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viernes, febrero 23, 2024
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Deshojando la margarita (Y las posibilidades…)

Desde que Margarita Zavala no vio su ansiada candidatura a una diputación federal para la elección federal intermedia de 2015, su molestia con la actual dirigencia nacional del PAN se recrudeció. Anticipó lo que muchos creen: que Ricardo Anaya se apropió del partido y prepara, desde dentro, una candidatura a la Presidencia de la República en 2018, que lleva su nombre.

Margarita no se quedó callada. Nunca lo hace y está en su derecho de reclamar aquello que cree merecer o considera una injusticia. Dijo lo que sentía y desde entonces amagó. Si era necesario, se iría por una candidatura independiente. Fue así como inició su movimiento Yo con México, #VoyPorMéxico, cuya insignia es una M (de Margarita, de México, de los dos quizá) formada con un rebozo y de fondo el color morado que tanto gusta a los independientes (¿Se ha fijado? Como la mayoría de los villanos de caricatura de Disney, los candidatos independientes de México utilizan el color morado ¿Se ha fijado?).


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Aquello, pues, era la antesala de la independencia de Margarita.

La dama comenzó a hacer campaña por su cuenta, y en aquel 2015 acudió a apoyar a los candidatos del Partido Acción Nacional para recorrer la República Mexicana en un acto proselitista que tenía rasgos de pretender alcanzar al acto proselitista más largo de las últimas elecciones presidenciales, el de Andrés Manuel López Obrador. Y algunas encuestas refieren que lo logró, al ubicarla en ocasiones por encima de las preferencias del de Movimiento Regeneración Nacional, y en otras en una segunda posición tras López Obrador.

Sin embargo, su pugna con la dirigencia de Ricardo Anaya no cejó. Se mantuvo y se intensificó. Margarita siempre ha pensado que el millonario Anaya se quiere proclamar candidato del PAN a la Presidencia de la República o poner en esa posición a uno de sus más cercanos aliados, de esos que llegan al roce de la complicidad.


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No le tiene confianza y no es para menos. De lo menos que se le acusa a Ricardo es de haber traicionado a quien fue su padrino político y principal promotor, Gustavo Madero, ex dirigente del PAN inmediato anterior a Anaya, y a quien, a cambio del apoyo y la solidaridad partidista, le había prometido la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Por supuesto no solo no le cumplió Anaya a Madero, prácticamente lo exilió de Acción Nacional.

Hace no mucho tiempo, en las discusiones para la elección de la presidencia de la Cámara de Senadores, posición que “le tocaba” al PAN y donde Anaya quería imponer a uno de dos alfiles, Ernesto Cordero se le fue por la libre y, apoyado por la oposición albiazul, llegó a la presidencia de la Cámara; entonces una senadora priista, Yolanda de la Torre, definió a Anaya como “emperador de la corrupción, traidor, canalla y parricida”… “El enemigo del PAN está aquí, a Ricardo Anaya le quiero decir, al rey de los ‘moches’, al emperador de la corrupción, al que no respeta siquiera a su familia, porque hasta a su suegro embarra en la corrupción, que es un traidor, un canalla que no quiere a México”.

Queretano de 38 años de edad, Anaya tiene esa personalidad que despierta animadversión, al tiempo que la consolida con acciones como, en efecto, no investigar los “moches” que, denunciaron alcaldes, pedían sus diputados federales, y tampoco indagó los excesos de los legisladores federales en la plenaria de Puerto Vallarta, ni señaló en tiempo y forma los actos que llevaron a prisión a Guillermo Padrés, gobernador panista que fue de Sonora; Anaya se ha distinguido por pactar con la oposición para hacer realidad sus planes, sin importar las diferencias ideológicas y ponderando el poder por el poder.

Por otra parte, con esas y otras prácticas, Ricardo ha dado resultados a su partido. En 2016 le ganó siete de doce gubernaturas al Partido Revolucionario Institucional que por entonces lideraba el experimentado Manlio Fabio Beltrones Rivera.

La última de Anaya y que va en detrimento de Margarita Zavala, es haberse aliado con el Partido de la Revolución Democrática y con Movimiento Ciudadano en el Frente Ciudadano por México, un Frankenstein político-partidista al que no se le explica el origen más allá de ir por el poder sin importar la ideología. Promiscuidad electoral pura.

Aun cuando el Frente no se ha registrado como una alianza electoral, de ahí han salido acuerdos que dan a conocer con coreografía política ensañada Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado. Entre los acuerdos en la oscuridad del desigual trio, es que en caso de formalizar la alianza electoral, no quieren a Margarita de candidata así vaya arriba de las preferencias incluso sobre López Obrador. Obvio no se sabe quién fue el primero en hablar del tema, si Barrales, Delgado o Anaya, pero según tienen su pacto.

Zavala fue informada al respecto. De ahí que en su círculo hayan dado a conocer que renunciará al PAN para buscar una candidatura independiente por la Presidencia de la República.

Margarita no ha dicho nada. Dejó -dijera don Jesús Blancornelas- “la víbora chillando” en el hervir político, y el viernes 6 de octubre dará una conferencia de prensa para hacer pública su postura al respecto: renunciar o no renunciar al PAN es su dilema.

Cercanos a la ex diputada federal calculan que hay un 90 por ciento de probabilidades de que renuncie, y un 10% de que no lo haga. Lamentan la salida, en caso de confirmarse, porque están seguros que la elección de 2018 no será para candidato independiente alguno. La Presidencia de la República el próximo año saldrá de un partido o la unión entre varios, pero del sistema de partidos.

En un dejo de “humildad política” (considerando que Margarita fue informada de los deseos del Frente), Anaya ahora dice que en el PAN quieren a Margarita… lo que oculta es que no la quieren de candidata.

Mientras Margarita, calladita, deshojando margaritas, deshojando posibilidades. O se queda en el PAN y pelea la candidatura, o se queda en el PAN y se va al Senado. O renuncia al PAN y tiene su candidatura independiente, y pierde. Esas son sus posibilidades.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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