Presuntamente basada en hechos reales, esta película nigeriana expone el caso de Moremi (Tema Otedola), una joven universitaria que acusó al profesor Lucien N’Dyare (Jimmy Jean-Louis) de una agresión sexual.
El contexto cultural no ayuda a la protagonista, y eso es algo que el director Kunle Afolayan tiene muy presente al recrear la cruenta historia que no es la excepción sino un fenómeno común en esta nación africana.
Como testigos obligados de la exposición de los hechos en un tribunal, el filme se concentra en explorar la lucha por la justicia en una sociedad donde la víctima tiene la culpa, más si es mujer, y su supuesto agresor es un hombre reconocido y carismático.
Curiosamente la culpabilidad del maestro está clara, pero eso no conducirá a un veredicto favorable para Moremi. Este absurdo, expuesto a través de los alegatos de ambas partes, es lo que hace al filme valer, desde el principio, cuando vemos el encuentro aparentemente inofensivo entre un profesor que no sabe manejar un auto con transmisión manual y una alumna que se ofrece a ayudarlo.
Lo que sigue es cada vez más perturbador y pega en seco porque la dirección procura la sobriedad y no la ceremonia hasta llegar al final en donde no parece posible anticipar si el sistema funcionará para Moremi.
Aquí hay tensión y una carga emocional evidente que, sin embargo, no se expresa con palabras, sino en la rabia contenida de una víctima que no sólo debe enfrentar a un agresor solitario porque al parecer, tiene todo su mundo en contra. Cuidado con la joven Tema Atedola, y el ambicioso director Kunle Afolayan. Con este lanzamiento en Netflix está de más decir que ambos ya emprendieron la ruta del cine. ***
Punto final.- Interesante encontrar en una serie los orígenes de “Star Wars”.