los votantes ser cada día más cuidadosos en nuestras elecciones y en calidad de usuarios de las redes; estar más vigilantes de lo que damos a cambio de los servicios que nos ofrecen, evitando -en uno y otro caso- crear monopolios o monstruos; y, al contrario, comparar y no poner todos los huevos en una sola canasta.
Todo es cuestión de aprender de las lecciones de Mark y Trump.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario.
Correo: AlbertoSandoval@AlianzaCivil.Org Internet: http://albsandoval.blogspot.com/ Facebook: Alberto Sandoval. Twitter: @AlSandoval
