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jueves, febrero 22, 2024
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El PAN, el principio del fin

El final del Partido Acción Nacional, tal como lo hemos conocido, se encuentra cerca de su extinción. Después de casi 80 años de existencia ahora está en su peor momento. En el año 2000 realizó la proeza histórica de sacar al PRI de Los Pinos, pero su hegemonía únicamente duró 12 años. Ya hace algunos años escribí, el 26 de marzo de 2014 para ser exacto, que el PAN era un partido sin brújula y sin norte.

Escribí lo siguiente:


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“Doce años tuvieron el poder presidencial en sus manos. Nunca pudieron darle rostro propio a la acción de gobierno. Sus políticas se apoyaron fundamentalmente en las instituciones, normas y reglas creadas por 71 años de gobiernos del PRI. Nunca supieron mostrarles a los mexicanos cuál era realmente el programa del PAN, distinto al del PRI. No fueron capaz de comunicarle al pueblo de México cuál era el fundamento ideológico que sustentaba sus actos de gobierno. Por eso perdieron el poder, porque perdieron su norte, se quedaron sin brújula, pues realmente nunca se organizaron para transformar al país. Su objetivo político se centró en quitarle poder al PRI. Quitarlo de la Presidencia de México, tarea por cierto nada fácil, pero nunca construyeron ni definieron un programa de gobierno propio, de ahí que bastaron con doce años en el gobierno presidencial, para que el electorado les retirara su confianza y los enviara al tercer lugar en las elecciones del 2012.

“Desde mi personal perspectiva, tendrá que pasar un largo tiempo para que formulen y alcancen un nuevo objetivo ideológico o político. Seguramente pasará mucho tiempo para que encuentren una bandera que les permita volver a ser una opción política real; pero, por lo pronto, creo que sus derrotas en las contiendas electorales continuarán, por que ideológicamente no tienen objetivos claros ni principios fortalecidos. Casi sin personajes atractivos al electorado, salvo el ex presidente de la Cámara de Diputados, el diputado con licencia, Ricardo Anaya Cortés, quien tuvo un gran desempeño en este cuerpo legislativo, nos muestran un triste panorama. De ahí que si no se ponen de acuerdo después de la elección por la dirigencia nacional y se reagrupan y refundan su partido, tenderán a ir perdiendo peso en la lucha política nacional”.

No me equivoqué en mi análisis. El PAN perdió en 2018, Anaya fue su candidato, brillante, aunque corrupto y prepotente, fue rechazado por los electores mexicanos. A partir de la elección de 2018, el PAN se ha desmoronado, agobiado por las luchas internas, la salida del expresidente Calderón y su intención de formar un nuevo partido en compañía de su esposa, Margarita Zavala, excandidata presidencial y la muerte sorpresiva y dolorosa, de la gobernadora de Puebla, Erika Alonso y del líder de los senadores, Senador Rafael Moreno Valle, la crisis se ha profundizado. Si a esto le agregamos la fama pública de corrupción del Gobernador de Baja California, Francisco Vega y la identificación de grandes cantidades de electores de su asociación perniciosa con el PRI, nos da un panorama poco favorable para este partido.


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Sin líderes visibles, sumidos en el antagonismo, querellas internas, incertidumbre, ausencia de principios, dudas sobre su futuro, divididos en facciones, seguro perderá las dos elecciones estatales que se avecinan. La de Baja California, que es para ellos simbólica, pues fue la que les abrió el camino al poder nacional, parece indefectible su derrota, todas las encuestas muestran a Morena y a su candidato Jaime Bonilla como el rotundo ganador, según Mitofsky, con diferencias mayores a 30 puntos, entre Morena y su seguidor el PAN.

De nada servirá que su dirigente nacional cambie su domicilio a Baja California, como amenazó, pues es un perfecto desconocido y más que ayudar, entorpecerá los movimientos del gobernador panista, lo que resultará en otra crisis política. Puebla, la que recién habían ganado, la perderán. Seguro que Miguel Barbosa será vencedor. Las rencillas entre militantes, las venganzas, el cobro de facturas, las deserciones, contribuirán a su derrota.

Hay soberbia, falta de humildad para reconocer el triste panorama, la ausencia de negociadores que sean capaces de convencer a todas las facciones que abandonen su agenda personal y vuelvan a construir un proyecto común.

Todas estas actitudes han creado un panorama que permite auspiciar que la desaparición de este partido está a la vista. ¿Qué dirían Gómez Morín, su fundador y todos los antecesores de los actuales, quienes hasta sus vidas ofrendaron por construir un partido de gente honorable, que le quitara el poder al PRI?

 

Amador Rodríguez Lozano, es tijuanense. Ha sido dos veces diputado federal y senador de la República por Baja California; fue también ministro de Justicia en Chiapas. Actualmente es consultor político electoral independiente y vive en Tijuana. Correo:amador_rodriguezlozano@yahoo.com

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Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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