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viernes, febrero 16, 2024
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Limosna y economía

“Disculpe el señor, pero se nos llenó de pobres el recibidor, quiere que les diga que el señor salió, que vuelvan mañana en horas de visita… Pero, por lo que parece, estos no se han enterado; que Carlos Marx está muerto y enterrado”. Joan Manuel Serrat, Disculpe el señor.

 


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Si la economía gobernara las naciones desde una única perspectiva, quién sabe qué sería de países como los de América Latina. Afortunadamente, las remesas no son tocadas por los políticos ni los gobiernos; llegan directamente a las manos de las familias. Los ensordecedores ruidos del mundo económico causan problemas en la humanidad, pero su influencia no es total y absoluta. Siempre y cuando siga caminando junto a las economías, la virtud de la limosna.

La limosna no es la colecta que voluntaria y generosamente las personas entregan en las iglesias o celebraciones religiosas. Considerando un sermón de san Cipriano, en el lejano año 250, que evoca el llamado de Cristo a los poderosos: “Con el dinero tan lleno de injusticias, haganse amigos que cuando mueran, los reciban en el cielo”. La limosna, más que una cooperación o dádiva a corto plazo, sería una actitud existencial; incluso de los malos, de los corruptos, de los ricos y hasta los pobres. Como la viuda pobre, del relato evangélico, que da sus dos moneditas, lo único que tenía para vivir; la viuda que da su único pan al profeta.

A una atribulada amiga que no comprende cómo su nieta -que estudia Derecho- expresa su indiferencia hacia la Fe, que no necesita a Dios, le sugería que le comentara sobre uno de los más grandes abogados mexicanos, Ignacio Burgoa Orihuela. A pesar de sus estudios académicos, nos heredó su obra sobre el Proceso a Cristo: un estudio jurídico donde el Doctor Burgoa concluye que el juicio a Cristo fue un hecho, donde la política abatió al derecho. Fue el desprestigio pleno del judaísmo, del sanedrín, del hombre y sus juicios sobre el Hijo de Dios y la misma humanidad.


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Si usted no quiere dar “limosna” en su templo o iglesia, no lo dé. La limosna en la visión cristiana -como comenta san Cipriano- es una actitud, virtud y costumbre que abarca no solo el dar dinero; existen en todo el mundo las obras de caridad corporales: casas de migrantes, orfanatorios, asilos de ancianos, comedores, bancos de alimentos, dispensarios médicos…

Cuánta gente podría vivir la virtud de la limosna, llevando o llamando a algún dispensario de su comunidad o ciudad, y haciendo llegar -o donando- los medicamentos no caducados que ya no utilizará (y que son de gran ayuda a personas que no cuentan con seguridad social). Ropa para los migrantes de nuestros rebosantes closets que ya no utilizamos o podermos obsequiar. Juguetes para los orfanatorios, colchones, utensilios que seguramente -como dice el Papa Francisco- nunca he visto en un funeral un camión de mudanza. Te vas y nada te llevarás. Excepto las obras que hicimos a favor de los necesitados.

Siempre será admirable la limosna a un nivel global. Como el caso de los miles de millones de dólares que mensualmente los heroicos migrantes latinoamericanos, africanos o de Europa del este, envían a sus padres y familiares necesitados. Las remesas, en lo concerniente a México, son lo que ha sostenido por décadas la economía familiar; no así la voracidad con la que los políticos -de todos los partidos- continúan destruyendo la economía. Muchos impuestos y no se ve que sean corresponsables con obras de infraestructura, en correspondencia con lo que la gente paga al fisco.

Prácticamente puede verse que la economía mundial no funcionaría sin la limosna que, como virtud existencial y permanente, millones de personas ponen en práctica para ayudar a sus familias y personas necesitadas. La virtud de la limosna, como ayuda permanente a los necesitados, no solo garantiza la alegría de vivir y compartir aquí abajo, sino que -ofrecida por amor al Dios de Jesucristo- es una promesa de vivir esa alegría. Eternamente.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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